Sería el año 2008 y estaba saliendo con una chica.
Bueno, en realidad me estaba liando con ella y era de Toledo
El punto es que yo sabía que ella tenía novio, pero a mí no me importaba porque para mí estaba bien ir para allá liarme con ella y pasar un buen rato.
Siempre creí que el problema lo tenía ella, no yo
A lo que voy es que al final me acabé pillando y acabó dejando a su novio para estar juntos , pero eso no duró mucho.
Y no sé si fue también por la distancia o qué pero no funcionó.
El caso es, que cuando se acababan las clases en la universidad ella se volvía a su pueblo a pasar todo el verano y era difícil vernos.
Entonces lo que sucedió es que en unas fiestas de su pueblo se acabó liando con otro y al día siguiente me dejó
Como te puedes imaginar, me puse bastante histérico y la verdad que me propuse no tener novia nunca más en la vida.
Sin embargo, se lo conté a una amiga.
Una amiga que me dijo muchas cosas, pero lo que más me impactó y sigo recordando son estas palabras:
– Mira Rubén, cuando bebas recuerda la fuente
Y esas palabras cayeron en mí como café ardiendo sobre tus piernas.
Me hicieron entender alto tan simple y básico como que cuando conoces a alguien tengas en cuenta de dónde viene y como ha hecho las cosas antes.
Vamos, que qué valores le mueven y cuales te mueven a ti.
Pero claro a veces es difícil eso si ni tu lo tienes claro.
Y yo me dedico a eso en sesiones Online
A que te aprendas a valorar y a vivir una vida dirigida por valores tan fuertes y estables como un tatami japonés.
Porque vivir a ciegas sin dirección puede ser divertido por momentos pero es posible que te canses de atraer las mismas situaciones a tu vida una y otra vez.
Y a veces no es fácil darte cuenta de estas cosas si no te has parado a preguntarte realmente cuáles son tus valores.
Y es que entre otras cosas, trabajar tus valores te ayuda a que sepas elegir bien y no a dejarte llevar por las situaciones que se te presentan en la vida como si fueras un trapo.
Rubén
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