La inflamación en los tendones es causadas por diversas razones. Entonces, podemos entender las tendinitis como inflamaciones de los tendones. Éstos son unas estructuras fibrosas que se encargan de transmitir la fuerza que genera el músculo a las piezas óseas o viscerales que efectuarán el movimiento.
El tendón tiene mayor densidad que el vientre muscular lo cual hace que su capacidad de estiramiento sea menor. Es por ello que el sufrimiento que padecen estas estructuras ante movimientos repetidos y pesados sea mayor que el que soporta el mismo músculo.
Malos hábitos
La principal causa de tendinitis son los movimientos abusivos realizados de mala manera tanto en la vida diaria como en la práctica deportiva. Pero no es una causa única, en ocasiones, alguna infección próxima, caídas u otras patologías asociadas pueden desencadenar esta lesión (artritis, artrosis).
El tendón permite la movilidad del cuerpo sirviendo como nexo entre músculo y hueso para permitir articular. Por ello, la mayoría de los síntomas se relacionan con el dolor y con la impotencia funcional a la hora de hacer algún movimiento y el aumento de las molestias al intentar realizarlo. Los dolores pueden agudizarse en el transcurso de la noche por el trabajo que realiza durante todo el día el tendón y también puede aparecer una tumefacción o inflamación visible si no se frena a tiempo.
Un tratamiento a medida
El tratamiento de la tendinitis dependerá de su causa, pues es imprescindible tratar el porqué antes que la propia lesión, para conseguir la mayor efectividad posible. Asimismo, también depende del tipo de tendón que se encuentre lesionado y de su localización.
Como pautas generales para el cuidado de esta dolencia, podemos incluir medidas para combatir la inflamación desde todos sus ángulos. Esto conlleva la toma de medicamentos, la ayuda fisioterapéutica, la aplicación de contrastes frío-calor, y llevar a cabo un reposo relativo.
En un primer momento, y en la fase aguda de la lesión, es conveniente realizar una pauta de reposo relativo, hielo y antiinflamatorios hasta que el dolor vaya disminuyendo. Progresivamente, iremos aumentando los recursos para el tratamiento incluyendo fortalecimiento y estiramiento de la musculatura implicada, medidas locales para la inflamación (masajes, ultrasonidos, movilizaciones), y reeducación de las posturas que pueden provocar el daño al tendón. Si esto no diera resultado podemos recurrir a un tratamiento menos conservador que requiriera infiltraciones y, en algunos casos concretos, incluso cirugía reparadora, pues las fibras del tendón pueden quedar dañadas.
Raúl Bravo Jiménez
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