Aprendizaje racional o consciente
Aprendizaje racional: dato
Aprendizaje racional: información
Aprendizaje racional: conocimiento
Aprendizaje racional: sabiduría
Aprendizaje emocional: un poco de nuestro interior
Aprendizaje emocional: cómo funciona nuestro interior
Esquema final: racional y emocional
Datos e información parecen ser en nuestra cultura palabras intercambiables, pero realmente como dice Richard Wurman “si no informa, no puede ser información”. Para entender las diferencias de una forma más precisa es necesario introducir el contexto; sin contexto, no existe información ni conocimiento. Se debe mirar al entorno del dato, (de donde vino, como se relaciona con otros, como se presenta, y como se estructura) y también tener en cuenta el punto de vista de quién se apropia de ese dato.
La información son datos provistos de significado. Por ello puede decirse que la información es un conjunto organizado de datos procesados, que proporciona un enunciado o mensaje contextualizado sobre un determinado ente o fenómeno. Para un conductor, un semáforo no es sólo una luz de colores, sino que cada color tiene un significado. Por ejemplo, el verde le indicará pasar y el rojo parar.
Si por ejemplo organizamos datos sobre un país, tales como: número de habitantes, densidad de población, nombre del presidente, etc. y tabulamos los resultados, los comparamos con otros países, y relacionamos diferentes variables y atributivos para explicar la realidad, podemos decir que hemos creado información sobre ese país.
La información en cuanto tiene un sentido y ofrece una determinada descripción de la realidad, ayuda a aumentar el dominio del usuario sobre un ámbito concreto; proporciona a la hora de tomar una decisión, la materia prima fundamental para el desarrollo de escenarios de resolución alternativos; y aporta los criterios para escoger entre diferentes alternativas posibles.
Así cuando tenemos que resolver un determinado problema empleamos diversas fuentes de información e intentamos contrastarla. Ahora bien, la información por si sola no aporta un modelo que permita escoger la mejor opción, apenas orienta sobre qué opciones parecen ser mejores.
Por ejemplo, cuando la luz roja se pone en un semáforo, adquiere un contexto y es ya un semáforo con una luz roja.
conocimiento es el entendimiento, noción e inteligencia que se capta o crea sobre un fenómeno como resultado de integrar muchas informaciones (estructuradas y no estructuradas) con la experiencia, investigación, y reflexión que ejercitadas en un contexto dan como resultado un modelo que permite la compresión del fenómeno, la resolución de sus problemas y la toma de las mejores decisiones sobre el mismo, tanto a nivel individual como colectivo.
Los datos se perciben mediante los sentidos, sus interrelaciones se integran con la experiencia del usuario y generan información que:
aumenta el dominio sobre una materia y da el significado o sentido a los datos en un contexto,
proporciona la materia prima fundamental para el desarrollo de escenarios de resolución alternativos
y aporta una serie de criterios o reglas de evaluación de decisión para la elección entre soluciones alternativas.
En relación al punto de la información como vía para llegar al Conocimiento, es importante entender el papel de la estructuración y del cruce de fuentes de información. Es imposible que la información por si propia dote al individuo de más conocimiento es él quien valora lo significativo de la información, la organiza y la convierte en conocimiento. Se suele distingue entre dos tipos de conocimiento: el captado y el creado. El primero coincide en más o en menos con la información; el segundo, es algo interiorizado, siempre con un alto nivel de calidad y que crece lentamente a través de la acción de conocer.
La definición más sencilla de conocer consiste en averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de los fenómenos. En todo conocimiento podemos distinguir cuatro elementos:
El sujeto que conoce.
El objeto conocido.
El proceso mismo de conocer, muy condicionado por la experiencia.
El modelo de comprensión obtenido.
Dicho de otra manera: el sujeto se pone en contacto con el objeto y busca y obtiene en diversas fuentes información acerca del mismo. Cuando existe congruencia o adecuación entre el objeto y la representación interna correspondiente, decimos que estamos en posesión de una verdad o una experiencia de comprensión. El conocimiento se froma con este conjunto de experiencias de comprensión.
