La vergüenza la provoca la no aceptación de nuestra actitud, de la actitud de otra persona o del funcionamiento del sistema superior (política, familia, educación, empresa…). La sensación de fracaso.
La culpa nos señala con el dedo, nos juzga y minimiza.
La tristeza de haber perdido la esperanza, la oportunidad, el momento deseado.
La ansiedad activa nuestro organismo para salir rápido de esa situación que se ha vuelto negativa. Si no se enfoca hacia la solución, puede convertirse en agresividad y comportamiento violento de forma compulsiva hacia otras personas o cosas.
Si observamos el comportamiento de una persona frustrada, podemos observar cómo las respuestas más frecuentes son respuestas de parálisis, lucha o huida... ¿te suena? Son las mismas reacciones de nuestro sistema de supervivencia más antiguo. Podemos reconocerlas como mecanismos de defensa que se activan para defendernos de la propia ansiedad que nos provoca la frustración (pagarla con otra persona, negar la realidad, racionalizar en exceso, reaccionar de forma infantil, reprimir nuestros sentimientos…)
Existe otro tipo de respuesta y es la de sustitución. Consiste en sustituir la situación que nos frustra por otra que no nos conecte con estas emociones. Nos libera de la frustración pero no resuelve la situación.
EJERCICIO DE LOS 5 PASOS.
En anteriores entradas, vimos cuáles son los 5 pasos para gestionar una emoción. Te animo a ponerlos en práctica con tu frustración y a que nos cuentes aquí cómo has realizado el proceso.
Será muy enriquecedor.
Si necesitas ayuda para gestionar tus emociones, solicita una sesión estratégica gratuita para dar los primeros pasos.