¿Sabemos lo que quiere decirnos la etiqueta de los alimentos?
Alimentos precocinados, bollería industrial, snaks de todos los tamaños y colores...muchos están ahora pensando: ‘comida basura’. Pues bien, estos alimentos son los reyes de las estanterias del supermercado, esos que miramos una vez, volvemos a mirar, nos autoconvencemos de no comprar por nuestra salud, o por no quedar mal delante de unos niños a los que intentamos educar. El caso es que llegamos a casa y ¡sorpresa!, la bolsa de patatas acabó en el carro otra vez. Comprobamos el resto de la compra y bueno, al menos tenemos algunos yogures con 0% de materia grasa, bebidas light, galletas sin azúcar, fiambre bajo en sal….espera, si hasta esa temida bolsa de patatas dice que usa 100% aceite de oliva. Voy a leer la etiqueta a ver si me aclaro. ¿Estás preparado?, ¿sabes lo que de verdad dice la etiqueta de los alimentos?
Se supone que las etiquetas nos debe contar muchas cosas, pero a la vista de la gran demanda de productos precocinados e industrializados, pienso que la desinformación es la nota más alta, una de dos, o lo que cuentan las etiquetas no es toda la verdad, o no existe un conocimiento, por parte de los ciudadanos, de que significa lo que en el etiquetado se expresa. Puede que ambas cosas, o ¿puede que todo sea un excelente trabajo de marketing para contarnos la verdad de una forma mucho menos dolorosa?
Cuando veo en la cola del supermercado carros llenos de pizzas, bollería, refrescos de azúcar, snaks o zumos artificiales me reafirmo en mi opinión de que no somos consciente de lo que comemos, o aún peor, no sabemos realmente de la importancia que tiene cuidar la alimentación para tener una vida saludable ahora y siempre. No quiero ni recordar cuando junto a esos carros veo niños inocentes que ignoran que esos hábitos que están asentando ahora marcarán su salud en el futuro.
Casi nunca veo fruta, ni calabacines, ni ensaladas, ni nada que me indique que en ese hogar se cocine, a diario e incluso voy a más, no veo por ningún lado que la buena alimentación tenga un hueco entre ellos ¿Qué pasará con la salud de esos niños en un futuro?. Me pregunto por la de los niños, porque la de los padres la tengo delante de mis ojos, obesidad, cintura muy por encima de los 85-95 cm. recomendados, rodillas sobrecargadas por el exceso de peso, es decir en poco tiempo serán personas con uno o más trastornos derivados de la alimentación como pueden ser diabetes, colesterol, hipertensión y movilidad dificultosa debido a la sobrecarga a la que su cuerpo, a pesar de no superar los 40 años, lleva años sometido.
El mensaje que recibimos es el que nos da la etiqueta.
Todo esto, no tiene más remedio que resultarme extraño, ya que la información que hoy en día se tiene sobre cualquier tema es, diría yo, casi excesiva, ¿qué pasa con las normas básicas de la comunicación, emisor-mensaje-receptor? ¿Que falla? yo diría que los tres, por una parte, el:
Emisor: se limita simplemente a decir lo mínimo que la ley exige que ha de indicar en las etiquetas, pone en letras grandes todo aquello que su producto lleva que se puede considerar “saludable” , en muchos casos son cosas obvias que no aportan nada a la información del producto, pues indicar que la leche lleva calcio, que el zumo de naranja tiene vitamina C, resulta algo redundante.
También indica con letras grandes lo que no lleva, por ejemplo “Sin gluten”, como si el gluten fuera el malo de la película, ¡claro que no ha de llevar gluten! si estamos hablando de un alimento que no es un cereal, ¿por qué ha de recalcarlo?, simplemente porque sabe que la sociedad está sensibilizada por la palabra “gluten”, como si el gluten no fuera también una pieza importante en la alimentación, bastante tienen aquellas personas que por padecer intolerancia a esta proteína no pueden tomarla.
Y ponen en letra pequeña, casi ilegible, el verdadero “monstruo”, aquellos ingredientes que perjudican la salud, el exceso de sodio, de azúcares, conservantes, colorantes, saborizantes, espesantes, y todos los “antes” que suelen llevar la comida industrialiazada.
En definitiva una obra maestra de marketing de las fábricas alimenticias, que ha sabido hacer muy bien su trabajo, el nuestro, es estar informados y saber que necesita nuestro cuerpo y cuanto y en que forma se lo estamos proporcionando.
Mensaje: como ya hemos mencionado anteriormente, el mensaje no es claro, no se especifica todos los ingredientes del producto, ni por supuesto en que cantidades se encuentra y se recalca todo aquello que obviamente es una cualidad intrínseca del producto. El mensaje es el que debe ser; si queremos vender el famoso pero anticuado walkman no vamos a decir ‘ya no sirve para nada’, diremos que es una joya que nos transportará a los maravillosos años 80 y que nos permitirá escuchar esos cassettes olvidados. El verdadero problema está en la formación del receptor.
