Correr haciendo CrossFit: los 21km

Siguiendo la planificación del box y sin dejar de practicar la disciplina ni un solo día a la semana, completamos media maratón. ¡Y te lo contamos en esta nota!

Por primera vez corrí los 21km de la Ciudad de Buenos Aires presentados por adidas Argentina y mi entrenamiento se basó en CrossFit. He aquí, mi relato como runner crossfitero.

Algunos dirán que a la disciplina le falta especificación, que abarca mucho pero aprieta poco o que no es lo suficiente como para preparar dicha distancia. Pero después de cinco años adentro del box, no encontré otra alternativa que se adapte a mis gustos. Así que hablé con Martín Pezzini, co-Head Coach de RM CrossFit y juntos encaramos el desafío. ¿El resultado? Se puede. Y estas son las pruebas.

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Con pocas semanas por delante pero las ganas de conquistar algo nuevo latentes, estructuramos el entrenamiento acorde a lo ya realizado y lo que aún quedaba por finiquitar. Venía de correr 10km y esa distancia ya no la sentía desafiante, algo que en CrossFit pasa muy a menudo con los pesos referentes o con ciertos benchmarks. Completar Fran sub-5 o sub-4 al principio parece complejo, pero práctica y entrenamiento de por medio el objetivo pasa a ser más ambicioso.

Con los 10km entendía que más rápido o más lento, un paso adelante del otro me permitía recorrer la distancia de manera ininterrumpida. Algo que a título personal entiendo nacimos para hacer: movernos, caminar rápido, correr. Nadie nos lo enseña, natural e instintivamente lo hacemos. Entonces duplicamos la apuesta.

Zapatillas para correr, remera y short son lo justo y necesario para empezar. La propia práctica arrojará lecciones de las cuales cada uno sacará sus conclusiones. ¿Llevo más ropa? ¿Corro abrigado? Indumentaria térmica, ¿hace falta? Son gustos, y para gustos los colores.

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EL ENTRENAMIENTO

La misión fue dividida en tres. Durante la semana CrossFit y entrenamiento de resistencia. Los fines de semana, distancias más largas. Todos los días iba al box y hacía el mismo entrenamiento que el resto de la clase. En ciertas ocasiones mermamos las cargas para no potenciar la fatiga ni desgastar grupos musculares de cara al gran objetivo. Pero en la antesala a esta hora de entrenamiento, martes y jueves hacíamos pasadas. 7 pasadas de 400m al 80%-85% del Vo2 max.

“Tomé pasadas de 400 metros para que no sean muy largas. Se puede hacer con otras distancias, pero siendo cortas ya permite planificar una carrera de 10 o 21km, como hicimos”, explica Martín Pezzini, entrenador. “El 50% del tiempo de la pasada era para descansar. Más o menos. A veces te dejaba descansar más para que te vayas acostumbrando”, agrega. Los sábados, en tanto, completábamos distancias más largas. Detallado por fin de semana, la hoja de ruta fue la siguiente:

Fin de semana 1: 5km – descanso – 5km

Fin de semana 2: 10km

Fin de semana 3: 5km – descanso – 5km – descanso – 5km

Fin de semana 4: 6km – descanso – 6km – descanso – 6km
El propio entrenamiento fue el que poco a poco me hizo sentir cómodo con las distancias. Las pasadas iniciales eran duras y monótonas: aburridas. Pero el que abandona no tiene premio. Bajo esa premisa, acomodaba los días acorde al entrenamiento. Si cumplirlo era complejo o bien me levantaba bien temprano o salía a entrenar con la compañía de las estrellas.



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El tercer fin de semana cayó justo después de la maratónica cobertura que tuvimos de los Games. Trabajamos ininterrumpidamente durante más de siete días acercando un contenido que estuviera a la altura del evento. Lo cumplimos, pero esa es otra historia. Porque a pesar del desgaste, los 15km de dicho domingo fueron completados a la 01:30 de la madrugada. Insisto, el que abandona no tiene premio. Y para correr, la fórmula es muy simple: HAY QUE CORRER.

El tiempo pasó y las distancias se hicieron familiares. La cabeza ya no se quejaba como al principio, las molestias del día posterior eran casi inexistentes y hasta me sentía mucho más cómodo en cada uno de los WODs. De yapa, conocí aun más a mi propio cuerpo. Tanto, que en los 100-200m de cada pasada ya podía darme cuenta si estaba yendo más rápido o más lento de lo que debía. Y eso, como en los juegos, lo tomé como un skill adquirido, algo que amén de los 21km queda como lección duradera.

