Si bien es cierto que la relación familiar puede llevar a una ruptura en alguna de estas etapas, también es cierto que los miembros de esa pareja pueden retomar de nuevo la formación de una nueva familia y, en tal caso, volverán de nuevo a iniciarse y evolucionar a lo largo de un nuevo ciclo familiar, con la complejidad que comporta haber iniciado y roto un ciclo familiar anterior.
Cada una de las etapas del ciclo familiar tiene unas características, unos retos evolutivos y unos conflictos nucleares específicos. A continuación se abordarán estas cuestiones con mayor detenimiento.
1. Etapa de galanteo y emancipación del joven adulto
En este momento la persona deja el hogar de su familia de origen para formar el suyo propio; puede ser que vaya a vivir solo, con un grupo de amigos o en pareja. No obstante, en las últimas décadas, debido a la situación económica y laboral, los jóvenes se independizan cada vez a edades más avanzadas, dando lugar a lo que se ha denominado el nido repleto, quedándose a vivir en casa de los padres.
En el caso del nido repleto surgen una serie de conflictos relacionados con el tránsito de la relación paterno-filial que implica la relación adulto-adulto entre padres e hijos, donde puede haber intereses y necesidades encontradas.
2. Matrimonio o convivencia en pareja
La persona forma una pareja y ambos miembros deciden convivir en el mismo hogar. En estos momentos es necesario llegar a acuerdos sobre cómo manejar la relación con las familias de origen de cada miembro de la pareja, organizar aspectos prácticos de la vida cotidiana en común (las tareas domésticas, la gestión de la economía y del ocio, etc). El reto en esta etapa es abandonar la dependencia de los valores de la familia de origen para adoptar otros más adecuados para la pareja, de forma consensuada y consciente; es decir, separar de la influencia parental las decisiones que toma la pareja.
Los retos de esta etapa pueden generar gran diversidad de conflictos, ya que puede haber diversidad de intereses y necesidades en relación al modo de organizar los gastos, el reparto de las tareas domésticas, el momento de tener hijos, la existencia de un balance negativo hacia las elecciones libres en pareja (por no poder desprenderse de la influencia parental), la organización del tiempo de ocio por preferencias diferentes, el modo en que se organiza el tiempo de pareja con respecto a las actividades en común y el tiempo personal para las aficiones propias de cada uno...
3. Nacimiento de los hijos
Esta etapa implica la acogida de un nuevo miembro (o más) en la familia. Si bien es un evento que genera grandes satisfacciones, también implica una serie de dificultades y retos que llevan a la pareja a la reorganización de su tiempo y de sus actividades, además de sus afectos.
La llegada de los hijos puede generar tensión en la pareja, acrecentar los conflictos ya existentes así como añadir otros nuevos, como son: el conflicto de la madre y su autorrealización, su reincorporación al mercado laboral y los sentimientos que ello conlleva al tener hijos, sentimientos encontrados entre la pareja (celos, sensación de abandono, etc).
En esta etapa, además, las familias de origen de cada uno de los miembros de la pareja adquieren un nuevo rol, ya que los padres pasarán a ser abuelos y los hermanos se convertirán en tíos, lo que implicará una reorganización de las relaciones familiares entre los miembros de la familia nuclear y la familia extensa y ello supondrá la aparición de nuevos conflictos como la diferencia de opiniones de los abuelos y los padres a la hora de educar a los hijos, los tiempos más adecuados para las visitas, etc. Los abuelos y tíos pueden tener ideas muy diferentes a las de la pareja en cuanto a la educación de los nuevos miembros de la familia y ello puede generar conflictos y tensión en la pareja, tanto en esta etapa como en las siguientes.
Esta etapa implica llevar a cabo una revisión del reparto de las responsabilidades de ambos miembros de la pareja. A partir de ahora uno de los grandes retos será cómo compatibilizar el rol de padres con el tiempo para uno mismo y el tiempo de pareja.
