¿Por qué crees en teorías de la conspiración?
Comencemos por el principio; el cerebro humano está ideado para llenar los “huecos de conocimiento”. Los seres humanos tendemos a rellenar los “puntos ciegos” de una historia casi inevitablemente.Un ejemplo muy simple es el juego de contar una historia al oído a una persona y que esta, a su vez, lo haga con otra y así sucesivamente. El “teléfono escacharrado” devalúa la información inicial a medida que va progresando la historia y, cuando la última persona de la cadena lo escucha, es tan diferente al inicio que puede conformar una lectura totalmente diferente.
Pero, ¿Por qué no contar solamente lo que se sabe? Justamente porque nuestra mente está programada para cubrir los vacíos de conocimiento. Por ello las teorías de la conspiración son tan comunes y tienen tanto éxito. Cuando un hecho es difícil de explicar y, sobre todo, muy complejo se tiende a rellenar la información de la que carecemos con hipótesis no contrastadas. Además tendemos a unir puntos alejados entre sí.
La necesidad de crear patrones refuerza las conspiraciones
Primero, aparece una idea. Se formula y se crea un patrón entre esta idea y la conexión con el hecho que sí que está contrastado. A continuación, el sesgo de confirmación llevará al individuo a la búsqueda de de interpretaciones que apoyen su hipótesis sin ningún tipo de verificación.Se da habitualmente en el pensamiento inductivo ya que se tiende a generar una conclusión antes de realizar las demostraciones pertinentes. De ahí que quién lo emita pretenda que las premisas adquieran un significado.
No obstante, no se debe confundir una teoría conspirativa con el pensamiento crítico o el cuestionamiento de los paradigmas establecidos, en cuyo caso pueden ser puntos de partida para el estudio e investigación de nuevas ideas, líneas de pensamiento o teorías.
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Autora: Álex Bayorti (colaboradora de nuestro blog)
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