La contaminación es fácilmente la mayor condición ambiental que afecta al cerebro humano en el mundo moderno y no sería exagerado decir que, de entre sus distintas modalidades, la contaminación del aire es la que representa el mayor peligro para las poblaciones urbanas.
Uno de los postulados fundamentales de la ecología plantea que las condiciones del medio ambiente inciden de manera significativa sobre el bienestar de los organismos que viven en él, pero las formas en las que el ambiente afecta el desarrollo de los organismos son variadas y, en muchos casos, difíciles de anticipar, más aún cuando las condiciones ambientales no son de origen natural.
Puede sonar inverosímil pero uno de los efectos más particulares de la contaminación atmosférica es su capacidad para afectar el desarrollo neurológico de sus víctimas, a esto se le conoce como efecto neuroplástico.
Esta forma de daño no solo constituye una amenaza creciente para la salud pública sino que plantea desafíos a futuro para la población afectada, la cual se verá en la situación de enfrentar complicaciones neurológicas severas a largo plazo.
La contaminación del cerebro
El mecanismo mediante el cual la contaminación del aire afecta el desarrollo del cerebro es engañosamente simple. Se ha observado que la oxigenación deficiente producida por la respiración de aire contaminado resulta en daños acumulativos que afectan a los capilares y vasos sanguíneos resultando en una disminución del flujo sanguíneo hacia los órganos.
En la mayoría de los sistemas de órganos esto resulta en fallas puntuales que pueden agravarse con el paso del tiempo, pero el cerebro es especialmente vulnerable a este tipo de daño puesto que la falta de irrigación sanguínea apropiada inhibe su desarrollo y propicia la formación de estructuras neurales anómalas.
Este tipo de malformaciones tiene una serie de consecuencias que incluyen la degradación prematura del cerebro y un desarrollo neurológico inadecuado, ambas circunstancias irreversibles que afectan el desempeño intelectual de los afectados a largo plazo.
Por si fuera poco, también se ha visto que aumentan la vulnerabilidad del cerebro a sufrir de desórdenes como apoplejías, derrames e incluso epilepsia; sin mencionar disminuciones significativas del coeficiente intelectual.
Daños irreparables
Quizás lo más preocupante de los efectos neuroplásticos causados por la contaminación atmosférica es lo difícil que resulta comprender su escala en el presente y el futuro. En el presente, una gran cantidad de personas viven en áreas con niveles peligrosos de contaminantes en el aire, es imposible estimar cuántas de ellas ya sufren los efectos dañinos de la contaminación sobre su salud y sus mentes.
Resulta preocupante imaginar cuántas más personas puedan ver su calidad de vida afectada en los próximos años a causa de las nubes negras que envuelven nuestras ciudades.