¡Qué delicia! ¡Qué recuerdos a la niñez! ¡Y qué placer ir caminando refugiándote del fresquito dentro de tu abrigo, y de repente percibir el inconfundible y reconfortante aroma de las castañas asadas!
Es embriagador, al menos para mí, e inevitable no caer en la tentación de comprar un cucurucho de papel y sentir el calor en las manos mientras se disfruta de ellas.
¿Sabíais que antiguamente, la figura de la castañera era exclusivamente un trabajo de mujeres?
Eran mujeres costumbristas, con manos y rostros curtidos por el frío, cuyo día a día giraba en torno al calor del hornillo, que a la vez las refugiaba del gélido invierno.
Una tradición que aunque estuvo a punto de desaparecer hace muchos años, continúa por suerte hoy en día con nosotros. Nada sería igual sin estos puestecillos, verdad?
Y es que las castañas además de estar riquísimas, son un alimento muy saludable con importantes beneficios nutricionales:
1. Ricas en nutrientes
2. Bajo aporte calórico
3. Alto contenido en hidratos de carbono y fibra (excelentes contra el estreñimiento)
4. Fuente de minerales, como el magnesio, el calcio, el potasio, el hierro y el fósforo.
5. Con propiedades vasculares y antiinflamatorias.
Os cuento otras curiosidades:
- Durante algún tiempo se ha pensado que el origen de la castaña se encontraba en Oriente, y que fue introducida en Europa a lo largo de la época de los romanos. Sin embargo, estudios actuales afirman que los castaños ya estaban presentes en Europa en esos tiempos. Hacia el siglo V a.C. llegó a Grecia, pero no fue hasta cinco siglos después cuando llegó a Francia y España.
- Antiguamente se utilizaba para combatir el hambre en épocas de guerra, ya que la harina de este fruto es muy parecido a la harina de otros cereales, pero con mejores nutrientes. De hecho, podría muy bien decirse que el castaño fue, para los europeos, un auténtico "árbol del pan".
- La medicina natural recomienda el consumo de castañas a las personas que sufren de agotamiento físico y nervioso, estrés, anemia, depresión, durante la lactancia, durante el embarazo (ayuda a la buena formación del feto) y para mejorar el tránsito intestinal.
- En el castaño, se presentan cubiertas por un envoltorio espinoso, el erizo de castaño, que al madurar se resquebraja y deja caer el fruto.
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Pues eso, una de las maravillas del otoño que más me gusta.
En casa las solemos asar en el horno, y no tiene ningún misterio.
Simplemente se las da un pequeño corte, se colocan en la bandeja del horno y se hornean durante unos 20-25 minutos a 200º...cuidado al sacarlas, que queman mucho!
¡A disfrutarlas!