EL MOMENTO DE LA VERDAD: LA MÁXIMA EXPRESIÓN DEL ACONTECER EN EL AHORA



Me debía este artículo, me debía el placer de reconocer las palabras a medida que surgen en el teclado. Me debía el instante de silencio con mi propia esencia con el fin de expresar lo que acontece en este AHORA, a partir de un acontecer puramente causal.

Quiero compartir con Uds. una experiencia que me colma de sensaciones genuinas, algo muy vedado por estos tiempos.

Comenzó hace unos días junto con el incremento del frío mediante una brutal ola polar, ante la proximidad del invierno, aquí en el hemisferio sur, donde me encuentro transitando mi experiencia espacio tiempo llamada vida.

Desde hace unos años padezco de crisis asmáticas bastante recurrentes, muy a mi pesar, ya que no me gusta depender de ningún medicamento. Por favor, no lo tomen como una apología antimedicamentos porque no va por ahí el cariz de esta nota.

Asimismo, con el advenimiento de la pandemia y la crisis sanitaria, me he visto forzada por la vida a redirigir mis recursos profesionales a la modalidad online, cosa que pone en jaque todos mis esfuerzos anteriores por especializarme en un aspecto del tratamiento y que es en su naturaleza, presencial.

Canal de Youtube de por medio, redes sociales, etc, me vi "forzada" a complementar mis día a día con el aprendizaje a cerca del marketing digital, cursos para emprendedores, conocimientos básicos sobre copyrighting, etc, materias que no son precisamente mi "fuerte" en el aspecto ontológico de la palabra.

Mi zona de confort, fue, es y será siempre el contacto con un otro, con esa otredad que me lleva a indagar en mi propio ser para encontrar ese espacio interno que nos comulga a ambos con el fin de comprender un estado de cosas que "conspiran" para encontrar ese por qué a determinado suceso o conflicto interno. O simplemente, para darle un sentido a la vida.

Y aquí es donde retomo el comienzo de este escrito, cual ouróboro que muerde su propia cola, porque al igual que él o eso, nada tiene un comienzo ni un fin.



Como les decía, mi Talón de Aquiles son mis bronquios y en esto serán muchos los que me acompañen con atención a partir de ahora, por resonancia cognitiva o por simple curiosidad, tal vez...

Debido al clima, debido en parte también a problemas de cañerías explotadas dentro de mi departamento que provocaron una genuina "fauna y flora" de hongos en las paredes, en especial aquéllas más cercanas a mi dormitorio... cómo no, he sufrido de largos días de broncoespasmos seguidos con esa tos molesta que no dice nada pero estorba. O eso pensaba hasta hace unos momentos...

De verdad, como fisioterapeuta con orientación hacia la medicina oriental y como trabajadora en el estudio de lo "interno" constante y sonante, ¿cabría imaginarme que mi cuerpo no me estuviera hablando en su idioma más puro y simple?

Claro que no. Gracias a esta nueva realidad que nos mueve a revisar el foco de nuestros sistemas de creencias y modalidades automáticas por pura práctica, llevo varios meses de trabajo interno revisando una y otra vez qué podría estar haciendo mal o incorrectamente u omitiendo o, tal vez, exagerando en mi proceder mental, procesos que a veces se nos escapan de tanto querer verlos.

Y di con una llave que no esperaba ver con esta claridad meridiana: que aquéllo en lo que tanto me esfuerzo por querer abarcar y comprender, es lo que más escapa a mi comprensión. Por la sencilla razón de que lo que queremos comprender, inevitablemente lo enmarcamos dentro de nuestros propios sistemas de creencias, aquéllo de lo que pensamos y sentimos que es real y correcto.

A medida que más me esforzaba por salir del estado de "asfixia mental" más caía en ella. Y por lo tanto, me embargaba un estado de impotencia y acorralamiento del que no encontraba ni explicación, ni salida posible.

Pero probé algo diferente. Fue dejarme llevar por ese estado de asfixia, sin resistencia... en silencio.Y desde mi más pura inocencia pregunté: ¿qué provoca este estado en mí que no supe ver antes? ¿para qué atravesar esta espiral descendente que en apariencia no me lleva más que a la desesperación por encontrar una respuesta?

Y la respuesta vino. En forma de concepto al principio, luego con palabras más claras y contundentes. El trabajo interno es la herramienta, me dije. A la vez que es la causa, es el efecto de esa causa. Lo que me maravilló hasta las lágrimas fueron las palabras claras y precisas: "te estás pariendo sin un Padre ni una Madre. Que es el equivalente a indagar en uno mismo sin la ayuda o acompañamiento de un guía, un mentor. Estás haciendo un trabajo titánico por comprender el mundo externo, el de los sentidos, y el mundo interno del vacío del akasha tú sola".

