He de reconocer que esta situación ha acabado superándome. Me costó darme cuenta de lo que estaba pasando, no entendía nada hasta que empecé a darle vueltas a la cabeza, sin parar, y finalmente abrí los ojos. De hecho, aún hoy me siento bastante idiota por no haberme dado cuenta antes aunque sé que esto es normal en todas las víctimas.
Tras sufrir durante casi un año mobbing en mi lugar de trabajo, llegó un día en el que decidí que no tenía porque callarme, ni tenía porque avergonzarme para que mis acosadores siguieran gozando de su buena imagen. Llegó el día en el que decidí en que fueran mis acosadores los señalados, y no yo. ¿Qué íba a perder? ¿Sólo un trabajo que ya di por perdido? Puestos a perder al menos que sea de pie y con la cabeza bien alta.
En enero, tras una baja de quince días, puse en conocimiento de la dirección de mi empresa lo que me estaba pasando. La tranquilidad duró un par de meses, cuando todo se relajó, mis acosadores volvieron a hacer de las suyas.
Hay una cosa que siempre he tenido clara, en todo momento, y es que no íba a agachar la cabeza ante mis acosadores, ni les íba a dar lo que querían: mi abandono, así que finalmente presenté una acusación formal por escrito a mi empresa y otra vez de baja laboral. Actualmente, sigo de baja.
Asumo que lo más fácil era abandonar y buscarme otro trabajo, como hacen la mayoría. No sé bien si por orgullo o dignidad, siempre me he negado a contemplar esta opción pero reconozco también, que esta batalla, que aún no ha terminado, me ha costado la salud.
¿Cómo afecta el acoso laboral a la salud?
En mi caso, la ansiedad ha sido lo que más me ha consumido. He vivido sentimientos de fracaso, impotencia, baja autoestima y frustración. He perdido mi capacidad de concentración y he tenido problemas con mi memoria, así como para dirigir la atención, quedarme en modo ausente ha sido muy habitual últimamente.
Por suerte, soy de esas personas que cuando están el abismo no dejan de pensar que por cada caída te levantas más fuerte. De estos pensamientos me he retroalimentado y he sacado la energía que necesitaba para plantarle cara a mis acosadores y luchar hasta donde haga falta.
He sufrido insomnio, he tenido problemas para comer hasta quedarme en 43 kg, (ya he recuperado 3kg). He tenido problemas gastrointestinales, mareos, problemas cervicales, nerviosismo, irritabilidad, arritmias cardíacas y una pérdida de cabello considerable.
A nivel social, he tenido la suerte de tener la gente maravillosa que me rodea. Si dirigo la mirada hacia mis compañeros de trabajo la cosa se vuelve más decepcionante. En muy pocos he encontrado apoyo. Esto también es normal cuando hablamos de mobbing y lo puedo entender aunque no puedo evitar que me resulte muy decepcionante. Imagino que todo depende de los valores que tengamos cada uno como persona.
Después de todo esto, sí que me he hecho una pregunta ¿Ha valido la pena esta lucha?
La respuesta es sí, un sí rotundo. Porque a pesar de lo que me ha tocado sufrir, a día de hoy son mis acosadores, aún siendo personas de cargo en la empresa, los que no han salido tan bien parados. Y yo, puedo dormir tranquila y salir a la calle con la cabeza bien alta por haber actuado como lo he hecho y haber sacado fuerzas de no se donde, para enfrentarme a este par de elementos y a toda esta situación.
Al final un acosador, es un acosador en cualquier ámbito. Todos son iguales, sin distinción, tanto el que acosa a su mujer, como el que acosa a un compañero de trabajo. Somos cada uno de nosotros como personas los que tenemos que decir basta y denunciar sin miedo.
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