4. La familia con hijos en periodo intermedio
En esta etapa los hijos van creciendo y los padres les acompañan a lo largo de su desarrollo en la infancia, adolescencia y primera juventud. Gran parte de las conversaciones de la pareja giran en torno a los hijos. Y los conflictos de esta etapa se relacionan sobre todo con cuestiones relacionadas con el ámbito laboral; por ejemplo, un padre en paro puede sentir que no cumple con su rol de proveedor, una madre que no tiene un trabajo deseado puede pensar que sus renuncias durante el tiempo de crianza le pasan factura, el éxito laboral de uno de los miembros de la pareja puede hacer que el otro se sienta frustrado, o bien que él mismo no se sienta valorado por sus logros. Todas estas cuestiones son fuente importante de conflictos.
En esta etapa se añaden los conflictos ocasionados por el tránsito a la adolescencia de los hijos. Es una etapa nada banal para los padres, y menos aún para los hijos. El intento de ganar libertad e independencia del adolescente puede generar tensiones en la familia y entre la pareja, lo que se agravará si hay consumo de drogas y alcohol, fracaso escolar y otras situaciones críticas.
Tanto en esta etapa como en la anterior pueden existir diferencias en el modo de considerar el cuidado de los hijos entre la pareja, lo que a su vez también es fuente de conflicto.
5. El destete de los padres o nido vacío
En esta etapa los hijos abandonan el hogar familiar y se produce lo que se ha conocido como el nido vacío. Es una etapa en que la pareja volverá a reencontrar su intimidad en el hogar, lo que si bien puede ser muy satisfactorio y abrir nuevos horizontes en la relación, también puede ser una nueva fuente de conflictos, ya que la pareja a veces descubre que se siente distante o que el otro, con el paso del tiempo, se ha convertido en un desconocido, o bien desea volver a sentirse joven y busca otras parejas que contribuyan a hacer realidad este deseo.
Es además una etapa que suele coincidir con el envejecimiento de los padres de ambos miembros de la pareja, con el correspondiente incremento en la demanda de cuidados y atención y finalmente la pérdida de aquellos por defunción. Todo ello generará dificultades, dolor y tensiones en la pareja.
En esta etapa lo más probable es que la pareja se embarque también en el aprendizaje de ser abuelos y, si bien la relación con los nietos es una fuente intensa de satisfacción, hay veces en que debido a la sobrecarga que supone su cuidado –ya que muchos abuelos se convierten en sustitutos de los padres- puede ocasionar tensiones en la pareja por agotamiento y por falta de tiempo libre en un momento en que ellos mismos también están envejeciendo.
6. Retiro de la vida activa y envejecimiento
Es la etapa marcada por la jubilación, lo que implica una nueva reorganización del tiempo y de la economía familiar. Esta etapa puede estar asociada a sentimientos negativos sobre la propia capacidad personal.
Es también la etapa que coincide con el envejecimiento y el deterioro de las facultades físicas y cognitivas, así como con la posible aparición de enfermedades graves. También es la etapa normativa en que suele tener lugar la pérdida de la pareja por fallecimiento de uno de los miembros. No obstante, la viudedad abre la posibilidad de llevar a cabo una nueva vida.
En esta etapa los hijos vuelven a implicarse en un sentido diferente. Serán ellos los que ahora deberán encargarse del cuidado del padre o madre ancianos, y muchas veces se verán en la situación de llevarlo a una residencia o de acogerlo en su casa cuando ya no sea capaz de llevar una vida autónoma e independiente.
A lo largo de estas etapas cada familia va afrontando los retos y conflictos a su manera, resolviendo las dificultades con éxito y encontrando soluciones adecuadas.
A veces, sin embargo, lidiar con estas dificultades resulta complejo y confuso. En estos casos, una alternativa posible es la ayuda que ofrece la orientación familiar.
Bibliografía:
García, L., y Bolaños, I. (Coords.) (2010). Cómo resolver los conflictos familiares, Comunidad de Madrid: Dirección General de Familia.