“Un poquito de amor propio por favor”, eso justo es lo que me he dicho esta mañana nada más levantarme. Tiene miga que haya noches que uno anda dando vueltas a cualquier contratiempo de última hora que sólo pierde peso cuando se mira con perspectiva: una mala contestación, un comentario irónico o simple y llanamente algún que otro vacío que nos hayan hecho. Y digo yo…¿Merece tanto de nuestro tiempo estos pseudoproblemas? Aquí es donde debe salir el carácter, cuando la mente está en un bucle del que no quiere salir, es saludable decir “Stop” y dar un golpe en la mesa para volverlos a poner en nuestro sitio. Si debemos ser exigentes cuando hemos metido la pata con alguien y saber pedir perdón, de igual manera cuando podemos estar siendo blanco de algún que otro chantaje emocional, hay que decir “basta”.
Los bellos detalles del día
Después de una noche toledana, donde el cansancio amanecía a la misma hora que yo en la mañana, poco a poco fui descubriendo esos pequeños detalles que son maravillosos.
Volví a caer en el error de haber rumiado innecesariamente los problemas en las horas de sueño cuando tomé el tren como cada mañana para ir a trabajar. Sencillamente comencé a escuchar mis lecciones de inglés; me motiva siempre seguir aprendiendo. A continuación, al llegar a mi destino me reencontré con otra pasajera asidua al trayecto y con la que no coincidía desde hacía un mes para entablar un diálogo breve pero agradable. Fue un instante y “conversaciones tipo” sobre la vuelta al trabajo. El tiempo justo para recrearte un rato en sus ojos claros, bellos y expresivos. Agradeces la sonrisa, acogedora, fiel y puntual para cada día de la semana laborable. ¡Gracias compañera! Tú también te esfuerzas cada mañana, no sé tu nombre, pero sé cuando estás de mejor o peor humor. Te conozco aunque sólo sea por instantes y te deseo siempre suerte.
Voy cerrando el día y al volver de trabajar tengo ocasión de quedar para tomar algo, compartir experiencias, risas y algo fresquito para apagar el calor sofocante. Gracias mis queridos acontecimientos bellos, gracias pequeños detalles, vosotros tenéis cabida y peso en mi vida y quiero con locura engordaros más y más que sois la base de mi tiempo que merece la pena.
Gonzalo de la Prida
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