El Sistema De Vida Moderno Y Los Antioxidantes

Los antioxidantes, encargados de acompañarnos en nuestro viable proyecto antienvejecimiento, serán los que nos ayudaran a que parte de nuestros sistemas (inmunológico, circulatorio, hormonal, etc.) reviertan en ser más efectivos. Un antioxidante, como ya dice su nombre,  es una molécula que tiene como valioso resultado el prevenir la oxidación de otras. Nuestro organismo es capaz de producir de forma natural antioxidantes, del mismo modo estas propias sustancias pueden estar presentes en numerosos alimentos. Los antioxidantes nos protegen de otros elementos perniciosos llamados radicales libres, causantes de los procesos de envejecimiento, además de otros trastornos metabólicos  y diferentes enfermedades. ¿Y qué son los radicales libres? Químicamente hablando son moléculas inestables en las que alguno de sus átomos tiene algún electrón con la capacidad de combinarse, lo que da lugar a que sean reactivos. Un radical libre circula por el organismo intentando captar otro electrón de un átomo más estable, con el fin de poder alcanzar su propia estabilidad electroquímica, desarrollando así nocivas reacciones en cadena destructoras de las células. El gran beneficio de los antioxidantes es su potencial para combatir esta situación, debido a la similitud en su estructura atómica, los antioxidantes actúan mediante la donación de electrones a los radicales libres pobres en ellos  y este intercambio evita que los nocivos radicales libres tomen electrones de células sanas y las acaben dañando.


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Todos los seres vivos nos oxidamos porque necesitamos respirar, se producen radicales libres en todas las reacciones bioquímicas necesarias para utilizar en nuestro provecho el oxígeno, imprescindible para el metabolismo de la obtención de energía celular. El simple acto natural y cotidiano de respirar ya nos oxida, es un hecho intrínseco a la vida aunque resulte paradójico. Al daño celular, producido por la función elemental de llevar a cabo la respiración tenemos que añadirle otros factores, los cuales hacen que vayamos generando y acumulando, a veces peligrosamente, más cantidad de radicales libres. La mayor producción de éstos elementos se origina durante las reacciones metabólicas para la obtención de energía pero también con en el ejercicio intenso, exposición a radiaciones como los rayos solares, polución ambiental, humo del tabaco, etc. A pesar de todo, el organismo dispone de sus propios recursos, de sistemas antioxidantes que nos permitirán compensar en gran parte los efectos negativos de los radicales libres. Los antioxidantes nos ayudan a retrasar el proceso de envejecimiento, combatiendo y neutralizando los efectos de la degeneración y muerte de las células provocados por los radicales libres. Como ya hemos visto, nuestro cuerpo dispone de un sistema eficaz para controlar a estos perniciosos elementos, y cuanto más sano lo mantengamos más efectivo será.  Los antioxidantes asimismo se encuentran ampliamente distribuidos en los alimentos, sobre todo en las frutas y verduras frescas. 


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El sistema de vida moderno (claro está que me refiero de forma exclusiva al sistema de vida de las sociedades que llamamos  avanzadas) facilita y mejora en gran medida nuestra calidad de vida, en relación a cubrir nuestras necesidades básicas, no tenemos escasez de alimentos, podemos disponer de ellos a cualquier hora y en cualquier lugar, podemos elegir qué es lo que queremos comer, tenemos todo tipo de comodidades, disponemos de todo lo necesario para llevar una buena higiene, y al final tenemos médicos y medicinas  por si algo falla a pesar de todo. Pero el sistema de vida moderno y me sigo refiriendo únicamente al sistema de vida de las sociedades avanzadas, junto a todos los beneficios que nos facilita, a cambio por desgracia, le acompañan una cantidad importante de inconvenientes. Algunos a tener en cuenta podrían ser: la polución ambiental del aire que nos obliga en cada inspiración a tragarnos gases y partículas de contaminación volcadas artificialmente a la atmósfera por nuestros automóviles, fabricas, calefacciones, aviones, barcos, gases de la ganadería, etc. A esto hay que añadir el efecto producido en la reducción de la capa de ozono que traerá consigo una serie de consecuencias negativas, al llegar más carga de radiación a la superficie de la tierra.

