Hoy nos introducimos en el pantanoso terreno de las relaciones destructivas de la mano de una película que se estrena el 20 de Septiembre en los cines españoles: Solo para mí.
Solo para mí nos muestra, y esa es una de las joyas de la película poner las complejidades de los detalles ante nuestros ojos sin discursos moralistas, la gestación y desarrollo de una relación de maltrato.
Afortunadamente el cliché de la víctima de violencia de género se ha desdibujado, atrás queda eso de tiene el perfil, de la misma forma que el maltratador solo pueda ser un tipo brusco y alcoholizado. Blanche no es la pobre chica sin recursos, sin cultura o sin apoyo social y Amoreux es justamente el hombre, en un principio, al que toda mujer en su sano juicio querría conocer.
En los últimos tiempos no paro de conocer mujeres que están solas, muchas han salido de relaciones largas, y han saboreado las mieles de reconstruirse en soledad. Tienen sus trabajos, su vida social, y han aprendido a verse, y lo más importante, a no sacrificar su vida por alguien que no las vea, como yo, como Blanche…
Blanche no busca, pero de pronto encuentra, entra en escena ese hombre, la ve, la reconoce, y se interesa por cada detalle de su vida, quiere realmente conocerla.
La mira a los ojos, recorre cada centímetro de su piel haciéndola vibrar en las escenas de cama, le hace sentirse verdaderamente viva.
¿ Podríamos alguna de nosotras resistirnos? En este mundo en el que estamos hiper conectados a través de la tecnología hay un vacío cada vez mayor de conexiones emocionales y físicas. Un vacío que aunque no escuchemos, grita en nuestro interior.
Y ¿Qué pasa cuándo lo hemos encontrado? ¿Cuánto vamos a sacrificar para no perderlo? ¿Cuántos pequeños detalles obviaremos por miedo a volver a esa desconexión?
Blanche, tienen una hermana gemela, la fusión ha estado presente incluso antes de su nacimiento, y cuando llega Amoreux se fusiona con él, abandona su vida y se traslada a otra ciudad donde crean su nueva familia.
Aquí, lejos ya de su entorno, los pequeños detalles de manipulación y control que ha dejado asomar Amoreux se hacen cada vez más patentes para el espectador, mientras Blanche, como la rana que se va cociendo lentamente en el agua sin darse apenas cuenta, se va perdiendo cada vez más.
La estrategia de Amoreux es de manual, juega con la culpa, el desprecio, el arrepentimiento, el control, la economía, el aislamiento….todo justificado por el inmenso amor que le tiene.
Asistimos a la destrucción paulatina de la voluntad, del discernimiento mientras comienza a aparecer la vergüenza, la sumisión, la narcotización.
En un momento dado, antes incluso que ella sea consciente de la situación, él se adelanta a la jugada, se reconoce como un maltratador y por supuesto voltea la tortilla :
-¿Cómo me has permitido que te trate así? ¿Por qué me has convertido en un monstruo? Voy a cambiar.
Curiosamente es el momento en el que ella abre los ojos ante una realidad que por fin ha sido desvelada.
A partir de aquí todo se desencadena, él se crece, ella busca la destrucción…
No quiero hablar del desenlace, no quiero privar al espectador de que lo descubra con sus propios ojos, pero no puedo resistirme a citar mi frase preferida de la película:
Me sentía tan atrapada que no podía ver que la puerta estaba abierta
Pese a lo que pueda parecer la película es preciosa, el lenguaje es magistral, tanto el cinematográfico, que juega con la iluminación, el color y el espacio en maravillosos e intensos planos secuencia, como el de los protagonistas cuyo lenguaje corporal es toda una exhibición de la expresividad del repertorio emocional humano, sutil pero universal.
Una película para reflexionar, para estar alertas, para reconocer esos pequeños detalles que esconden a un destructor.
Y no, no voy a hablar de él…