Un mes antes de la carrera el objetivo era concreto: completar los 21km de manera ininterrumpida, sin parar ni caminar. Poco a poco nos dimos cuenta que la meta era mediocre y dimos con una evolución de la misma: terminarlos sin detenerse y en menos de 2 horas. Mi mejor tiempo en 10km había sido de 49 minutos, pero los últimos (abril 2018) habían quedado en 55.

Para eso detallamos un plan de carrera. Los primeros 10km a un ritmo de 6/km, de 10 a 16 a un ritmo de 550 y de 16 a 21, 540/km. Si bien en los números todo parecía realizable, en la práctica no teníamos mucha referencia.

LA CARRERA

Durante las últimas semanas bajamos el entrenamiento. Disminuimos las cargas en lo que a CrossFit refiere y las distancias en lo que a running compete. Los siete días finales sólo fueron de trote liviano, como para no perder la costumbre.

Ahí sentí, por primera vez en mi vida, que se cumplía el famoso “vas a ver que la gente te lleva”.

Ya en la carrera el panorama fue levemente diferente. La salida fue compleja. Con mucha gente alrededor, hacerse un espacio no era lo más accesible. Me metí en el pelotón y fui a un ritmo medianamente parejo. Ahí sentí, por primera vez en mi vida, que se cumplía el famoso “vas a ver que la gente te lleva”. Fue, es y espero que siga siendo así. Porque esa sensación tan linda y placentera se asemeja a la de un amigo que saca lo mejor de vos para superar las expectativas de un WOD en el que sólo no hubieras hecho lo mismo.

Producto de los presentes, y vamos a decirlo, del respeto por lo que aún faltaba, los primeros 10km fueron terminados en 1h y 5 minutos. El cansancio para ese entonces era casi inexistente. Había buen clima, buena disposición de las áreas de hidratación y buena música en mis auriculares. Había, también, ambición por lograr algo nuevo.

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Metido en la segunda mitad de la carrera, empecé a subir el ritmo, pero no pude (ni quise) jugármela para promediar con lo que ya me había retrasado. Quemarse a esa altura del trayecto no hubiera sido la apuesta más sensata. Primero aprender, después mejorar.

Para ese entonces el circuito era fascinante. La Av. 9 de julio había sido cerrada al tránsito pero como todos los días seguía embotellada, solo que esta vez por una marea de remeras verdes y violetas. Aproximadamente 2 kilometros más tarde, la Autopista Illia recibía las pisadas. Ya iban 13km en el bolsillo y lo que faltaba era para disfrutar. Cada kilometro, un autoregalo.

A paso firme seguimos avanzando y completamos el recorrido para bajar en la salida de Aeroparque. Ese trayecto, con viento y sin hidratación, para muchos fue el más duro. Pero la sensación valió la pena. En auto es otra cosa.

Los últimos 5km fueron los de la corona. Replicando el comportamiento de las RPM, la música subió y acompañó sobre el final. Para ese entonces, el objetivo sub-2 horas era inalcanzable. Tenía que correr 5km en el tiempo de 4km, siendo los últimos de la media maratón. Sin embargo, me sorprendí al ver que los últimos 3 de la carrera fueron en tiempos ampliamente inferiores a los que teníamos pensados: 528/522 y 524.

Para el momento en el que crucé la meta, el tiempo total acusaba 2h09, pero contemplando los 6 minutos que tardamos en cruzar el arco de largada, la marca neta se achicaba a 2h03.

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Los dolores del día posterior fueron ínfimos. La recuperación en la carpa de adidas Argentina, con alimentación, hidratación y masajes fue esencial para que así suceda. Hubo jornadas que las pasadas me dieron peores tragos. Los días con lluvia las zapatillas disminuían el agarre con la pista y el andar que tenía el día posterior relataba más de lo que yo mismo podía contar. ¿Los gemelos? Detonados. Los isquiotibiales también. Pero tras la media maratón solo sentí molestias en el primero de los músculos mencionados, algo que hoy en día sigo sin poder comprender. Pero que valoro mucho porque se que hay más para dar.

El objetivo cumplido, a su vez, también cuenta más de lo que yo pudiera contarles. Porque no solo lo alcanzamos, sino que el camino se disfruto tanto que ahora ya pusimos una nueva meta → 21km sub 2h a principios de noviembre.

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