En la mayoría de los casos, cuando alguien tiene síntomas de alergia es porque su cuerpo presenta una reacción contra un alérgeno con el que ha estado en contacto. Pero en algunos, hay personas que desarrollan esa sintomatología sin ser la consecuencia de la sensibilidad a alguna partícula. Se trata de los casos de alergias psicosomáticas, es decir, en las que el propio paciente se sugestiona y acaba desarrollando los mismos problemas que un paciente ordinario.
Lo cierto es que la mente y el estado en el que ésta se encuentre tienen un poder absoluto sobre el cuerpo, no en vano el cerebro es el órgano que dirige absolutamente todas las reacciones que tenemos. Por ejemplo, si padecemos una enfermedad, el desarrollo e incluso la curación de ésta dependerá mucho de “cómo se lo tome” nuestra cabeza.
O también, si estamos convencidos de que un medicamento nos sanará, es más fácil que este lo haga. Respecto a eso, es importante el “efecto placebo” que se utiliza en algunas pruebas de medicamentos nuevos para saber si la mezcla surte efecto en realidad o sí los individuos de la muestra están sugestionados. Y este es el caso también de lo que pasa con algunos casos de alergia. La persona se empeña en desarrollar sensibilidad ante uno o varios alérgenos y, al final, acaba padeciendo tos, estornudos, irritaciones y demás síntomas alérgicos, aunque utilice sistemas purificadores de aire como éstos.
La única forma de distinguir un proceso real, de uno sugestionado es consultar a un alergólogo para realizarnos la prueba de la alergia. En este tipo de pruebas, se estudia la reacción ante diferentes sustancias que el paciente no identifica. Al no saber a qué alérgeno se le está exponiendo, no puede forzarse a sí mismo a desarrollar síntomas, con lo que se descarta la posibilidad de que su alergia sea psicosomática. De esta manera, se comprobará ante qué alérgenos reacciona.
Si los resultados demuestran que la dolencia es producto de nuestra mente, la medida que tomará el alergólogo será recetarnos un medicamento, un placebo que nos “cure”. Si es necesaria la intervención de un psicólogo experto en este tipo de enfermedades, hay varias formar de tratar la sugestión, como la terapia o la hipnosis.