La verdad de por qué te mando tantos emails

Ayer un amigo me mandó un texto que había escrito y me preguntó qué opinaba.

Está muy bien, pero lo mejor es que lo has hecho. —Le respondí—. Aunque te sugiero que hagas diez más y me los enseñes. O mejor, no me los enseñes.

Haz veinte.

Haz cien.

Haz un millón.

Tienes que hacer tantos que te des cuenta de que no hay uno posible, ni dos, sino infinitos. Tienes que romper tu ego y tu resistencia a pensar que lo que has hecho está genial.

Lo que le quería decir ayer a mi amigo es que tiene que desapegarse de su obra, y que sólo cuando sea capaz de ello, empezará a ver resultados.

Algunos lo llaman Wu Wei, y apuesto que la mayoría no comprende qué significa.

La no acción.

Pero la no acción no significa no actuar, quedarse inmóvil, quedarse vegetal.

No acción significa no actuar con un fin determinado, es decir, no actuar por, o no actuar para.

Actúas porque lo llevas dentro. Actúas porque estás expresando tu energía. Lo que eres. Porque no puedes no hacerlo.

Llegar ahí no es fácil, no creas. Requiere entrenamiento, requiere quitarte condicionamientos, requiere cientos, o miles de horas de meditación, requiere encontrar la calma…

O requiere ser un niño.

En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Mateo 18:3

Los budistas lo explican con la impermanencia. Por eso crean una belleza de proporciones indescriptibles y luego la destrozan.



Bukowski lo llamó NO lo hagas.



Rudyard Kipling, aunque dicen que lo copió casi íntegramente del Bhagavad Gita, lo dijo así:

Si puedes coger todos tus triunfos, y arriesgarlos a una sola carta, y perder, y comenzar de nuevo por el principio, y no dejar escapar una palabra sobre tu pérdida…

Aunque resulte difícil comprenderlo, te mando tantos emails no porque tenga mucho ego sino precisamente porque estoy en proceso de romperlo.

Te mando tantos emails no porque me importes mucho, sino precisamente porque ya no me importas.

Y cuando ya no me importas es cuando puedo darte lo mejor de mí. Mi amor. Mi ser. Mi expresión.

Como dice Anthony de Mello, yo hago mi baile. Mi danza. Y si quieres bailamos juntos. Si no, no pasa nada, no tienes por qué leerme. No tienes por qué seguirme.

Pruébalo. Prueba a hacer algo a pesar de.

Pruébalo aunque nadie te lea. Aunque nadie te vea. Aunque nadie te escuche.

Si quieres cantar, aunque cantes como el culo, canta. Pero no me lo enseñes. Canta diez. Cien veces. Un millón. Hazlo porque lo llevas dentro. Porque no puedes no hacerlo.

Hazlo y verás qué pasa.

Para evitar las críticas, no digas nada, no hagas nada, no seas nada.
Anónimo.

Por cierto, todo esto y más lo cuento en el fin de semana de desarrollo personal y espiritual que organizo el 17,18 y 19 de diciembre.

A la mayoría de las personas no les interesa en absoluto.

A otras, sí.

220 €.

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