Existe otra clasificación de conocimiento: El conocimiento tácito, que reside en las percepciones y comportamientos de los seres humanos. Es un conocimiento que no se presenta formalmente, sino que se supone o infiere. Y el conocimiento expreso que es publicado, ordenado, externalizado y conciso. Este último tipo suele a su vez distinguirse en el explícito referido al que ya está estructurado, y el implícito, referido al estructurable; o sea el que está siendo estructurado, pero aún no ha sido codificado.
Por ejemplo, cuando aprendemos a manejar/conducir, sabemos que cuando el semáforo tiene la luz roja debemos pararnos, y cuando pasa a verde, podemos avanzar.
La sabiduría es una habilidad que se desarrolla con la aplicación de la inteligencia, obteniendo conclusiones que nos dan un mayor entendimiento, que a su vez nos capacitan para reflexionar, sacando conclusiones que nos dan discernimiento de lo verdadero, de lo bueno y de lo pragmático, configurándose una forma especialmente bien desarrollada del sentido común.
En la sabiduría se destaca el juicio sano basado en conocimiento y entendimiento; la aptitud de valerse del conocimiento con éxito, y el entendimiento para resolver problemas, evitar o impedir peligros, alcanzar ciertas metas, o aconsejar a otros. Es lo opuesto a la tontedad, la estupidez y la locura, y a menudo se contrasta con éstas. La sabiduría consiste en juzgar correctamente cuándo, cómo, dónde y con qué objetivo emplear el conocimiento adquirido.
Existe una relación indisoluble entre los datos, la información, el conocimiento, y la sabiduría o uso del conocimiento. Los datos son los átomos del entendimiento. Se capturan y almacenan sistemáticamente en bases de datos. Sus interrelaciones ocurridas en un entorno o contexto nos permitirán crear información; pudiendo ser está en función de su tipología más o menos estructurada.
Ya se indicó la importancia de diferenciar entre información y conocimiento. Conocimiento tiene en cuenta una serie de procesos mentales de comprensión, entendimiento y aprendizaje que se encuentran en la mente y que incluyen interacción con el mundo exterior y con otras personas. Así cuando nosotros deseamos expresar lo que sabemos, solamente lo podemos hacer uniendo mensajes de varias clases oral, escrito, gestos…- Estos mensajes no suponen conocimiento sino información, la cual debe ser asimilada y entendida para por otros para pasar a formar parte de su conocimiento. Por este motivo una misma información produce un conocimiento diferente en dos sujetos distintos
El lenguaje, por lo que una mejor comprensión de los conceptos sobre información redundará en un aumento del conocimiento, ampliando así las posibilidades del pensamiento humano, que también emplea el lenguaje -oral, escrito, gesticular, etc.-, y un sistema de señales y símbolos interrelacionados.
La sabiduría es un nivel superior de comprensión, es valorar el contexto, las relaciones, las jerarquías, es un proceso personal, íntimo, porque opera dentro de nosotros; a través de la reflexión.
Por ejemplo, cuando tenemos mucha experiencia, sabemos que, en algunos países peligrosos, las mujeres pueden pasarse el semáforo en rojo a la hora de manejar/conducir.
psicología existen multitud de estudios, y los especialistas nos explican muchos niveles para entender el interior de las personas. Sé poco sobre el tema, pero permitirme ofreceros mi sencilla visión, que para ser honesto, me hace entender mis percepciones muy bien. Compruebo muchas veces que ni los psicólogos se ponen de acuerdo en algo tan básico, pero dejemos los detalles para otro momento.
Seamos prácticos, y veremos que son tres niveles los que considero que tiene nuestra mente cuando se enfrenta a la realidad:
Consciente, que como su nombre indica, es todo lo que sentimos con pleno uso de sentidos y facultades. Por ejemplo, es sencillo sentarnos cerca de una mesa y poder palpar el material del que está hecho. Quizás sea madera, o tenga un cristal por encima, pero detectaremos rápidamente que nuestro cerebro sabe distinguir y palpar su superficie.
Inconsciente, que se sale de nuestros actos, y se realiza automáticamente. Baste el ejemplo de respirar, que todos sabemos hacer de forma consciente. Podemos llenar ahora nuestros pulmones de aire y sentirlo en nuestro interior. Después lo vaciaremos sin problemas. Sin duda, es algo que hacemos tan habitualmente, que se realiza de forma automática, es decir, inconscientemente. Pero todo lo que hagamos inconscientemente, podemos llevarlo al consciente y sentirlo sin problemas.
