Existen ocasiones en la vida de todos donde se nos hace insuficiente el amor que pensamos todo podía vencer. Nos percatamos de que de un tiempo para acá hubo algo muy profundo que cambió en nuestra relación de pareja y nos vemos enfrentados a un dilema sin fin: ¿le digo o no le digo?
Es importante saber que una de las bases con las que se construyó una relación fue la confianza mutua, y aun sobre las crisis dicha confianza debe prevalecer, entonces, ¿Cómo le digo a mi espos@ que algo va mal?
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¿Qué estoy sintiendo?
Antes de hablar, sería bueno, además de sano, poder determinar qué clase de sensación estas sintiendo:
¿son celos?,
¿es una falta de atención?,
¿conociste a alguien más?
Es muy importante saber qué ha ocasionado la dificultad en la relación. Busca primero saber cuál es el origen del problema y también su consecuencia más inmediata.
¿Cómo saber cuáles son las consecuencias de lo que siento?
No es difícil cuando tienes el problema de origen, por ejemplo, si trabajas en una oficina, y allí conociste a la secretaria de algún cargo y has sentido algo más fuerte por ella que por tu propia esposa, muy seguramente estamos hablando de una falta de amor, esa sería la consecuencia más inmediata.
Caso contrario, si cuando llegas a casa tu esposo se encuentra indiferente y solo cruzan palabra para darse las buenas noches, sería una falta de comunicación.
Tu pareja no es la culpable de todo:
Si bien es cierto que cuando algo va mal hay una parte más involucrada que la otra, también lo es que ambos tienen su responsabilidad en los fallos. Según estudios psicológicos cuando se presenta una crisis en la pareja pasan dos cosas:
la primera, uno de los dos se calló el problema;
y la segunda, el otro no supo identificar los cambios y de saberlo no hizo nada por remediarlo.
Es decir, se llega a tal punto de presión que cuando ya no hay más soporte la mayoría terminan en una tediosa separación que ocasiona daños en ambos.
Saber cuándo hablar:
No hay una hora específica en el día para hablar. Desde el mismo momento en el que se empieza un matrimonio, las partes deben comprender que hablar será el arma más potente para mantener dicha relación en pie. Cada noche después de las labores de ambos, se debería contar con al menos quince minutos para hablar sobre las cosas que no les agrada, que les molesta y de también de las que los hace felices.
¿Quiere decir que si le debo decir cuando algo va mal?
Por supuesto. No lo pienses demasiado. Recuerda que ante todo se deben respeto y no debes recriminarle nada, dile lo que sientes pacíficamente, busca ese lugar de la noche después de haber cenado, cuando estén cómodos en la cama y pídele que no te interrumpa hasta acabar. No ahorres palabras, ni mucho menos detalles de lo que te viene sucediendo. Cuando hayas terminado, pídele su opinión y a la vez, una forma de arreglarlo.
¿Qué puede pasar?
Los humanos somos impredecibles. Puede que se lo tome mal y comience a gritar, si eso sucede, márchate de la habitación y no duermas allí, al día siguiente cuando ambos estén calmados pueden retomar la conversación.
Si ha aceptado tus cambios y la repercusión en la relación, sugiérele una manera de solucionarlo y si es necesario, marca una distancia para poder pensarlo todo de una forma más equilibrada.
No dejes pasar el tiempo, busca los espacios y los medio para hacerle saber tus temores y los cambios que se presenten, esto te ayudará a salvar tu relación, o en su defecto, a terminarla de la mejor forma.