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El paradigma de la salud está cambiando desde hace unos años, potenciándose en estos últimos notablemente. Tanto es así, que de la relación unidireccional del médico al paciente, en el que este último era un actor pasivo, hemos pasado a otra multidireccional donde entran en juego la tecnología y sus dispositivos wearables, las redes sociales e internet en general. ¿Positivo o negativo? Desde luego es positivo, siempre y cuando la corresponsabilidad del paciente con su salud y el sistema sean las adecuadas.
Como paciente diabética, desde hace ya 20 años, he vivido muchas situaciones con mi compañera, pero una que siempre me llama la atención es la revisión anual. No es extraño, cuando voy a ver a mi endocrina, escuchar en la sala de espera a otras personas hablar sobre sus preocupaciones, miedos, buenos resultados o aquella etapa de descontrol que seguro que les ha pasado factura en la hemoglobina y que justo es la causa por la que están mal controlados. En definitiva, es fácil palpar el miedo al “¿me dirá mi doctora que está todo bien?” “¿He pasado el examen?” “Que no haya complicaciones, por favor”. Es un miedo que todos los pacientes tenemos y que incluso te pueden llevar a creer en lo más divino por tal de seguir sanos. Sin embargo, y decía que me llama la atención porque creo que es este momento en el que la corresponsabilidad del propio paciente con su salud y hacia el sistema más difieren a pesar de todo lo que hemos avanzado.
La tecnología es una gran ayuda, los relojes inteligentes, las apps más modernas, los ficheros con mejores gráficas, millones de datos y big data, chat boots, Whatsapp business, medidores continuos, etc que cobran importancia en el día a día pero que dejan de funcionar en esos 90 minutos que esperas en el hospital. La corresponsabilidad del paciente junto con la tecnología y su médico deben ser un tándem en el que no la usemos porque sí, sino porque nos aporte en nuestro cuidado diario y en las que nos basemos para seguir las indicaciones de nuestro médico para mejorar nuestra salud a futuro. De nada vale tener a nuestra disposición todo, si no lo invertimos adecuadamente. El sistema a su vez debe estar preparado para la vorágine digital y saber que estas pueden ser de gran ayuda si la educación diabetológica también enfoca una parte a la formación de los nuevos debutantes. El otro día leía una noticia de que el iwatch de Apple era capaz, gracias a varios parámetros, de detectar posibles nuevos pacientes tipo 2. Tenemos armas fantásticas que junto con los profesionales sanitarios y la implicación del paciente en su uso correcto y sabiendo cómo pueden mejorar sus resultados glucémicos, harían de la diabetes una enfermedad mucho más llevadera.
La corresponsabilidad del paciente con su salud y el sistema pasa, a mi parecer, por coger todas las herramientas que tenemos a nuestro alcance para registrar todos los datos posibles, analizarlos, compartirlos con nuestro médico y actuar en consecuencia, pues en esos noventa minutos no debemos olvidar que los datos recogidos nos muestran el papel responsable que tiene el paciente con su salud y como pequeños cambios pueden ser la gran diferencia.