Del término griego aimarein, es decir, sangre que fluye, las hemorroides constituyen, junto con los esfínteres anales, una especia de válvula que cierra la salida externa del intestino. En realidad, todos tenemos hemorroides; pero sólo se considera enfermedad hemorroidal (o hemorroides, simplemente) cuando se observan dilataciones varicosas anormales en las venas hemorroidales y el tejido circundante.
Se trata de una enfermedad de la que apenas se habla, pero que afecta, según las estimaciones científicas, a más de la mitad de las personas mayores de 30 años. A menudo, están causadas por el esfuerzo realizado para evacuar del intestino heces duras y secas. Los síntomas principales son dolor anal, presencia de sangre en las heces, ardor, picazón y sensación de vaciamiento incompleto del intestino.
Las hemorroides representan conflictos de identidad, de reconocimiento en la familia y en la sociedad.Según su ubicación, consideramos hemorroides internas a las que se localizan por arriba de la línea dentada del conducto anal y externas a las que se encuentran por debajo de dicha línea dentada. Si atendemos al nivel de desarrollo de la inflamación, podemos distinguir cuatro estadios:
Grado I: Hemorroides ligeramente aumentadas de tamaño, no visibles desde el exterior.
Grado II: Mayor inflamación. Durante las deposiciones, son empujadas fuera del ano; pero después retornan al interior del conducto anal.
Grado III: Las hemorroides salen del esfínter anal durante la defecación y ya no retornan de forma espontánea a su lugar.
Grado IV: Las hemorroides están continuamente fuera del ano y no pueden ser reintroducidas de forma manual. Es decir, siempre son visibles desde el exterior.
Para proceder a realizar una descodificación biológica de las hemorroides y cómo esta enfermedad se afronta desde la BioNeuroEmoción también podemos trabajarla con Técnicas de Programación Neurolingüística, lo adecuado y más efectivo es ir por partes ya que entran en juego distintos conceptos y tejidos con sus correspondientes sentidos y significados.
En primer lugar, si hay un común denominador en la mayoría de casos de hemorroides es la presencia más o menos acusada de sangre, hemorragia. Y la hemorragia no es sino la pérdida de sangre por la ruptura de vasos sanguíneos como venas, arterias y capilares. Desde el punto de vista biológico, siempre que la sangre protagoniza o está relacionada con un síntoma sabemos que éste guarda relación con un conflicto de familia. Sentirse apartado o no reconocido por la familia, querer abandonar la familia, desear que otro u otros dejen la familia, etc. Por otra parte, la sangre representa también la alegría de vivir. Perderla representa, por tanto, un bloqueo de esa alegría de vivir en un contexto determinado.
El órgano o zona del cuerpo donde se produce la hemorragia nos permite precisar los detalles y matices del conflicto. Por tanto, debemos tener en cuenta a la hora de hacer la descodificación biológica de las hemorroides el sentido y significado de la zona ano-rectal. Los conflictos relacionados con el ano y el recto hacen referencia, en primer lugar, a nuestra identidad; cuando ésta se ha visto mancillada y no nos sentimos reconocidos. En segundo lugar, hacen referencia a una pérdida territorial en nuestro ámbito más habitual e inmediato: familia, círculo de amistades o trabajo que puede ser considerado en algunos casos como familia simbólica.
Descodificación biológica de las hemorroides
Comúnmente relacionadas con episodios de estreñimiento, ralentización del flujo intestinal y sequedad de las heces, la descodificación biológica revela que las hemorroides representan en realidad un conflicto de identidad. Literalmente, la zona ano-rectal simboliza el lugar donde uno se acomoda, en el que uno se siente a gusto. Son personas que albergan dudas sobre su identidad real y sobre el reconocimiento de esa identidad por demás, en un clima de rabia por el pasado, por algo que vivió y sintió como una afrenta que aún sigue viva en su mente. Además, hay una tendencia a reprimir la expresión de ese sentimiento de no ser reconocido. Hay una carencia de reconocimiento que el afectado guarda en su interior sin expresarse al respecto. Se vive esa incertidumbre en silencio, aislado.
Son, en definitiva, conflictos de marcaje de territorio ya que éstos siempre se manifiestan en la zona ano-rectal. La persona con hemorroides sufre consciente o inconscientemente la imposibilidad de tomar su lugar. Siente que no puede hacerse valer y ser reconocida por la que considera su verdadera identidad, sobre todo con respecto a la familia, el trabajo y la sociedad.
Cuando las hemorroides son sangrantes entra en juego la figura materna y entonces debemos valorar y tener en cuenta matices y sentimientos como el hecho de no poder posicionarse en la vida sin la madre o necesitar permanentemente su presencia y opinión. Vuelve a estar presente, como vemos, la incapacidad de soltar, de dejar fluir la vida sin aferrarse a etapas de la niñez en las que posiblemente hubo carencias afectivas; pero que, desde luego, pertenecen al pasado y ya no volverán.
Cuando las hemorroides aparecen internamente buscaremos situaciones que se hayan vivido como algo sucio, malintencionado, guarradas sufridas en relación a la falta de reconocimiento.
