Hoy vengo un poco mística, por llamarlo de alguna forma amable. Quizás has notado que estoy algo más ausente, que el ritmo de publicaciones tanto en el blog como en redes ha bajado, y es que las últimas semanas de trabajo están siendo más agotadoras de lo habitual. Las prisas y la multitud de frentes abiertos resultan estresantes y agotadores, y acabo echa polvo.
Seguro que te ha pasado en algún momento. Nuestros días están llenos de prisas, trabajo, llamadas, correos urgentes, las tareas del hogar y/o cuidar de los hijos, si tienes blog, sumas además el preparar contenidos, y no hablamos de la presencia en redes sociales; quizás también haces deporte, porque además de triunfar en la vida tienes que estar guapa y en forma; haces planes con gente, e intentas cuadrar agendas y cada vez es más complicado, entre los compromisos de cualquier tipo -amistades, pareja, familia-. Quizás has decidido formarte en algo y tienes que estudiar. O tienes tu propia empresa e tienes que invertir horas y horas en ella... ¿sigo sumando? ¿te suena, verdad? ¿Qué haces tú en esos momentos?
Yo, con el tiempo, he aprendido que lo que mejor me funciona, es desconectar, y dedicarme a no hacer nada, durante unos minutos.
¿Qué beneficios tiene el no hacer nada?
Creo que estamos acostumbrados, quizás por influencia de la sociedad en que vivimos, a que no hacer nada es negativo, que es perder el tiempo y precisamente el tiempo es de lo más justito; pero todo lo contrario.
Cuando me refiero a no hacer nada, estoy hablando de momentos (más o menos largos) en los que calmo a mi mente, freno el ritmo. Dejo de pensar en lo que tengo que hacer. Dejo de pensar en objetivos, en listas de tareas. Desconecto. Desconectar me permite tomar distancia de los problemas, aunque sea momentaneamente, escuchar a mi cuerpo y mi mente.
Tomar conciencia de que es necesario desconectar en nuestra vida es complicado a veces. Si a ti te pasa, quizás conociendo en qué te puede beneficiar, te ayude a dar el paso.
Cuando vaciamos nuestra mente creamos espacio para que surjan nuevas ideas, para ser más productivos, creativos. Dejamos de centrarnos en aquello que nos consume, porque al final va creciendo y creciendo y nos agota. Si estamos estimulando constantemente a nuestra mente, dándole vueltas a las ideas, acumulando tareas, acabamos agotando a nuestro sistema nervioso (y ya se sabe que el estrés causa bastantes problemas de salud, a la larga).
El mejor simil que se me ocurre es como cuando el móvil comienza a ir lento, y decides empezar a cerrar aplicaciones, y a liberar espacio. En cuanto liberas a la RAM del móvil de trabajar en muchas tareas, comienza a funcionar mejor. Pues sería algo parecido: si estamos continuamente exigiéndole a nuestra cabeza mucho esfuerzo, conforme se va cansando, el trabajo sale peor, nos equivocamos con más facilidad, vamos más lento, o somos menos productivos.
Desconectar nos beneficia físicamente, por supuesto, con un ritmo cardiaco más relajado, una mejor digestión, tendremos mejor humor en general, lo que nos afecta psicológicamente. Además, relajarse permite al cerebro rellenar sus niveles de glucosa y oxígeno, lo que permite que mejore sus procesos, nos hace sentir más despejados y descansados, y tenemos mayor confianza en nuestras decisiones.
¿Cómo podemos sacar estos ratitos de desconexión en nuestros días?
No te preocupes, no necesitas ser un monje para poder desconectar. Ni tampoco te voy a contar ahora que necesitas sentarte a meditar durante horas. Podemos crear pequeños momentos de mindfulness en nuestro día a día, sin variar apenas nuestra agenda. Sólo se trata de escoger momentos que nos permitan desconectar de todo el ajetreo mental. Poniéndolos en práctica, a lo largo del día, notarás los efectos.
Te doy algunos ejemplos:
Aprovecha el momento de la ducha y trabaja tu atención. No pienses en las tareas que tienes por delante, céntrate sólo en el momento de la ducha. Es tan fácil como prestar atención a las partes de tu cuerpo que estás lavando, las sensaciones que tienes (el olor del jabón, la temperatura del agua, el tacto de tu piel), parte por parte. No vas a necesitar tiempo extra, simplemente se trata de enfocarte en lo que ya estás haciendo.
Descansos de 5 minutos con meditación. No se trata de ponerte en la postura del loto y recitar mantras. Esta meditación consiste en relajar el cuerpo, respirar profundo y guiar a tu cabeza, enfocar tus pensamientos en algo muy concreto, para alejarlo de los demás pensamientos. Yo uso esta app que te hace una meditación guiada, para hacer mini-descansos durante el trabajo. Puedes estar desde 2 minutos, hasta 20 (¿quién no tiene 2 minutos para desconectar?). Ponte los cascos, dale al play, cierra los ojos y sumérgete.
Da un paseo. Siempre me ha parecido una técnica ideal para desconectar y de paso, hacer ejercicio. Sal a caminar y ve fijándote en el entorno, la gente con la que coincides, el cielo, el tiempo, o tus propios pasos. Además, siempre es buen momento para sumar kilómetros para ir #hastalaluna conmigo ¿verdad?
Fregar los platos. Sí, como lo lees. Tan sólo tienes que centrarte en qué estás haciendo, en las superficies, los movimientos que estás realizando, el olor del jabón, la temperatura del agua. Aquí te aseguras al menos otros 5 - 10 minutos de desconexión. ¡Y con el beneficio de que se queda la cocina despejada! (Otras tareas del hogar también sirven pero esta me ha parecido un ejemplo muy claro)
En momentos de estrés ¿qué tácticas pones tú en práctica? ¿Has probado la meditación alguna vez? ¿Te animas a probar la app y desconectar durante 2 minutos?
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