Aquellos momentos en los que más plena me sentía con mi propia vida (bien por empezar proyectos nuevos, por tener ilusiones o trabajos que me gustaban), o sea, cuando la felicidad era intrínseca (que ya la traía yo puesta de mi casa, para entendernos) atraía a un tipo de personas muy optimistas y dispuestas a entregar lo mejor de ellas mismas. Sin embargo, en aquellos momentos de inseguridad, de insatisfacción o de frustración, aparecían justamente personas o situaciones que no hacían si no sumar más malestar al que yo ya traía conmigo.
En realidad, tal y como yo lo veo, la vida nos pone un espejo de aquello que tenemos delante para que podamos ver nuestro propio reflejo. Me explico, aquellas personas que nos rodean nos reflejan lo que somos: los miedos, las carencias o por el contrario, la alegría, ganas de vivirPor eso, es fundamental, que antes de reclamar o buscar cosas en los demás (véase amigos, parejas…) nos encontremos con nosotras mismas y sepamos lo que queremos en nuestra vida.
Descubrir esto y ponerlo en práctica nos puede ahorrar mucho sufrimiento. Así, tomar conciencia de que aquello que nos rodea no es fruto del azar si no que somos responsables directos de lo que tenemos en nuestra vida, nos pone en el lugar de protagonistas.
Por eso, en mi opinión, cuando nos lamentamos porque estamos en una relación tóxica es importante pensar primero qué fue lo que nos llevó a establecer una relación con a esa persona, en qué momento vital estábamos, si nos atrajo el amor o si fue el miedo a la soledad lo que nos unió a ella y el por qué nos mantenemos hoy en día a su lado (esto me da para otro post).
Hacer este análisis puede parecer doloroso, lo sé, lo es, pero para tener una buena estructura es importante a veces remover los cimientos que la soportan. De esta manera podemos enfrentarnos a nuestra realidad y a tomar las mejores decisiones.
Siempre es buen momento para ser el tipo de persona que deseas conocer.
Un abrazo,
VaNova