Me he dado cuenta de que una de las cosas que más me paraliza es pretender la perfección.
Siempre me ha gustado hacer las cosas muy bien y tiendo a exigirme mucho para dar lo mejor de mí. Pero cuanto más me exijo para intentar hacerlo perfecto, más me paralizo.
Y de un tiempo a esta parte por fin me he dado cuenta de que realmente querer ser perfectos no conduce a nada bueno.
La realidad es que no se puede ser perfecto
Es cierto que querer mejorar y aprender nos hace crecer. Pero una cosa es querer mejorar en relación a lo que hemos hecho o sido antes y otra pretender hacerlo todo perfecto, de forma ejemplar, sin fallos ni pequeñas imperfecciones, y en comparación con los demás.
Entrar en esta dinámica es agotador. Quieres hacer, pero como eres incapaz de hacerlo todo tan bien y bonito como tu mente quiere, al final te bloqueas y no haces nada. Al mismo tiempo te exiges porque debes hacer algo y avanzar, pero no sabes cómo satisfacer tu perfección. Así que entras en una espiral incómoda de “quiero pero no puedo” que te impide avanzar.
Aceptar que somos imperfectos
Aunque es obvio que somos imperfectos y que no podemos hacerlo todo como queremos, me ha costado lo mío aceptarlo. Obviamente lo sé (y siempre lo he sabido), pero cuando te acomodas en una forma ser y pensar, verlo y salir cuesta lo suyo.
Se trata de aceptarlo y practicar la imperfección.
Y lleva su tiempo.
Supone hacer las cosas bien, pero olvidando la perfección. Dar lo que se puede en cada momento, pero aceptando las imperfecciones y disfrutando de lo que se hace aunque el resultado no sea tan estupendo como nos gustaría.
Aprender a disfrutar la imperfección
Done is better than perfect.
Hace tiempo que descubrí esta frase y procuro tenerla siempre presente.
Se trata de ser conscientes de que no será perfecto, pero aún así superar nuestro miedo al error y hacerlo. Se trata de permitirnos ser imperfectos y aún así, disfrutar de lo que somos y lo que hacemos. Se trata de hacer y disfrutar del proceso, sin estar tan centrados en el resultado. Se trata de hacer sabiendo lo que quieres y lo que puedas dar, pero sin exigencias. Se trata de aceptar que somos imperfectos y hacemos cosas imperfectas, pero aún así seguimos siendo nosotros y la vida sigue siendo maravillosa.
The post Disfrutar la imperfección appeared first on Mi vida sencilla.