Reinventarte a los treinta y tantos

Esta tarde, como me ocurre casi todos los días últimamente, reflexionaba sobre lo que es la vida y sobre todo lo que se puede hacer con ella. Este proyecto es el inicio de este nuevo camino que he decidido emprender, y el testigo del desarrollo personal que estoy viviendo. A los que habéis leído el apartado “sobre mí”, ya sabéis que este blog surge de una introspección iniciada tras un cambio de rumbo en el aspecto personal y profesional.

No quiero decir en absoluto que sea yo un ejemplo a seguir, pero quiero pensar que no soy la única en el mundo a la que no le hacían feliz ni su pareja ni su trabajo y ha decido romper con todo para empezar de cero. Así que os puedo contar que reinventarse siempre es posible, es más, opino que es necesario, que la vida es cambio y que el cambio es sano y natural, aunque nos dé un miedo terrible y muchas veces nos queramos agarrar a lo que ya tenemos para no tener que lidiar con la incertidumbre.

Para quien pueda inspirar os cuento que yo hace poco más de un año dejé un trabajo que solo me aportaba dinero a cambio de alimentos, vicios y caprichos para embarcarme en lo que sería mi próximo proyecto profesional – las oposiciones- o eso pensaba yo. Sin embargo, la decisión no fue del todo acertada, y no digo que fue mala porque también aprendí. Tras ponerme a ello, descubrí que no quería opositar, simplemente necesitaba un cambio, empezar a romper con la vida que llevaba para comenzar algo nuevo (sin saber muy bien el qué).

Así, tras un año de sala de estudio en sala de estudio, y de academia en academia (un tema por cierto denunciable, es vergonzoso cómo se pueden ganar la vida en ciertas academias a costa de las ilusiones de los demás) me di cuenta de que algo más fallaba en mi vida, y que no estaba siendo la persona que yo deseaba ser así,  vino el siguiente paso: dejar mi relación de pareja.

Mi vida totalmente dada la vuelta y a la deriva a los 32. Nunca hubiera pensado esto para mí, pero así es, y además resulta que lo he decidido yo, sin prácticamente haberme dado cuenta. Se puede decir que me encuentro en medio una crisis de los 30 de manual.

De esto hace solo cinco meses, y os contaré que mi mundo ha cambiado completamente, y sigue haciéndolo. Ahora soy muuucho más consciente de aquellas personas y situaciones que de verdad aportan en mi vida. Al quitarme cargas pienso con más claridad,  he empezado a llevar una vida más simple en todos los sentidos.

Me he desprendido de un montón de cosas que no necesitaba, y la reflexión que he podido hacer es ¿para esto trabajaba yo tantas horas de algo que no me gustaba?, no merece la pena. Este ha sido el mayor aprendizaje de toda esta situación. No necesito tantas cosas para vivir, es más, tener tantas cosas me quita paz.

A menos necesidades materiales, menos necesidades económicas y, desde mi punto de vista, más libertad, por no hablar de los innumerables beneficios mentales de tener miles de cosas que ni siquiera utilizas merodeando por tu casa.

Prefiero disfrutar de mi tiempo y hacer con él cosas que de verdad me apasionan (y que si además me permiten pagar facturas sería estupendo, cosa que si no intento nunca sabré). El tiempo no vuelve, eso está claro, y lo que no intentas se quedará siempre en el apartado de “cosas que me hubiera gustado hacer y no hice por falta de tiempo/miedo” y eso sí que no. No existe edad para reconducir tu vida y hacer de ella lo que de corazón deseas. Seguramente no es el camino más sencillo, pero yo he decidido no quedarme con la duda.

Como todas las que iniciamos este camino, no tenemos ni idea de dónde vamos a ir a parar, pero es por otro lado lo mágico de la vida: caminar alineadas con quienes somos y dejar que la vida se vaya desvelando a su debido tiempo.

Reinventarse es un ejercicio que tiene sus riesgos, pero estoy segura de que merece la pena. Siempre estamos a tiempo de redirigir nuestros pasos y aprender de los errores. Ninguna decisión de la vida es irrevocable, y somos cambio constante, así es al menos como empiezo a verlo yo.  

Abrazos,

VaNova

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