Receptor: el receptor actual es alguien con poco tiempo, que en la mayoría de los casos no sabe cocinar y cuya economía no le permite ir a comer a restaurantes de calidad o tener una persona en casa que se ocupe de la alimentación familia, por lo que todo lo que sea fácil, rápido de preparar y a precios muy competitivos, le suena a música celestial. Si a todo esto le unimos la publicidad y las llamativas estanterías junto con una pobre educación nutricional, tenemos ya la ecuación del problema. A pesar de todo tenemos a mano suficiente ayuda e información cómo para conocer lo básico de la complicada etiqueta de los alimentos.
Light, bajo en calorías, bajo en grasa, en sal?¿Qué significa?
Según la ley solamente podrá declararse que un alimento posee un bajo valor energético si el producto no contiene más de 40 kcal por cada 100 gr en el caso de los sólidos o más de 20 kcal cada 100 ml en el caso de los líquidos. Libre de calorías si tiene menos de 4 Kcal, es el caso de los edulcorantes. Y bajo en calorías o light si tiene un tercio de las calorías que tiene otros productos homólogos.
Por otra parte, solamente podrá declararse que un alimento posee un bajo contenido en grasa si no contiene más de 3 g de grasa por 100 g en el caso de los sólidos y 1,5 g de grasa por 100 ml en el caso de los líquidos. Y solamente podrá decirse que un alimento no contiene grasa si no lleva más de 0,5 g de grasa por 100 g o 100 ml.
Fuente: Blog Onda Cero
Ocurre algo parecido que con las cervezas sin alcohol (que en realidad si que tienen pero en cantidades insignificantes), y las cervezas 0.0 que no poseen nada de alcohol. ¿Os suena esa frase de ‘sin azúcares añadidos‘? Leed de nuevo con atención. No quiere decir que no tenga azúcar, significa que no se le han añadido nuevos azúcares a los que de por sí posee como propios el producto en cuestión.
Lo básico que debemos considerar del etiquetado
Dando por sentado que lo más importante y quizás algo que ya por costumbre pasa demasiado desapercibido, es tomar nota de los ingredientes y el modo correcto de conservación, también estaría bien si aprendemos a interpretar los siguientes puntos:
Tamaño de la porción: esto puede darnos una idea del tamaño de la ración que debemos tomar. Es verdad que en determinados productos tomamos la ración recomendada, pero en muchos otros no somos capaces de imaginar cuanto nos hemos pasado, por ejemplo, las patatas fritas con las que comenzábamos el post.
Kcal o aporte energético: como en casi todo el envase, en la etiqueta nutricional el marketing también trabaja para hacer el producto más saludable a la vista de nosotros consumidores. Debemos centrar los esfuerzos en conocer el aporte energético de cada porción, si esta es similar a la ración recomendada. A veces resulta difícil porque son muchas las formas de expresar este dato y por eso quizás debemos tener en cuenta la ración que tomamos y calcular prestando atención a las calorías brindadas por cada 100 gramos. Éste último dato es muy importante sobre todo si estamos inmersos en una dieta para adelgazar ya que un producto que tenga más de 200 Kcal por cada 100 gramos es concentrado en energía.
Aporte de grasas: es uno de los elementos fundamentales a tener en cuenta para llevar una dieta saludable. Miraremos los gramos de grasas por cada 100 gramos de alimento, siendo siempre recomendable que el producto no supere el 30%. Aunque si queremos una dieta baja en grasas lo ideal es escoger ingredientes con menos de 10 gramos de grasas por cada 100 gramos de alimento. Asimismo, sobre todo cuando el aporte de grasas es significativo, no podemos dejar de mirar cuáles son las grasas que brinda el alimento, ya que el predominio de grasas saturadas nos hablará de un producto desaconsejable si queremos cuidar la salud y el colesterol en sangre, mientras que un producto cuyas grasas son en su mayoría ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados será beneficioso para el organismo en conjunto. No podemos olvidar mirar si posee grasas trans, para ello, miraremos con detenimiento la información nutricional y además, revisaremos sus ingredientes: si figura entre ellos aceite vegetal hidrogenado o parcialmente hidrogenado, el producto posee grasas trans. Las grasas trans son las más perjudiciales para nuestra salud, se usan para alargar la vida de los alimentos y aumentan el colesterol malo y los triglicéridos. Fuente: www.directoalpaladar.com
Hidratos de carbono: Mejor si comprobamos también por cada 100 gramos. A veces se detallan cuanto del total de los hidratos son azúcares, siendo aconsejable que la mayor parte de los productos que adquirimos no presenten más de un 10% de azúcares. Cuando este dato sobre los azúcares presente en los hidratos no se aporta, podemos remitirnos a sus ingredientes y ver si presenta azúcar, fructosa, sacarosa o miel entre sus ingredientes. Si figuran estos últimos entre los ingredientes, debemos cuidarnos en caso de nivel de triglicéridos altos o diabetes por ejemplo.
De todo esto se deduce que hemos de ser conscientes de la importancia de aprender a leer e interpretar las etiquetas, y sobre todo saber ir a lo importante que en ella se dice y no dejarnos cegar por todo el barullo de llamadas y colores que presentan los envases para desviar nuestra atención de la función principal de la misma, saber que alimentos deben y que alimentos no deben incluirse en nuestro carro de la compra.
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