Subconsciente, indica el diccionario que se refiere al estado inferior de conciencia en el que, por la poca intensidad o duración de las percepciones, no se da cuenta de estas el individuo. Pero la verdad, es que cuando miro esta definición ni soy capaz de comprenderla en su justa medida. Así que prefiero explicarlo como la parte de nuestro interior que tiene nuestros gustos más profundos, nuestro ser más oculto. Por ejemplo, están cosas tan peculiares como por qué me gusta más el color azul que el color rojo (por poner un ejemplo personal).
procesos formativos que tenemos a lo largo de nuestra vida. Es la parte más racional, y la que se apoya en las cosas materiales y más contrastables con los demás. Por ejemplo, una mesa no tiene nombre hasta que otra persona comparte contigo que se llamará así, mientras tanto, no deja de ser un objeto cualquiera. Cuando se comparte eso, cada persona del grupo la identificará con una serie de características que también se podrán en común. Se hablará de mesas altas, de colores, de varias patas, etc., según los atributos que nuestro entendimiento llegue a disponer. Evidentemente, para un albañil, una mesa tendrá mucho más significado que para los demás, y de ahí radica la importancia del grado de formación en la materia.
El inconsciente completa nuestro lado racional, y a fin de cuentas, no es más que un consciente funcionando con el piloto automático. La gran tristeza es que cada vez hacemos funcionar más cosas en modo automático, y dejamos de incorporar nuevas actitudes para entender mejor las cosas.
El subconsciente fue la parte más complicada de entender con mi formación base de ingeniero, y a la vez, la más interesante de sentir. ¿Cómo describir los gustos cuando es una de las cosas más diversas que se pueden encontrar? ¿Qué nos hace sentir atracción hacia una persona que otras personas pueden incluso rechazar? Necesité meses de exploración personal para darme cuenta de cómo nuestro cerebro está lleno de emociones, positivas, negativas, y neutras, que construye a lo largo de nuestra vida.
Tras el accidente que sufrí, perdí gravemente muchos de mis recuerdos, en lo denominado técnicamente, una pérdida parcial de memoria con daño axonal difuso. Había partes de mi cerebro que habían sufrido desconexiones, y tenía recuerdos perdidos. Algo parecido a lo que ocurre cuando una región sufre un grave terremoto, y después, aparecen muchas viviendas incomunicadas con carreteras levantadas o dañadas. Hasta que no se restablece la carretera o se forma un camino alternativo, esa parte o en el caso de mi cerebro, un recuerdo- queda incomunicada.
Lo más peculiar de esta historia es lo que le ocurre a mi cerebro cuando le bombardeo a recuerdos del pasado y llego a regenerar las carreteras estropeadas. Al comienzo eran grandes calambres, asociados de numerosas sensaciones emocionales que se evocaban en mi cuerpo en cuestión de milésimas de segundo. Recordaré siempre el momento en el que, viendo fotos de un amor anterior a la que quería con locura, llegó a mi corazón la sensación del amor. Fue un punzón de energía emocionante, que me trajo al presente la sensación de amor hacia mi antigua pareja en un fuerte impulso momentáneo.
De forma inusualmente práctica, encontré que cada recuerdo que generamos está unido a un conjunto de emociones, positivas o negativas. E incluso neutras, cuando nos generan indiferencia. Es lo que llamaré en lo sucesivo, las sensaciones positivas, negativas o neutras, asociadas a cada momento, y que se generan de forma automatizada. En nuestra infancia, ya desde bebés, empezamos a sumar este tipo de emociones, y comenzamos a confeccionar nuestros gustos de la forma más inconsciente del mundo. Quizás el mimo que nos hizo un familiar nos gustó y nos hemos quedado con el sonido que escuchábamos mientras. Quizás la voz de nuestro profesor de primaria se asoció a un tono maravilloso porque nos hacía reír continuamente. O quizás recordemos el color rosa que tenían las paredes de nuestro cuarto que nos acompañaba al descansar en nuestra querida cuna.
