Al preguntarse cómo lo solucionaré, el cerebro empieza a elaborar una lista de acciones a llevar a cabo para intervenir en el asunto. Solo hay que ser el cambio que uno quiere ver en el mundo, como bien lo señalaba Buda.
Esperando, aguardando a que sucedan las cosas por el simple hecho de que lo deseamos, no ocurrirá. Siempre se necesita la intervención, la acción nuestra para llevar a cabo los cambios. Nada sucede solo, hay que accionar, hay que actuar, se necesita nuestra energía creadora y hacedora, para lo que deseamos resolver o alcanzar. ¡No esperes a que sucedan las cosas haz que sucedan! Es una gran frase que deseo implementar en cada acto de mi vida. Muy acertada, por cierto.
Las lamentaciones, las quejas solo nos conducen a una sensación de insatisfacción y a un desdén que en ningún caso es conveniente para ninguna energía constructiva. Tener pesar de uno mismo, quejarse, sin resolver, es un mal hábito que no conduce a nada nuevo ni bueno. Para el que desea hacer algo no hay quien lo detenga y el que no desea hacerlo se llena de excusas.
¡A contar nuestras bendiciones!