Por desgracia, podríamos continuar largo y tendido con la descripción de los efectos negativos de la contaminación en la atmósfera, pero ahora toca el turno a  las aguas. Ya sean de mar, de rio, subterráneas, del grifo o embotelladas.  A los mares y océanos van a parar gran parte de los vertidos urbanos e industriales, no sólo reciben las aguas residuales, sino que, en muchas ocasiones los utilizamos como un inmenso vertedero para arrojar las basuras o incluso los residuos radiactivos, a todo esto añadir los accidentes y desastres de plataformas y barcos petrolíferos. Parte de las industrias vierten al mar sustancias altamente tóxicas: cobre, plomo, mercurio, entre otras. Estos metales suelen ser acumulativos, la ingestión continúa de pequeñas cantidades, al cabo del tiempo pueden llegar a alcanzar elevadas concentraciones de metales instalados en los tejidos de cada uno de  los organismos vivos, estas sustancias tóxicas acaban siendo ingeridas y depositadas en el cuerpo de los peces, siguiendo la cadena alimenticia, estos posteriormente acabarán siendo consumidos por nosotros. La mayoría de los ríos también sufren de la contaminación industrial, agrícola, ganadera entre otras y al final de todas formas su destino final acabará siendo el mar, contribuyendo a aumentar los desechos volcados en él. Las aguas subterráneas suelen ser más difíciles de contaminar que las superficiales, pero cuando esta contaminación se produce también se hace más difícil de erradicar. Lixiviados de vertederos, residuos urbanos e industriales, fugas de aguas residuales que se infiltran en el terreno, fosas sépticas y acumulaciones de purinas procedentes de las granjas, uso excesivo de pesticidas y fertilizantes, etc. Todo contribuye a la contaminación de estas aguas. El agua corriente del grifo no se salva de los inconvenientes de la vida moderna, a pesar de que se añade cloro como posible ventaja de desinfección frente a microorganismos, este da lugar a la formación de ciertos compuestos tóxicos que pueden producir cáncer y aceleran el envejecimiento, incluso el agua envasada en recipientes de plástico también presenta tóxicos a causa del contacto del agua con el recipiente de plástico. Ya vemos que actualmente estamos altamente expuestos a sustancias tóxicas como nunca antes. Desde que el ser humano puebla el planeta nunca había estado en contacto con tal cantidad de elementos que atentan contra nuestra salud. Con todo lo anteriormente expuesto no pretendo crear ningún alarmismo y preocuparnos en exceso, únicamente deseo ponerlo en conocimiento, para que tengamos presente y seamos conscientes de los múltiples y diferentes riesgos que existen para nuestra salud, peligros a los que estamos expuestos diariamente. Únicamente trato de facilitar una respuesta y hacer comprender por qué sería  aconsejable  el uso de antioxidantes en forma de suplementos para complementar nuestra alimentación. Una alimentación equilibrada hace tan solo 100 años, cuando el mundo no padecía de la inmensa contaminación en todos los ecosistemas del planeta, sí que se mostraría efectiva para  mantenernos sanos y sin necesidad de recurrir a los antioxidantes. Sin embargo, todavía nos queda por hacer referencia al tema de los  nutrientes presentes en los alimentos. Aquí como en lo tratado con anterioridad, veremos las ventajas y los inconvenientes que nos depara la vida moderna. A nivel de alimentación, el progreso y la industria nos han posibilitado, puntualizo en las sociedades avanzadas, un fácil y rápido acceso a los alimentos, no tenemos problemas para conseguirlos, lo tenemos tan fácil que  incluso comemos más de lo que necesitamos. Esta es la gran ventaja, en nuestras sociedades prácticamente nadie pasa hambre, tenemos a nuestra disposición toda la comida que queramos o podamos comprar. El inconveniente, siempre lo hay, aunque en este caso no debiera, y se tendrían que extremar todas las precauciones para que esto no sucediese. Resulta que para lograr obtener este nivel de bienestar volvemos en cierta manera a lo explicado anteriormente, pero esta vez no toca hablar de contaminación y de residuos tóxicos, sino otro tipo de toxinas y carencias nutritivas presentes en los propios alimentos.


