Si miramos con atención nuestros pies, podemos observar un pequeño arco o bóveda en nuestras plantas. Este “puente plantar” apareció en la especie humana para facilitar el agarre a las ramas redondeadas de los árboles. Sin embargo, hace millones de años, la bóveda plantar fue perdiendo altura, el primer dedo fue retirando su uso prensil y ganando verticalidad, mientras que el resto de los dedos se fueron acortando. Los pies dejaron de parecerse a las manos para convertirse, con el paso del tiempo, en los pies que hoy en día tenemos.
Con la bipedestación, la superficie plantar se redujo y los pies cambiaron su morfología para especializarse en mantenernos erguidos. La evolución sugirió que era más eficiente llegar a coger algo de los árboles que tener que subirnos a ellos.
El pie es una maquinaria excelente compuesta por 26 huesos, 114 ligamentos y 21 músculos. Sólo los pies poseen una cuarta parte de todos los huesos del cuerpo(1). Sirven como sistema amortiguador, nos propulsan para caminar o correr y sus músculos actúan de forma antigravitatoria. Las personas estamos “diseñadas por la naturaleza” para movernos.
El movimiento es una de las características esenciales de la vida y las personas necesitamos trasladarnos para casi todo. Los pies golpean un promedio de 10 millones de veces el suelo y nos permiten recorrer unos 150.000 kilómetros a lo largo de nuestras vidas, suficiente como para dar la vuelta al mundo cuatro veces. Una vez apoyamos el pie en el suelo, todas las articulaciones de la extremidad inferior están interrelacionadas. Teniendo en cuenta ésto, se puede entender cómo una afectación en el pie puede causar disfunción y síntomas en otras partes del cuerpo, enmascarando alteraciones biomecánicas que, a largo plazo, pueden causar problemas a distancia como: dolores, alteraciones funcionales, bloqueos, deformidades, crepitaciones, choques, trastornos vásculo-nerviosos y trastornos tróficos(2).
Cuando una patología desvía nuestro centro de gravedad, necesitamos gastar más energía para realizar una misma acción. Aparecen entonces las compensaciones biomecánicas y el cuerpo tiene que trabajar en situaciones menos naturales. Imagina tus pies como las ruedas de tu vehículo. Normalmente, cuando tenemos alguna rueda con poco aire lo llegamos a notar en la dirección del volante, e incluso en ocasiones podemos notar como el coche tiende a inclinarse hacia un lado cuando conducimos en línea recta. Respondemos a esta desviación cogiendo el volante y moviéndolo ligeramente para que nuestro coche siga por el carril adecuado. Del mismo modo, un problema en la base de sustentación de nuestro cuerpo genera modificaciones en las articulaciones superiores que nos hará trabajar más y en peores condiciones.
Igualmente que un pie cavo es un factor de riesgo para sufrir problemas en la región lateral del tobillo, cuando tenemos los pies planos es la rodilla y la región interna del tobillo las estructuras que más se alteran(3).
Pies planos, como origen de problemas en la rodilla
Durante la marcha, una disminución del arco plantar responde generalmente con un exceso de pronación y valgo del pie, siendo éstos unos factores de riesgo para la sensación de crujido de la rótula y para el dolor en el tendón rotuliano o cuadricipital al caminar o subir escaleras.
Además, la pronación excesiva genera una rotación tibial interna compensatoria, que suele acompañarse de un valgo de rodilla que puede acabar provocando lesiones en el cartílago o favorecer las luxaciones de rótula.
Pies planos, como origen de problemas en la región interna de la tibia
La pronación excesiva del antepié y la rotación tibial interna provoca un estiramiento continuo de los flexores profundos del pie, provocando una fuerza de tracción elevada y generando dolor en la región interna del hueso de la tibia.
Pies planos, como origen de problemas en la fascia plantar
La disminución del arco plantar genera un estiramiento del pie, traccionándolo y alargándolo en horizontal. Esta tracción continua puede conllevar un daño e inflamación de la fascia plantar(4).
En todo momento hacemos lo mejor que podemos con el entendimiento, la conciencia y el conocimiento que tenemos. A medida que tengamos más conocimiento, más conciencia y más entendimiento, iremos haciendo las cosas de otra manera. Ya hemos visto que la morfología de los pies puede repercutir en la función de algunas estructuras más superiores. Si quieres conocer el tratamiento de fisioterapia para los pies planos pincha en el siguiente link (http://www.fisioterapia-online.com/articulos/tratamiento-curativo-o-superficial-de-los-pies-planos) o echa un vistazo a uno de nuestros videos dónde podrás descubrir cuales son las lesiones y patologías mas comunes o frecuentes en el pie.
Referencias
Martinez Lopez, Ramón. El pie en la evolución del ser humano: desarrollo, trastornos y prevención. P 51.
Salazar Gómez, Cristina. Flat foot, as the origin of biomechanic alterations in progression 2007.
Williams D, et al. Arch structure and injury patterns in runners. Clinical Biomechanics 2001;16:341-7.
Stovitz S, Coetzee JC. Hyperpronation and Foot Pain. The physician and sport medicine 2004;32(8).
Jose Cortes Fernandez