Quizá si la pudiésemos escuchar todo el tiempo, sin interferencias, estaríamos siempre en sintonía y crearíamos la realidad que nos permite sentirnos felices y libres.
Cuántos de nosotros nos hemos preguntado alguna vez qué hacemos aquí, el para qué de tantas vivencias y experiencias, unas agradables y otras mucho menos; ya se lo preguntaron hace mucho tiempo, siglos y siglos, los griegos... ¿encontraron la respuesta? Encontraron muchas, todas coinciden, a lo largo de los tiempos, en una de sola:
Las preguntas nos llevan a evolucionar, quizá ese es el sentido.
Lo que llamamos voz interior quizá no es más que aquella llamada de nosotros mismos a pararnos en un punto del camino para cuestionarnos hacia dónde tirar, o cómo nos sentimos, o si mantener esa situación, empleo, si esa relación, nos hace sentir en armonía.
Aunque si todos tenemos esa vocecita, ¿por qué la enmudecemos a menudo?
Muchas son las respuestas: miedo, timidez, falta de fe, sumisión, falta de confianza...o aún más sencillo, nadie nos dijo que eso era posible, ni evidente.
Nuestra voz interna se ve, también, distorsionada por el "ruido" que hay fuera de nosotros y en nosotros. La rutina diaria, las necesidades impuestas por el dinero como la alimentación, la vivienda, la indumentaria, otras como la contaminación acústica, las circunstancias climáticas, sociales. Desde pequeños, normalizamos todo ello y crecemos con la proyección de haber adquirido, en nuestra edad adulta, muchas herramientas para sobrellevar esa realidad impuesta. Cuando ya somos adultos recibimos el mensaje que a partir de ahí ya depende de la suerte (estar en el momento adecuado en el lugar apropiado) o de nuestro talento y capacidad de vender aquello en lo que somos brillantes.
¿Y si pudiésemos romper las reglas del juego que durante tantas décadas acechan a nuestro presente y futuro? ¿Y si construyéramos una realidad des de nosotros aprendiendo a escuchar ese guía interno? Sentir y luego pensar ¿es posible? ¿Salir de la dicotomía del bien y el mal?
De cualquier forma, el primer paso es aprender a escuchar nuestra voz interior, vamos allá.
Primeros pasos hacia mi voz interior
Respira: ponte cómodo y realiza tres respiraciones profundas con los ojos cerrados, al primer sentimiento o pensamiento respira nuevamente y dale forma a ese sentir, con un color, palabra, lugar.
Observa: Sigue respirando suave y tranquilamente, con los ojos cerrados, ahora observa cómo te colocas frente a esa forma: es agradable, hostil, punzante...observa todos los detalles sin juzgar, sólo observando, como si no participaras, sólo te colocas en frente.
Perspectiva: Mantén los ojos cerrados, imagina que das un paso atrás para coger más perspectiva al observar. Respira profundamente y dale una nueva forma a ese primer sentimiento o pensamiento...cómo es ahora?
Amor incondicional: Respira profundamente una vez más y desde el amor, que tu también tienes dentro de ti, envía todo ese amor a esa nueva forma, no importa si parece negativo o es positivo, lo que es importante es que ahora le envías amor y el amor no enturbia el camino hacia ti mismo/a sino que te abre hacia tu voz interior.
Ya puedes abrir los ojos y poco a poco retomar el momento en el que estabas, ahora más conectado contigo mismo.
Estos simples pasos, que podemos hacer en cualquier momento, y que no tardaremos más de 7 minutos, nos permiten relajar nuestra mente, conectarnos con nosotros mismos y ampliar nuestra consciencia de dónde estamos colocados cuándo algo nos acomete.
Ya hemos hecho los primeros pasos hacia esa escucha activa de nuestra voz interna. Ahora estamos preparados para el siguiente paso: observar cómo es nuestra realidad presente y cómo transformarla, mejorarla o expandirla.