Precisamente, si dar este paso te la oportunidad de reinventar tu vida y buscar un nuevo enfoque, no se puede considerar, en absoluto un fracaso. Es más, -vuelve las veces que sean necesarias (que diría mi madre)-, siempre que lo que te haga falta sea un respiro para volver a coger impulso en tu vida.
Te sorprenderá descubrir como la relación con tus progenitores ya no tiene nada que ver con la que mantenías años atrás. De hecho, ellos se pueden convertir en el apoyo que necesitas y en los mejores psicólogos. En mi caso, en todas mis vueltas -creo que van cinco, si no me fallan los cálculos-, hemos aprovechado para tratar temas que me han servido para conocerlos mucho más y mejorar mi relación con ellos.
Además, vivir con tus padres a una edad ya madura te da la oportunidad de devolverles en una pequeña parte todo lo que ellos han hecho por ti. Puedes ayudarles con papeles, tramites, compras y esas cosillas que para ellos pueden ser más complicadas y a ti no te cuestan ni dos minutos.
Por otro lado, las terapias de las madres -pobrecitas- no pueden pagarse con dinero. Da lo mismo cuál sea tu preocupación, una conversión con tu madre puede hacer que tu día se de la vuelta por completo. Sus sesiones tienen un valor incalculable.
Con la figura paterna,-que suele ser la más ausente durante la crianza- , lo que puedes hacer en esta etapa es compartir aficiones. Si regresas y tu padre ya está jubilado, puede que haya llegado el momento de compartir caminatas, lo que además puede servirte para aclarar tus ideas.
Ya sé que cada familia es un mundo, y que generalizar siempre deja fuera muchos tipos de relaciones y familias, pero veía necesario trasladar esto para quienes, por no regresar al nido, hipotecan su vida o permanecen al lado de personas de las que deberían tomar distancia. Volver a casa de tus padres puede ser el impulso necesario para recomenzar.
Un abrazo,