Hay quien la define como arte, “el arte de recuperar la salud, la belleza y el bienestar a través de la utilización de los aceites esenciales de las plantas”, y otros la definen como una ciencia que, basada en la compleja combinación química de los aceites esenciales, persigue una acción terapéutica determinada ligada a su composición.
Personalmente prefiero aunar las dos definiciones, para usar la aromaterapia necesitamos conocimiento e intuición, conocimiento sobre las propiedades, efectos y composición de las materias utilizadas y la intuición suficiente para entender que “la salud, la belleza y el bienestar son fruto de la armonía entre el cuerpo y la mente” y que “la función de los aceites esenciales es restablecer esta armonía”.
La palabra “Aromaterapia” en algunos aspectos no es totalmente correcta, porque sugiere que se trata de una herramienta curativa que funciona exclusivamente a través del sentido del olfato y sobre las emociones, y no se trata solo de esto, porque, además de su olor, cada aceite esencial posee una combinación propia de constituyentes que interactúan directamente con la química corporal ejerciendo su acción en determinados órganos en su conjunto.
Indudablemente nuestro sentido del olfato está conectado directamente a nuestro cerebro, es probablemente nuestro sentido más primitivo y más instintivo por esto seguramente es que nos resulta tan poderoso y misterioso, pero su funcionamiento no tiene ningún misterio: la mucosa que recubre el interior de la cavidad nasal contiene unas células sensoriales que se estimulan por la presencia de partículas químicas disueltas en el mucus. De los receptores olfativos situados en la mucosa de la pared superior de las fosas nasales parten unas ramificaciones del nervio olfativo que atraviesan el cráneo a través de unos finísimos orificios para llegar hasta el bulbo olfativo del cerebro. De hecho lo que el cerebro identifica como un olor no es más que la presencia de determinados agentes químicos, además los centros rectores del sistema nervioso vegetativo se localizan en el hipotálamo y éste controla el sistema hormonal a través de la glándula pituitaria”.
Todos hemos experimentado alguna vez las distintas emociones que despiertan en nosotros, por ejemplo, el olor de nuestra comida favorita cocinándose que inmediatamente nos hace sentir hambrientos o, la sensación de náuseas que nos provoca oler algo podrido. Por si esto fuera poco el sistema vegetativo está relacionado con la memoria y por la asociación – muchas veces inconsciente – que hacemos entre emociones y olores éstos pueden hacernos recordar cosas incluso olvidadas hace mucho tiempo.
Pero no nos podemos quedar solo con el significado literal de la palabra Aromatarapia, oí una vez decir a un profesor que esta palabra se quedaba escasa y que si él tuviera que rebautizarla la llamaría “Esencialterapia”.
La “Aromaterapia” no solo utiliza nuestro sentido del olfato como vehículo para penetrar y actuar en nuestro cuerpo sino que además, utiliza nuestro órgano más grande, la piel.
Nuestra piel podemos describirla como “semipermeable”, permite que algunas sustancias salgan del cuerpo, convirtiéndose así en un gran órgano de eliminación que nos libra de los productos de deshecho de muchos procesos corporales a través de los poros conducidos por el sudor, mientras que retiene otras y así mismo puede absorber algunas sustancias al interior del cuerpo.
El factor que determina si una sustancia será capaz o no de pasar a través de la piel, es el tamaño de las partículas de que está compuesta. Los aceites esenciales tienen una estructura molecular relativamente pequeña y simple y pasan con facilidad a través de la piel, además, los aceites esenciales se disuelven con facilidad en sustancias grasas y la piel produce su propia capa de grasa denominada “sebo cutáneo”, en ella se disuelven los aceites esenciales y son absorbidos fácilmente por la piel, justo debajo las partículas de aceite esencial pasan al fluido que baña cada célula del cuerpo y desde aquí pueden atravesar las finísimas paredes de los conductos linfáticos y de los vasos sanguíneos más pequeños, los capilares. De esta forma las partículas de aceite esencial pasan a la circulación general y viajan por todo el cuerpo.
La rapidez con la que esto ocurre varía de unas esencias a otras, por ejemplo, vamos a hacer una pequeña relación de tiempos de absorción:
El tomillo: 2 minutos.
El limón: 20 minutos.
La lavanda: 40 minutos.
El geranio: 50 minutos.
La menta: 60 minutos.
Etc.
Es importante saber que los aceites esenciales tienen tres tipos diferentes de acción con relación a como ínter-relacionan con el cuerpo humano: farmacológica, fisiológica y psicológica. El efecto farmacológico está relacionado con los cambios químicos que tienen lugar cuando un aceite esencial penetra en el flujo sanguíneo y reacciona con las hormonas y enzimas, etc.; el efecto fisiológico se relaciona con la manera en que un aceite esencial afecta al sistema corporal, ya sea sedándolo o estimulándolo, etc.; el efecto psicológico tiene lugar cuando una esencia es inhalada y el individuo responde a su olor.
En general, loa aceites esenciales están constituidos por compuestos químicos que contienen hidrógeno, carbono y oxígeno y pueden subdividirse en dos grupos: los hidrocarburos compuestos casi exclusivamente de terpenos (como los monoterpenos, sesqui-terpenos, y di-terpenos), y los compuestos oxigenados, básicamente: esteres, aldehídos, cetonas, alcoholes, fenoles y óxidos; a veces pueden estar presentes otros compuestos (como ácidos, lactonas, compouestos sulfurados o compuestos nitrogenados).
Todos estos componentes presentes en los aceites esenciales actúan en sinergia, es decir, que actúan reforzándose unos a otros. Los aceites esenciales pueden tener más de cien componentes diferentes, por esto y aunque se puedan reproducir sintéticamente en laboratorio de forma aislada muchos de ellos, no se han podido lograr reproducir en su totalidad las complejas fórmulas químicas que son los aceites esenciales.
Un medio ácido es la base de un organismo y de una piel en buena salud. La enfermedad se desarrolla siempre en un medio alcalino y el envejecimiento cutáneo es fruto de la alcalinidad de la piel.
El “PH” es el nivel en el que se mide la acidez o la alcalinidad de una sustancia, el “PH” varía entre 0 y 1414.
Entre 0 y 707 una sustancia es ácida, entre 707 y 1414 una sustancia es alcalina. Los aceites esenciales son sustancias eminentemente ácidas, su “PH” varía entre 2 y 67.
Si tenemos en cuenta que las células de nuestro cuerpo tienen una vida media de 180 días en los cuales mueren y se reproducen; y que el envejecimiento de nuestro cuerpo ocurre cuando este proceso aminora y las células no e regeneran a la misma velocidad, tenemos suficientes razones para asegurar que la utilizar los aceites esenciales en nuestro cuerpo estamos influyendo positivamente en el proceso de regeneración de nuestras células al proveer a éstas de un medio ácido óptimo para reproducirse y éste es un factor clave de rejuvenecimiento y salud.
Nota: El artículo ha sido publicado originalmente en Saludterapia.