¿Qué aporta la vitamina E?
Empecemos hablando del poder antioxidante de la vitamina E. Es un nutriente esencial para combatir a los radicales libres, partículas responsables de la aparición de ciertas enfermedades y del prematuro envejecimiento. Cuando realizamos deporte, nuestro organismo exige una mayor demanda de oxígeno. Este hecho da lugar a la generación de una mayor cantidad de radicales libres, cuya acción oxida a los lípidos de las membranas celulares y ocasionan daño estructural.
Nuestro organismo está preparado para hacer frente a una cierta cantidad de radicales libres, pero un aumento de los mismos puede provocar un desequilibrio en la capacidad antioxidante del organismo. Es entonces cuando tenemos que echar mano de la Vitamina E, presente en las legumbres, los frutos secos, los cereales, etc.
Por lo tanto, la vitamina E ayuda a reducir el daño muscular a la vez que contribuye a la recuperación de los músculos. En los ejercicios de alta intensidad, ayuda a proteger a los músculos, provocando una reacción indirecta en la mejora del rendimiento deportivo.
¿Qué ocurre cuando sufrimos una carencia de vitamina E? Podemos sufrir distrofia muscular, anemia, cansancio, problemas cardiacos e, incluso, provocar una reducción de la fertilidad. Cabe recordar que una carencia de vitamina E no siempre está relacionada con un bajo consumo de alimentos ricos en este nutriente ya que podríamos ser víctimas de una mala absorción de vitamina E. En estos casos deberíamos acudir a nuestro médico, teniendo siempre presente que el hierro, el magnesio y el cobre reducen los niveles de esta vitamina.
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