Y esto es así porque nada existe de la manera en que nosotros lo percibimos, porque la realidad está prácticamente vacía y es sólo vibración y finalmente, porque es un entramado ilusorio, fantástico montaje teatral con sus actores incluidos para poder desarrollar esta experiencia.
Cuando no intervengo y sólo observo, puede ocurrir que caiga el velo que tapa mis verdaderos ojos y sólo quede la realidad energética y de conciencia que subyace a todo, lo que Sogyal Rimpoché llama el Rigpa o energía prístina de la conciencia, que él identifica como un resplandor.
La consecuencia de liberarnos de las ataduras de la ilusión es el incremento de la calidad y vibración de nuestro pensamiento, deseo, percepción, etc.
Dicho así, y siempre que lo he leído, me ha dado la impresión de la típica falsa espiritualidad que se compra y vende en la que hablamos de más alta vibración, la frecuencia del amor y otras maravillas. Pues esto me obliga a concretar un poco más, a qué nos referimos con calidad y mejor vibración de nuestro pensamiento, emoción, etc. Nos referimos que a partir de la constatación de que todo es impermanente y pasajero, una ilusión, empezamos a pensar en las consecuencias más allá de este tiempo y espacio actuales que tiene mi conducta, mi pensamiento, y la forma en que me manejo dentro y fuera.
Si soy consciente de mi situación pasajera por esta realidad, puede ser que principie a pensar más en cómo dejo las cosas después de mí y puede que empiece a pensar más en los demás, incluso en que pueda haber una realidad permanente no alcanzable desde aquí, que valga la pena alimentar con amor y felicidad. Si esta conciencia se mantiene y sabemos que es a partir del desarraigo mental, se produce una mejora en nuestra percepción, deseo, pensamiento, etc., que incluso se desviste del fardo de procesar tanta información densa y poco productiva.
Ricard Montero i Costa
Psicólogo, Economista y Maestro de Reiki en Komyo, Gendai, Reido y Karuna