En cambio, cuando es una hemorragia externa el conflicto está relacionado de lleno con la identidad.En el caso de que su localización sea externa hablaremos de un conflicto de ausencia de identidad o pérdida de territorio (real o simbólico).
Las hemorroides se manifiestan cuando la persona ha solucionado su conflicto, sin embargo lo convertimos en un síntoma crónico cuando constantemente entramos y salimos de él.
Rabia y rencor
Las personas que presentan hemorroides tienden a guardar rabia y rencor en relación a una experiencia vivida en el pasado (por algo que se vivió como un insulto, una imposición o una denigración de su dignidad) y que se mantiene viva en su mente.
En general son personas inseguras y con dificultad para tomar decisiones. Prefieren aferrarse y no expresar el sentimiento de no ser reconocido. Se auto exigen llevarlo como una carga, en silencio, actitud por la que se sienten sometidas y presionadas emocionalmente: me siento abandonado en esta familia, quiero y no puedo abandonar esta familia, también quiero que éste o aquel abandone mi familia
Esta inseguridad se refleja asimismo en la necesidad de obligarse a tener los mejores resultados (normalmente en todas las facetas de su vida) que la lleva a compararse con sus congéneres constantemente. No porque haga más y/o tenga más voy a menguar mi sentimiento de inseguridad. Más bien es lo contrario, porque una vez demostrado el reto “tengo que” mantenerlo (si hago) o no perderlo (si tengo): no estoy siendo quién realmente me gustaría ser, no soy lo que los demás esperan de mí.
Cuando el conflicto tiene que ver con la pérdida de territorio, la persona siente (consciente o inconscientemente) que es imposible hacerse con el lugar que le corresponde, que no sabe cómo hacerse valer y así ser reconocida por su verdadera identidad: no puedo estar en mi sitio, no tengo mi lugar en mi territorio, no quiero volver a casa, me aburre estar en mi casa.
En ocasiones este conflicto se programa en el útero materno (lo que conocemos como Proyecto Sentido) ante el deseo de los padres (o al menos uno de ellos) de que el futuro bebé sea de un determinado sexo: mis padres querían un niño y soy una niña… ¿cuál es mi identidad?, ¿quién soy realmente con respecto a mi familia, a la sociedad?.
Cuando uno de los síntomas es el sangrado, sabemos desde la BioNeuroEmoción® (sangre=familia) que la situación que vive la persona tiene que ver muy estrechamente con su entorno familiar (“alguien debe entrar o salir de la familia”). También la sangre se relaciona simbólicamente con la alegría de vivir (en este caso ver que situación estoy viviendo en un contexto de infelicidad / insatisfacción): “no pertenezco a esta familia”, “no me siento reconocido en mi familia”.
Si la base es el estreñimiento buscaremos por un lado una situación de sentirse abandonado por la madre (o persona que juegue el rol de figura materna): tengo miedo a ser abandonado por mi madre, no sé cuál es mi sitio en la vida ahora que mi madre no está, siempre necesito la opinión de mi madre, y por otro lado la incapacidad de soltar, la necesidad de retener a algo o a alguien (que normalmente proviene de carencias afectivas vividas durante la infancia): me cuesta soltar, no quiero perderlo.
Sé tú mism@
La curación radica en dejar de buscar ir agradando a los demás y Ser yo mismo, darme el permiso para mostrar mis debilidades y mis habilidades, darme el permiso para manifestar y expresar mi derecho al lugar que me corresponde en cada parcela de mi vida, de la misma forma que entiendo y respeto el sitio que le corresponde al otro.
En la consulta de BioNeuroEmoción® encuentras un espacio dónde sientes que puedes expresarte libremente, porque cuando no hay juicio la emoción reprimida sale desde lo más profundo de tu alma, y cuando la liberas, la sueltas, la dejas ir… comienzas a vivir plenamente tu vida.
Afrontar la curación de hemorroides desde la BioNeuroEmoción y Programación Neurolingüística implica tomar conciencia de que éstas expresan una presión generada por estados emocionales y por temores de los que la persona afectada no se permite hablar y que, obviamente, pretende ocultar. Indudablemente, esta represión se convierte en una carga que acrecienta el problema. La persona se crea una presión añadida, se exige demasiado. En el fondo, subyacen una inseguridad material y una dificultad para tomar decisiones.
Paradójicamente, cuanto más acusada sea esa actitud interior de inseguridad, más probable será que aparezcan episodios de hemorroides y si ya existen, se agravarán. No hay que obligarse ni exigirse a hacer o tener para aliviar o neutralizar ese sentimiento de inseguridad. Al contrario, lo esencial es aprender a soltarse, adquirir más confianza en uno mismo. Y, por supuesto, no retener las palabras, expresar lo que se siente, dándose derecho uno mismo a tener miedos y dudas.
Terapias que ayudan a la toma consciencia y soluciones emocionales a tu situación.
En terapia de Programación Neurolingüística, la toma de conciencia del conflicto no resuelto –hacer consciente lo inconsciente- es necesaria e imprescindible como primer paso. Después, el trabajo para cambiar las creencias y las emociones tóxicas asociadas al conflicto, ya sea a través de Programación Neurolingüística (PNL), Técnicas de tratamiento Eriksoniano, incluso una simple relajación, proporciona una curación rápida, efectiva y definitiva.