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Empezaremos por los de origen vegetal. Los alimentos vegetales (verduras, frutas, cereales, legumbres, etc.) cuando son producidos de forma masiva e industrial, nos conducen a  sobreexplotar las tierras donde son cultivados, lo cual nos lleva a un empobrecimiento de los nutrientes del terreno, necesarios para alimentar y hacer crecer a las plantas. La solución que encontramos a esto no es otra que añadir sustancias fertilizantes a los suelos para proporcionar a los productos agrícolas de algo que ya no pueden de forma natural absorber del terreno, lo que nos lleva a  contaminar con estos productos químicos los suelos, el agua y los propios alimentos. Los pesticidas, otro tipo de productos químicos usados en la agricultura para prevenir y combatir las plagas de insectos, los acabamos encontrando, consumiendo y asimilando cotidianamente junto con los alimentos ordinarios que complementan nuestra dieta cotidiana. Por otra parte, gracias al procesado de los alimentos disponemos de muchos productos, que de no ser por esta técnica no podríamos consumir con una cierta confianza. Sin lugar a dudas, sin este método no tendríamos a nuestra disposición la gran variedad de productos alimenticios que encontramos en los supermercados y en las tiendas. El almacenamiento en cámaras de congelación, refrigeración, los procesos de pasteurización y esterilización, la adicción de conservantes, etc. Hacen posible que los alimentos puedan estar disponibles durante largos periodos de tiempo y en todas las épocas del año, a pesar de que en la mayoría de los casos se pierda durante estos procesos una gran parte de las propiedades nutritivas, sobre todo cuando hablamos de unos ingredientes que consideramos tan importantes y vitales, como pueden ser las  vitaminas y minerales, donde pertenecen gran parte de los antioxidantes. Los aditivos añadidos a los comestibles cumplen una función importante al preservar la frescura, seguridad, sabor, aspecto y textura de los alimentos procesados. Los colorantes, conservantes, espesantes, etc. Y las grasas parcialmente o totalmente hidrogenadas, todo es simultáneamente consumido junto a los alimentos que nos procuramos cada día, algunos aditivos son totalmente inocuos, otros no tanto, dependiendo de la concentración y cantidad diaria consumida y otros reconocidamente dañinos pero con la justificación de que son necesarios para la conservación de los alimentos. Si todo esto, de por sí no fuera ya preocupante, el tema de las carnes es caso aparte. El uso masivo de anabolizantes, antibióticos y otros productos de uso veterinario para acelerar el crecimiento y engorde también pueden provocar intoxicaciones alimentarias y resistencias antibióticas. Todo esto sin contar las pobres y deplorables condiciones a que se ven sometidos los animalespara la producción intensiva de carne, leche, huevos, etc. Que personalmente y de forma lamentable pienso a casi nadie parece importar, ni se tiene el más mínimo interés en conocer. Una vez sacrificados los animales para la conservación de las carnes e inhibir el crecimiento de bacterias se utilizan unos tipos de conservantes, denominados nitritos y nitratos sustancias demostradas como potencialmente cancerígenas al convertirse dentro de nuestro organismo en nitrosaminas. Como conclusión y para rematar este tema tan poco halagüeño, nos queda por ultimo mencionar el cultivo y consumo de los alimentos transgénicos. Un alimento transgénico es aquel que ha sido producido artificialmente a partir de un organismo modificado genéticamente. El mayor riesgo que presentan los alimentos transgénicos, es el del desconocimiento de las consecuencias de su utilización a largo plazo ya que es difícil predecir los efectos de la introducción de un gen, o de varios genes, tendrán sobre un organismo, sobre nuestra salud o el medioambiente.  