Realmente, en los adultos el TDAH es diferente a los niños. Sobre todo porque existen muchos menos síntomas de hiperactividad si lo comparamos con el déficit de atención.
Al convertirnos en adultos la hiperactividad se puede reducir a cierta inquietud que no presenta demasiados problemas a la hora de desenvolvernos en sociedad. Sin embargo la falta de atención origina grandes dificultades a la hora de llevar a cabo tareas de la vida diaria, como por ejemplo, centrarse en una actividad en concreto o cumplir plazos de entrega previstos. Debido a ello se producen problemas y alteraciones para llevar a cabo una correcta adaptación al medio laboral, o a la hora de conducir vehículos, por ejemplo.
¿Qué tipo de adultos pueden tener TDAH?
Según el psiquiatra Josep Antoni Ramos Quiroga , coordinador del Programa de TDAH del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona, dentro de los adultos diagnosticados de TDAH, se encuentran tres tipos:
El primero son los pacientes que reciben tratamiento desde la infancia y en los que el trastorno persiste al llegar a la edad adulta. La evolución en estos casos en su gran mayoría es bastante buena.
Existe otro perfil es el adulto joven que no ha sido antes diagnosticado y que llega a la consulta con un gran número de problemas. En estos casos se hace más dificil comenzar un tratamiento ya que hay muchos costes que vienen del pasado. No obstante, se suele conseguir una mejoría con el tratamiento En este segundo tipo se incluye una situación que parece ser bastante frecuente y es que al diagnosticar a un niño con TDAH, uno de los padres se vea reflejado ya que en su infancia tenía los mismos síntomas que su hijo y en la actualidad aún le siguen dando problemas. Suele ser un alivio para ellos ver que aquello que les sucede tiene nombre y solución.
El tercer tipo son los pacientes que vienen derivados desde centros de drogodependencia. Gracias a los médicos expertos en drogas que ya tienen una buena formación en TDAH no es difícil diagnosticar al paciente adulto que no fue diagnosticado en la infancia.
¿Cómo se diagnostica a un adulto?
Según el Dr.Ramos Quiroga, el diagnóstico en un adulto es mucho más fácil, debido a que al ser un trastorno crónico y llevar mucho tiempo en la vida del paciente, permite a los médicos ver un “fotograma” por cada año de vida, con lo que cuentan con mucha más información. Es fácil, por lo tanto, observar como en todos sus años de vida han existido síntomas que han impactado negativamente en su evolución como persona.
Existen numerosas formas de evaluación. Se suele comenzar con una entrevista con el paciente y, en ocasiones y si es posible, también con alguna persona que le conozca desde la infancia. Además se cuenta también con entrevistas semiestructuradas para revisar todos los síntomas del TDAH y que así el paciente pueda verse identificado para, de esta forma, poder evaluar el impacto en distintas facetas de su vida.
En principio, es importante saber que los síntomas estuvieron presentes desde la infancia, al menos desde los 7 años. Asimismo, cuáles son los que se observan en el momento del diagnóstico y que presenten una alteración clínicamente significativa.
¿Cuáles son los principales síntomas?
Lo más habitual en los adultos son la falta de atención y la impulsividad, ya que la hiperactividad disminuye con los años.
Aún así, los síntomas de hiperactividad se expresan de forma un poco distinta a los niños. Un adulto no correrá por todas partes como un niño pero tendrá un sentimiento de continua inquietud que le conduce a estar continuamente llevando a cabo actividades.
Hagamos, no obstante, una pequeña síntesis respecto a estos síntomas:
En cuanto a la falta de atención
1. Le cuesta mantener la atención
2. Suele tener poca memoria y se distrae con facilidad.
3. No le resulta fácil concentrase.
4. No maneja bien el tiempo.
5. Olvida dónde ha colocado sus cosas.
6. Presenta dificultades a la hora de terminar tareas.
En cuanto a la hiperactividad
1. Siente y manifiesta inquietud interna.
2. Aunque esté sentado tiene sentimiento de inquietud.
3. Prefiere actividades que impliquen movimiento.
4. Suele hablar demasiado
5. Siente una continua sensación de aceleración y agobio.
En cuanto a la impulsividad
1. Siempre va demasiado rápido al volante.
2. Suele cambiar de trabajo sin pensarlo demasiado.
3. Se enfada e irrita con mucha facilidad.
¿Qué soluciones hay además de la medicación?
Se ha comprobado en diferentes estudios que muchos de los síntomas del TDAH son fruto del estrés y de la vida tan acelerada que llevamos. Esto es debido a que el estrés debilita la corteza prefrontal haciendo muy difícil que podamos concentrarnos.
Cualquier persona que tenga problemas de TDAH sabe, por propia experiencia, que cuando están descansados y calmados los síntomas son mucho menores que cuando están nerviosos o cansados.
¡La meditación puede disminuir la medicación!
Por este motivo, la meditación es una estupenda herramienta a incluir en nuestra vida. Se trata de algo fácil de aprender y también de llevar a cabo. Nos ayuda a calmar la mente y aumentar la capacidad de concentración. El hecho de sentarnos a meditar con los ojos cerrados hace que las conexiones cerebrales relacionadas con la atención aumenten.
Aún así, existen muchos tipos de meditación. Lo ideal es que cada persona encuentre el tipo que mas sienta que tiene que ver con ella. Por ejemplo, las meditaciones activas que se pueden llevar a cabo en movimiento, en muchas ocasiones pueden ser la mejor opción para personas a las que el hecho de estar sentadas sin moverse pueda resultar una tortura.
El TDAH es un trastorno de nuestro tiempo por eso, todos necesitamos aligerar nuestra vida del exceso de estímulos al que la sociedad nos tiene acostumbrados. Una vida más sencilla es beneficiosa para cualquier persona con o sin TDAH.
En conclusión, la meditación podrá permitirte parar, y experimentar de primera mano los beneficios de llevar una vida consciente y saludable. De esto mismo trata el método Crear Salud, que te ayudará a establecer nuevos hábitos en tu día a día, no solo para que empieces a meditar, sino para aprender a nutrirte adecuadamente y llevar una vida activa.
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