Algo he aprendido con el paso del tiempo, y es a respetar en la medida de lo posible las actitudes de los demás.
Anteriormente, y unido a ciertos valores racionales, era incapaz de comprender o aceptar ciertas posturas que bajo mi punto de vista, y seguramente para el de una gran mayoría de la sociedad, podían resultar irracionales. Pero llegamos a un punto en el que al menos a mí, me resulta hipócrita juzgar las actitudes de los demás o actuar de juez contra verdugo imponiendo una única ruta sobre los demás, el camino de la ética. Un camino ocupado por la filosofía desde hace miles de años desde un punto de vista teórico y practico.
La razón teórica trata qué podemos razonar, cómo razonamos y cuáles son los límites de la razón, mientras que la razón práctica se ocupa sobre cómo ha de ser la conducta humana. Saber o hacer, teoría o practica, aparentemente divididos, pero sin tratarse de cosas distintas, ya que no podríamos hablar de la practica si no hemos recibido la teoría de la misma. Por ese motivo, no todo lo racional tiene porque estar unido a lo correcto, ni a lo que más nos convenga, solamente es un sistema de pensamientos que acentúan el papel de la razón en la adquisición del conocimiento.
Lo irracional suele unirse a comportamientos inadecuados pero esta relación es incorrecta, ya que en el irracionalismo privilegian el ejercicio de la voluntad, la individualidad y los impulsos sexuales por encima de la comprensión racional del mundo objetivo.
Un caso evidente de irracionalidad es cuando nos sentimos separados y cuestionados por la razón en contra de nuestros sentimientos, sentimientos muy encontrados que hay que saber donde situar, si por encima de la razón en nuestro acercamiento a la realidad o bien optar por una racionalidad creada por otros, que quizás en nuestro caso suponga nuestra sin razón personal.
En resumen, y volviendo al principio, la razón es un tema demasiado complejo por el cual no podemos nunca dejarnos llevar por una racionalidad absoluta, ni creer que somos jueces de la verdad por el simple echo de conocer los valores universales de nuestros principios. Si algo nos ofrece el ser humano es diversidad, y si partimos de esa base, antes de inculcar nuestra razón sobre los demás deberíamos aceptar que lo que a nosotros nos resulta irracional, para otros puede ser totalmente racional y aceptado.