Después de todo lo expuesto, hemos podido ver la extensa manipulación a la que se ven sometidos los alimentos desde que se crean hasta que llegan nuestro hogar y por si fuera poco aún queda nuestra propia aportación personal a la pérdida de nutrientes en los comestibles. A la hora de tratar, conservar, preparar y cocinar los alimentos no nos preocupamos lo suficiente de mantener intactas sus propiedades,   conservarlos en lugares adecuados y a temperaturas correctas, la forma de cocinarlos y prepararlos puede hacer que pierdan muchas de sus cualidades nutritivas. Ahora ya se me entenderá cuando digo que cada vez estamos más expuestos a llevar una dieta oxidante, cuando a lo mejor creemos y estamos convencidos de que nos estamos alimentando de forma correcta, y puede ser que en teoría así sea, que incluso los productos alimenticios que consumimos sean los adecuados. Lo que ocurre es que no conocemos toda la verdad sobre cómo están manipulados estos alimentos. La dieta típica occidental se caracteriza por un desequilibrio entre la carga oxidante y los elementos antioxidantes protectores (vitaminas C y E, carotenos, ciertos minerales y oligoelementos). Esto ocurre cuando la alimentación es pobre en alimentos integrales y vegetales frescos, en cambio es rica en alimentos procesados, refinados, desvitalizados, demasiado cocinados, etc. Los que piensan que se alimentan con una dieta correcta, sana, equilibrada, completa y sin sustancias tóxicas seguramente no se dan cuenta de que eso es imposible. A pesar de creer que podamos llevar una dieta totalmente saludable seguro que eso no es del todo cierto. Aun estando convencidos de que llevamos una dieta súper adecuada a nuestras necesidades, perfecta de calorías, perfecta en nutrientes básicos, la realidad es que nunca será todo lo beneficiosa y completa que creemos, porque si hiciésemos un recuento de vitaminas y minerales seguro que las cantidades encontradas en los alimentos no coincidirían con el valor teórico que deberían tener, a eso no hay que olvidar añadir todo lo comentado anteriormente donde pensamos que llevamos una dieta saludable en realidad va acompañada de aditivos, residuos químicos de diversa índole, modificaciones químicas y transgénicas. Las características de la vida moderna, la que nos toca vivir en esta actualidad, ciertamente nos han aportado bienestar y grandes avances y mejoras en muchos campos, pero también es cierto que junto a estas ventajas, vienen de la mano una serie de inconvenientes y algunos de ellos muy graves. Al menos, por suerte cada vez hay más personas que se dan cuenta de esto. Cada vez es más fácil y asequible conseguir alimentos menos manipulados, fabricados y elaborados de forma natural intentando que conserven al máximo sus propiedades y evitando el tener que añadir sustancias extrañas. Los productos ecológicos, también llamados, biológicos, orgánicos, son aquellos productos naturales obtenidos sin la utilización de productos químicos. Estos productos naturales, ya sean procesados o no, productos cárnicos, agrícolas, vinos y bebidas, ninguno puede presentar residuos químicos para que sean denominados productos orgánicos. Además, cabe resaltar que los productos ecológicos se elaboran por métodos naturales que conservan y protegen el medioambiente. Aparte de la venta en sus respectivas tiendas especializadas, en los supermercados ya no resulta tan extraño ver tofu, seitán, hamburguesas y embutidos vegetales, además de otros tipos de comestibles obtenidos de forma poco agresiva para el medioambiente y para nosotros, ya es posible encontrar una oferta amplia y surtida de diferentes productos biológicos. Los antioxidantes han demostrado ser un ingrediente clave para ayudar a las personas a mejorar su estilo de vida y disfrutar de una vida más saludable.

La mejor forma de consumir antioxidantes como ya he dicho es a base de verduras y frutas frescas, cuanto menos cocinadas más intactas permanecerán sus propiedades y mayor será su valor nutritivo. A pesar de todo, el aporte extra en forma de suplemento merece la pena tenerlo en cuenta sobre todo a partir de una cierta edad, como método preventivo antienvejecimiento. Existen muchas marcas de preparados y suplementos en el mercado para poder elegir, productos que ya incluyen antioxidantes en su composición. Y cuando se administran junto a la dieta apropiada, seguro que nos ayudarán a disfrutar de sus innumerables beneficios nutritivos, nos proporcionarán más vitalidad y salud  a pesar del paso de los años. Este artículo es un extracto de uno de los capítulos que podéis encontrar en mi libro "Gimnasia específica para el rejuvenecimiento facial" en el cual también detallo los tipos de antioxidantes y de qué forma deberíamos consumirlos.

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