LISA

Hoy les traigo una anécdota más que un artículo. Un breve relato de amor, tan pequeño como su protagonista (moraleja con final abierto, a gusto del lector).
Se trata de una cachorrita de gato "marca gato, cruza de calle con avenida" como solemos decir en Argentina al referirnos a los animales de la calle. La nombré LISA porque lleva un pelaje rayado y me causó gracia aludir esa cualidad física "desde la vereda de enfrente".
Como las grandes cosas de la vida, ocurrió por causalidad. No pensaba tomar el subte para ir a casa de una amiga y al final busqué la opción rápida. Este subte tiene su boca de salida justo en la calle donde vive mi amiga. Y caminando hacia su casa oí unos lamentos gatunos clásicos del cachorro hambriento. Me detuve delante de una hermosa casa con jardín al frente y ahí estaba: un cachorro de unos dos meses de edad que clamaba a gritos en dirección al frente de la vivienda. Viendo que no había más animales en el jardín, de ninguna índole, ni siquiera pájaros en sus árboles... me decidí a tocar el timbre del portón, sin respuesta. Insistí una vez más con el timbre antes de tomar la decisión que cambió mi día y mi vida para siempre (sin respuesta otra vez). Por la abertura de entre el portón corredizo y la reja de hierro de malla cerrada observé que podría haberse metido la gatita, asi que la llamé y, al ver la velocidad y determinación de su carrera por aventurarse hacia una posibilidad mejor de supervivencia, ví en ella un ser con tantas ganas de vivir y confianza que la invité a salir por la abertura del garage (aclaro que luego mi amiga se comunicó con los habitantes de la casa con jardín y reconocieron que alimentaban a una gatita pero que no la incorporaron al hogar ya que tenían otros animales). Así fue nuestro primer encuentro de miradas y caricias. Su plena capacidad de entrega y gratitud hacia mi gesto fueron suficientes para meterla en un bolsillo de mi corazón que se abrió en ese instante. Un corazón que ya creía colmado por el amor de mis gatos más grandes, también rescatados (aunque de más alcurnia... jeje, porque la mayor es siamesa y el segundo es cruza con siamés) y que son la luz de mis ojos. También mis ayudantes terapéuticos; se entienden tan bien con las personas que mis pacientes se admiran de tanta naturalidad en ellos para dejarse acariciar y de vez en cuando, devolver el cariño recibido con un lengüetazo.
Por qué digo que esta peque me cambió la vida? viéndola jugar, interactuar con los gatos mayores, descubriendo colores y texturas y formas por primera vez, es tal el deleite que proporciona su avidez por la vida y la salud que despliega en todos sus movimientos, que me hizo recapacitar sobre algo fundamental: que damos todo por hecho. Los humanos creemos saberlo todo y ser los dueños del mundo y de las fuerzas naturales. Y yo me hago y les hago una pregunta: Y SI MAÑANA SE TERMINARA EL MUNDO??? Y SI MAÑANA TODO LO QUE CONOCEMOS COMO NORMAL Y ETERNO SE DESVANECIERA DE GOLPE? qué sería de nosotros pobres mortales obsoletos y sin imaginación? sabríamos sobrevivir a un cataclismo natural o nuclear o del que fuere?
Ayer subí un artículo en el que hablaba de la automatización humana (leer LA VOCACIÓN: EL DESPERTAR DE LA VOZ INTERIOR), de la capacidad de resiliencia que poseemos los humanos desde la esencia, desde nuestro verdadero Ser y no desde las formas en las que nos hemos convertido para sobrevivir en sociedad. Algo que los animales, incluso los más domesticados, YA son por Naturaleza. No fingen estar felices. Son felices. No fingen afecto. Aman. Si están enojados o frustrados por algo, lo manifiestan. No usan caretas como lo hacemos nosotros para encajar y agradar a los demás. Y eso es lo que necesitamos recuperar como especie: la coherencia.
Otra cualidad que caracteriza a los animales (y a las plantas y a los minerales...) es que no se quejan. Si algo no los complace, como un lugar caluroso de la casa en pleno verano, simplemente cambian de sitio por uno más fresco. Si tienen sed o hambre, van a su plato contenedor para saciarse (en estado salvaje cazan y buscan un abrevadero). El humano se queja del clima, de la falta de oportunidades, del calentamiento global (ahora devenido en glaciación), de los políticos que no hacen nada bien; del otro. Y viéndola a Lisa jugar con un simple bollito de papel, durmiendo pacíficamente tras una larga jornada de existir, comer con apetito de seguir viviendo como si no hubiera un mañana... me pregunto una vez más: y si no hubiera un mañana... qué sería del Ser Humano? se quedaría sentado sobre una piedra quejándose de su mala suerte? o buscaría los medios de salir adelante? quiero creer que optaría por lo segundo, verdad? no perdería un sólo instante porque su vida podría correr peligro. Cada segundo sería valioso... y digo yo una cosa: cada segundo de nuestro tiempo no es valioso ahora mismo??? cómo utilizamos los momentos de nuestros días? para quejarnos o para encontrar soluciones y mejorar nuestra existencia?. En serio, hay que llegar al grado del dramatismo para darnos cuenta de que el momento de Ser es AHORA???!!!

Los dejo con una imagen que lo dice todo. La paz, el sociego, la confianza, el merecimiento hechos carne y hueso. Lisa y llanamente.








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Saludos cordiales,
Mariel Alabarcez - Terapeuta Zen Shiatsu -


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