El miedo a la incertidumbre, al no saber qué pasará ni cuándo acabará todo esto, son dudas que frecuentemente se han acaparado de los pensamientos de millones de personas en todo el mundo.
Es un sentimiento muy natural, en definitiva, es el miedo a lo desconocido. Habitualmente estamos acostumbrados a una rutina diaria que nos marca qué debemos hacer y cómo llevarlo a cabo.
Lo que trajo la pandemia
La pandemia vino a romper esos esquemas. No queremos aquí soslayar la trágica situación de quiénes han perdido seres queridos a causa del COVID 19, pero sí es nuestro trabajo recalcar aquellas dolencias emocionales y mentales que este virus trajo aparejado.La palabra “resiliencia” ha sido muy utilizada en estos últimos meses. Con ella se quiere marcar la capacidad de las personas para superar situaciones traumáticas, como puede ser la pérdida de algún familiar, el trabajo, un amor, etc.
Si bien siempre se insta a las personas a ser fuertes y dar uso de esta palabra en sus vidas, la soledad obligada a la que a veces nos hemos tenido que enfrentar debido a las cuarentenas, merman esta capacidad intrínseca que todos tenemos de sobreponernos a las adversidades.
Por eso, lo primero que hay que saber, y fundamentalmente aceptar, es que el miedo a lo desconocido, a lo nuevo, y por supuesto a algo que no nos gusta y nos fue impuesto por necesidad, es un sentimiento muy natural y genuino. No es sano reprimirlo, sino por el contrario, exteriorizarlo y entenderlo.
Ese miedo que a veces parecería ser paralizante, si se lo comprende como tal, llega a hacernos entender la finitud de nuestra existencia y nos centra en nuestro cuerpo y mente.
Para hacer un proceso sano y reconfortante, es entonces fundamental entender ese miedo y construir a partir de él con la intención de terminar erradicándolo de nuestras vidas. Es nocivo alimentarse de él.
Cómo afrontar el temor
Pero lo que sí es sano es poder entender con frialdad la situación, analizarla, canalizarla y construir a partir de ella. Un proceso sanador para esta realidad que nos toca vivir, es poder recomponer las heridas del pasado que seguramente veníamos arrastrando y que nuestra vertiginosidad del día a día, jamás habíamos podido enfrentar con claridad y tiempo.Lo importante en esta situación, y que hasta puede ser un momento de freno en nuestras ajetreadas vidas, es poder comprender que nuestro tiempo es sumamente valioso y para sanar, para crear, es fundamental amarse a sí mismo y centrarse en uno.
La pandemia, entonces, y las cuarentenas, deben ser esos espacios que nos fueron impuestos pero los cuales debemos capitalizar. Reconstruyendo aquellos lugares en los que no estábamos del todo fuertes. Aprendiendo nuevas cosas, visualizando con esperanza un futuro no muy remoto y prometedor. Proyectando.
Nunca perdiendo el foco en la realidad, pero sí sabiendo que todo estado del tiempo es pasajero. Eso nos dará la pauta de nuestra finitud y a su vez de nuestra inmensa creatividad y posibilidad. Y sí, por supuesto y si es necesario, llegar a poder poner en práctica esa famosa palabra tan de moda en estos días: resiliencia.