Las glándulas suprarrenales segregan cortisol en respuesta a una crisis aguda. El resultado es un aumento temporal en la función inmune, pero si los niveles de cortisol permanecen altos, se ve comprometida la función inmune. El cortisol también afecta en la memoria a largo plazo, niveles crónicamente altos afectan la memoria y pueden conducir a cambios permanentes en el cerebro. Un exceso de cortisol está relacionado con la depresión. Elevados niveles de cortisol también contribuyen a la osteoporosis ya que extraen el calcio y otros minerales de los huesos e interfiere también con la fijación de éstos en el hueso.
Los niveles crónicamente elevados de cortisol puede aumentar la presión arterial sistólica y diastólica, y la resistencia a la insulina, todos éstos son factores de riesgo de enfermedad cardíaca.
En las ratas, los niveles elevados de cortisol llevan a lo que los investigadores llaman "comportamiento de búsqueda de alimentos" y hacer que el cuerpo acumule la grasa en el abdomen, generando un aumento de peso mayor que contribuyen al riesgo de un ataque al corazón y diabetes.
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