La primavera es una época de cambios. El frío invernal se queda atrás para dar la bienvenida al buen tiempo y al sol y, como consecuencia de ello, a que la naturaleza se convierta en protagonista con el renacer del verde de los árboles y el colorido de las flores. No obstante, esta época ansiada por muchos, puede ser odiada por otros tantos.
Hablamos de las personas alérgicas, que cada año se ven afectadas por la incidencia de los diversos pólenes de las plantas y que sufren reacciones tan molestas como irritación de las vías respiratorias, de los ojos, de la piel... Afortunadamente, para ellos existen tratamientos paliativos que pueden ayudarles a superar esos síntomas. Pero también son muchos los que cruzan los dedos a la espera de una primavera poco intensa en pólenes. ?Quieres saber lo que se espera de este 2009?
Las lluvias lo condicionan todo
No todas las primaveras son iguales en lo que a pólenes se refiere. Así, por ejemplo, Javier Subiza, coordinador del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), explica que puede ser leve cuando la suma de las gramíneas es menor a 2.000 o puede ser intensa cuando estos valores están por encima de los 5.000. En este último caso "las alergias se multiplican por tres o por cuatro y la venta de antihistamínicos por cinco. Es lo que se llaman alergias epidémicas", agrega el experto.
Estas variaciones encuentran su razón de ser en la cantidad de lluvias caídas durante los meses de septiembre-diciembre, ya que a mayor pluviosidad, mayor será la incidencia de los pólenes. El pasado otoño en España las precipitaciones superaron el 50%, por lo que las predicciones advierten de que "va a ser una primavera bastante intensa", asegura Subiza, "una de las más fuertes de los últimos años".
No obstante, también hay que tener en cuenta que esto puede cambiar dependiendo de la zona geográfica en la que nos encontremos y que, por ejemplo, "en la España continental de clima seco, las concentraciones de gramíneas son bastante más elevadas en los años húmedos", indica el alergólogo.
Asimismo, también hay que contar con que la peor época para los alérgicos se presenta de mediados de mayo a mediados de junio y que el hecho de que se prolongue más o menos está condicionado por la llegada de las altas temperaturas: "en años muy calurosos las gramíneas se agotan antes", sostiene Javier Subiza.
?Se puede prevenir?
Sin duda, cuando se presenta un año con tan malas expectativas como este 2009, las alarmas se disparan. Aunque existen medicamentos paliativos, éstos han de tomarse antes de que empiece la estación, pero la falta de previsión y de diagnóstico hace que muchos alérgico no sean tratados a tiempo. Por ello, es necesario acudir a un médico especializado en búsqueda de soluciones y "exigir que nos realicen las pruebas pertinentes para que no sólo sea un diagnóstico por sintomatología, ya que es muy importante saber qué es exactamente lo que provoca la alergia", sugiere Tomás Chivato, presidente de la SEAIC.
Las vacunas son otra de las opciones a tener en cuenta, pero todavía es muy bajo el porcentaje de personas que se decantan por este tratamiento. Los niños podrían ser los principales beneficiados de estos medicamentos, ya que cuanto antes se inicie el tratamiento mayor será el éxito y mejores serán las expectativas de una recuperación total de la alergia.
Una enfermedad unida a nuestros hábitos
Puede parecer excesivamente alarmante, pero tal y como aseguran los expertos, en los últimos años la prevalencia de las alergias al polen ha aumentado muchísimo, afectando actualmente a un 20% de la población. De hecho, "es el trastorno inmunológico que más afecta al ser humano, por lo que es una problema de salud de primer orden", afirma Javier Subiza.
Pero además de afectar a más ciudadanos, también se ha ampliado muchísimo el rango de edad de los pacientes, y hoy puede afectar prácticamente a cualquiera, aunque la edad en la que se presenta el máximo pico de afectados ronda los 22 años. La causa más significativa de estas variaciones la encontramos en cómo han cambiado nuestros hábitos en los últimos años: la vida en la ciudad alejada del campo, el exceso de higiene con productos químicos que antes no empleábamos, y la contaminación atmosférica pueden ser los principales culpables.
Por todo esto, y porque parece bastante difícil apartarnos de esta forma de vida, es importantísimo el avance científico en este sentido, ya que las alergias, sean o no tratadas, acarrean muchísimos gastos para quienes las sufren y para el sistema sanitario de forma global.