La felicidad está en dormir con calidad

En la medida que aprendemos a gestionar las emociones disfrutar un sueño reparador es más seguro.

Dormir de forma saludable depende del equilibrio entre una serie de condiciones físicas, mentales y emocionales que permitan el descanso regenerador.

Es un hecho que las personas más felices duermen más que las que se encuentran sometidas a emociones negativas como la tristeza, la depresión, la rabia, la frustración y la ansiedad.

Si se puede ser totalmente feliz o alegre es un planteamiento que genera controversia pero ciertamente, experimentar esta sensación de placer hace mucho más agradable el sueño.

La alegría es una emoción  agradable que se produce en respuesta a una experiencia positiva, lo cual dispara las hormonas que le hacen bien al organismo y favorecen la actividad cerebral necesaria para dormir mejor.

Recordemos que durante el sueño todo nuestro cuerpo sufre procesos de restauración, regeneración y reparación que se ve apoyada por la forma en la que nos alimentamos, los hábitos en el estilo de vida y la gestión de las emociones.

Sentirnos alegres aporta beneficios que se evidencia a la hora de irnos a la cama y se describen a continuación:

Reír reduce el estrés: este es uno de los mejores somníferos naturales porque produce las llamadas hormonas de la felicidad, las cuales actúan a nivel químico para disminuir el estrés, relajar y liberar al cerebro de pensamientos que impiden conciliar el sueño rápidamente. Se dice que su efecto es parecido a las ondas gamma que genera la meditación.

Alivia el dolor: una razón importante si consideramos que el dolor físico o emocional es responsable de largas noches de insomnio. La alegría minimiza la sensación de dolor.

Dormir bien cultiva el camino a la felicidad

Esta conexión entre la alegría y el sueño es complementaria una con el otro, porque así como sentirnos contentos favorece dormir mejor, cuando disfrutamos de una noche de buen descanso, sin duda el día se proyecta mucho más positivo, productivo y feliz.

El escritor norteamericano Robert A. Heinlein decía: “La felicidad consiste en dormir lo suficiente, solo eso, nada más” y eso es cierto.

Esta indispensable actividad fisiológica debe darse con calidad y la cantidad de horas necesarias para que tenga un efecto que contrarreste la irritabilidad, el cansancio, la falta de memoria, la desconexión social y la aparición de otros problemas de salud que se alejan de la posibilidad de estar feliz.

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