Se me estranguló la garganta y no pude más que llorar -y aún lo sigo haciendo mientras escribo estas líneas- porque de pronto comprendí la circularidad del tiempo y sus mensajes. Ah... el Tiempo es un gran Maestro. No solamente nos espera con infinita paciencia a que descubramos sus mieles, si no que además nos acompaña en cada paso que damos en esta realidad transitoria y a la vez extremadamente densificada. Las respuestas están siempre PRESENTES, en el aquí y AHORA. No las esperes en el futuro, ya que éste será tu nuevo presente.

Hace unos meses, en este convulso 2021 en curso y con mucho todavía por enseñarnos, hice alusión a una amiga muy querida sobre mi trabajo interno. Le decía que sentía que estaba atravesando lo que se denomina en muchas culturas "la noche oscura del alma". Se trata del transcurso o conocimiento propio de la muerte de la personalidad egoica, o de la muerte y resurrección del Yo en su estado más cercano a la Verdad, la Fuente que Todo Es.

Esta aproximación es la etapa más dura de sobrellevar, ya que marca un antes y un después en la vida de cualquier ser humano. A veces se produce luego de la recuperación de una enfermedad grave, o de una crisis de fe, o de estilo de vida, etc. Son innumerables las causas que pueden llevar a una persona a querer poner fin a un estado de cosas y abrirse a una nueva realidad, más coherente y libre de juicios mentales.

Indagar en mi broncoespasmo, dejarme llevar por él y hacia él, verlo cara a cara y preguntarle: ¿qué tienes para mostrarme, qué te hace ser tan relevante para mí en estos momentos? fue la clave para dejarme caer en el agujero de la madriguera del conejo de Alicia (juro que no consumo alucinógenos de ninguna índole) para encontrar UNA respuesta de las tantas que seguramente seguiré encontrando a lo largo de mi vida.



De pronto recordé la soledad biográfica de mi propia historia, aquélla que me conté tantas veces y que hoy ya no tiene el sentido que le daba. Ya no siento que mis padres biográficos me "soltaran la mano" porque, a su manera, no comprendían mis necesidades de ser vista, reconocida por mis peculiares talentos. Querían una hija convencional, como casi todos los padres del mundo. Un/a hijo/a que encaje dentro del sistema y pueda cumplir con aquéllas expectativas depositadas en el/ella. Es lo que hacen casi todos los padres, no los juzguemos. Ellos recibieron seguramente la misma lectura de sus propios progenitores y estos de los suyos y así hasta el comienzo de la Humanidad.

Hoy me siento aliviada dentro de mi propia incomodidad física, aunque la calma me invade con cada palabra que vuelco en la pantalla.

Cuántos de nosotros estamos pasando por algo similar sin poder ponerle palabras ni emociones. Nos agobiamos a nosotros mismos queriendo cumplir expectativas ajenas, ya sea de nuestras parejas, hijos, padres, jefes, pacientes, consultantes, referentes culturales o religiosos, referentes youtubers que aconsejan tips para "posicionarnos mejor" en las redes, etc., etc., sumado al incremento de la influencia que la inteligencia artificial está operando sibilinamente en nosotros.

Me esfuerzo por comprender estos cambios, aceptar que un logartimo pueda decidir si me vuelvo más viral o por lo menos visible, o si me perderé en el ciber espacio, a la deriva en la inmensidad de la noche.



No me queda mucho más por decir, excepto que agradezco el lenguaje de mi cuerpo, mi escucha atrevida y abierta para con él; agradecida con mi alma por entregarme semejante mensaje de Esperanza y Amor: que no estamos solos, que somos nuestros propio Padre / Madre, que estamos pariendo una nueva Humanidad y que vale la pena el viaje, con todos sus altibajos e incertidumbres. En mi humilde ejemplo, mis bronquios me hablaban de todas las lágrimas que no derramé por mucho tiempo por querer permanecer estoica y al pie del cañón, para tender una mano a quien la pueda necesitar, desde mi "lugar" de terapeuta.

Pero, qué mejor manera de abrir ese espacio entre nosotros que desde la vulnerabilidad, desde la emoción más pura y obvia, esa que surge del desconocimiento de lo que Es, el reconocimiento de que en realidad no sabemos nada de nada y que el viaje consiste en PERMITIRSE esa ignorancia, porque sólo así se puede llegar a vacío, Aquél que anida en nuestro centro cuando nos despojamos de lo que NO somos.



Gracias, gracias, gracias!

Te recomiendo la lectura de otro de mis artículos: Resiliencia: el salto de consciencia necesario para adaptarse a los cambios que vienen

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Saludos cordiales,




Mariel Alabarcez

Terapeuta Zen Shiatsu

Desarrollo Personal




CABA, Argentina



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