Nuestros actuales gustos vienen, por decirlo de alguna forma, como sensaciones formadas del pasado. Si comprobamos cada preferencia que tenemos, podremos observar si predominan las sensaciones positivas o negativas, para saber si algo nos gustará o no. Las neutras, como os podréis imaginar, simplemente se reciben, pero no repercuten para generar la sensación. A partir de un montón de estímulos, que van aportando un conjunto de sensaciones, nos permitirán identificar a futuro, aquellas cosas con las que nos sentimos más o menos a gusto.
Nuestro cerebro es un sistema muy complejo del que todavía tenemos poco conocimiento, por lo que preguntar el motivo de cada uno de nuestros gustos o preferencias, puede ser un ejercicio complicado y requiere mucho entrenamiento. Tras haber perdido muchos recuerdos por el accidente, tuve ocasión de trabajar en recobrar muchos de ellos, uno a uno. Con cada foto que veía, traía a mi consciente la mayor información posible, para así conseguir recuperar todo lo posible. Cuando te llegan emociones pasadas es bueno pensar en qué te fijas, qué las rodea, y sobre todo, qué sentías en ese momento. Así, intentaba comprender cada emoción positiva o negativa que tenía, y qué implicaciones tenían en mi momento presente.
Os compartiré un pequeño ejemplo. Siempre he dicho que me gustan con locura las mujeres de ojos azules, aunque nunca llegaba a entender el motivo. Evidentemente, desde un punto de vista racional, tampoco es tan relevante el color de ojos, así que, ¿cuál era el motivo de tal preferencia? Después de mucha exploración, la explicación procedía del color azul de mis dos hermanas mayores, a las que quiero con locura. Probablemente, desde la cuna, eran los ojos que más veía, y siempre me cuidaban con cariño, generándose un montón de sensaciones positivas.
Cualquiera puede pensar ahora… ¡vaya tontería! ¡Ni te acuerdas de cosas así de cuando eras pequeño! Totalmente cierto, igual que tampoco recordamos cómo aprendimos a andar. Pero si nos hubieran grabado en video desde el momento en que empezamos a aprender a andar, habríamos podido observar todo un proceso parecido de aprendizaje a base de prueba y error, en donde los estímulos negativos eran los golpes con el suelo. Estuve un año entero reconstruyendo mi vida pasada, y os puedo asegurar que comprendí cómo se habían formado muchos de mis gustos, aunque no siempre todo es tan sencillo.
Por si fuera poco, el contexto influye mucho en el momento en el que se incorpora esta sensación. He podido conversar con otros especialistas y me enganchó la idea que me transmitieron de Alain de Botton, que indica que nuestra primera sensación se hace la más potente de todas. Así, por ejemplo, el primer sitio en el que aprendamos a andar, será identificado para siempre como nuestro hogar. Seguro que eso explica por qué me gusta mucho que donde viva haya madera, porque comencé a andar sobre un parqué en mi primera casa de Madrid. En cambio, me horroriza que el suelo sea de mármol, por muy lujoso que se pueda comprobar.
No sólo cuenta la primera impresión, varios estudios (que datan del año 2007) demostraron que en algunas relaciones como el amor, paralelamente a la activación de algunas áreas cerebrales, ocurre también una desactivación de circuitos responsables de emociones negativas y evaluación social. Vamos, que cuando nos enamoramos, apagamos un poco nuestra máquina de tener sensaciones negativas, y eso explicaría por qué “el amor es ciego”.
Quizás no podamos recordar la primera vez que empezamos a andar, nuestra primera papilla, o el primer juguete que cayó en nuestras manos. Pero seguro que podemos recordar un montón de cosas de nuestra vida adulta, como por ejemplo el primer beso de amor, nuestro primer contrato laboral, o la primera vez que comenzamos a conducir. Si analizamos con calma esos momentos, podremos sacar un montón de información de nuestras preferencias. Los primeros momentos, siempre marcan mucho nuestra posterior forma de relacionarnos a futuro. Como se dice comúnmente, “la primera impresión es la que cuenta”.
Estímulos positivos y negativos, sumados en conjunto, para entender nuestros gustos emocionales. Debemos mantener esa idea en la cabeza, porque será importante reprogramar algunas ideas con estímulos inversos a los que tenemos si queremos reprogramar algunos gustos. ¿Se puede hacer algo así? Claro que sí, aunque nunca olvidemos que no somos sencillas máquinas a las que se les cambia el sistema operativo sin problema, aunque más de una vez, reconozco que me encantaría.
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