En la actualidad, está muy extendido el uso de la medición de temperatura, para detectar la presencia de personas infectadas con el nuevo coronavirus. Este proceso se viene realizando, mediante el empleo de equipos infrarrojos a distancia en muchos sitios públicos y privados. A menudo, al acudir a farmacias, tiendas minoristas o supermercados, se puede observar o el uso de termómetros infrarrojos. Además de ello, en los aeropuertos se han instalado cámaras, las cuales, mediante termografía infrarroja, permiten la detección de personas con temperaturas corporales por encima del promedio. Esto podría indicar la posibilidad de fiebre y esas personas, son sometidas posteriormente a una revisión definitiva. Sin embargo, una investigación reciente, sugiere que las pruebas del funcionamiento del olfato, deberían ser implementadas.
De este tema tan controversial, voy a hablar, tomando en cuenta los acertados comentarios de Mildred, una seguidora de Texas. Ella me confió, que quedó muy asombrada con algo ocurrido a una amiga, cuando cierto, día la acompañó al supermercado. Al ingresar, la medición de temperatura estuvo completamente normal para ambas, sin embargo, días después su amiga enfermó de COVID-19. Esto le llamó la atención, porque su amiga le había comentado que sentía muy poco, el sabor de los alimentos. Por ello, decidió comunicarse conmigo, y solicitarme información que avale la ventaja de las pruebas de olfato, con respecto a las de temperatura. Mildred, es maestra y solicitó mi apoyo, debido a que actualmente se avecina la próxima reapertura de las escuelas. Ella también, realiza trabajo voluntario y desea contar con mayor información.
Por ello, tomando en cuenta una propuesta reciente y diversos estudios que avalan la pérdida del olfato, elabore un dossier. Pensando, en que el tema puede llamar la atención de muchas personas, decidí compartirlo en un artículo.
¿Usualmente como se mide la temperatura?
Actualmente, existen diversos métodos para medir la temperatura del cuerpo humano. De esta forma, considerando la relación entre la persona a quien se mide la temperatura y el instrumento de medición, se habla de métodos de contacto y métodos a distancia.
Los métodos de contacto, son aquellos que emplean un sensor de temperatura en conexión directa con nuestro cuerpo, tales como los conocidos termómetros digitales. Estos instrumentos, requieren de un tiempo de espera para alcanzar el equilibrio térmico. Son considerados, los más precisos (entre 0,1 y 0,2 ºC de error).
A su vez, los métodos a distancia, se basan en la propiedad de la emisión de radiación térmica. Esto, es capturado por un sensor remoto. Su uso, implica que no se realiza contacto directo con las personas, una gran ventaja en esta pandemia. Sin embargo, se ha determinado que son menos precisos que los de contacto. La razón principal es porque dependen de la capacidad del cuerpo para emitir el calor, el ambiente donde éste se propaga y la capacidad de los equipos para recoger esta radiación térmica emitida. Esto incluye entre otras cosas, una serie de características ópticas inherentes a los lentes y equipos de detección. Las tecnologías más conocidas, son el termómetro infrarrojo y la termografía infrarroja.
La determinación de temperatura del COVID-19 bajo la lupa
En el caso de una emergencia sanitaria como la del COVID-19, es más seguro el uso de métodos a distancia. Aquí no hay contacto directo con la persona a la que se mide la temperatura. Sin embargo, es necesario tener en cuenta cuál es la exactitud de medida de estos equipos, tomando en cuenta que no son verdaderamente un termómetro. Estos equipos, solo logran obtener un valor de energía y la identifican como temperatura.
Estas metodologías, son empleadas actualmente, en lugares con alta afluencia de personas, tales como los aeropuertos y terminales de pasajeros. Su gran ventaja, consiste en mantener, a quienes hacen la detección de temperatura, lejos de la exposición de posibles infectados. Es decir, los operarios, se mantienen alejados el lugar del flujo de personas que se están monitoreando. Sin embargo, posee una serie de limitaciones. Esto es un importante elemento, que se ha venido considerando por muchos científicos, quienes han percibido, que la presencia de alta temperatura en una persona, sería un indicativo de COVID-19, en una de sus fases más avanzadas.
Esto difiere, de la detección de la pérdida de olfato, la cual ocurre tempranamente, aún sin mostrar otros síntomas. De hecho, el Departamento de Salud y Atención Social del Reino Unido (DHSC) anunció una interesante noticia a mediados de mayo. Para ellos, la anosmia (pérdida total del olfato), así como la pérdida del gusto (disgeusia) se consideran en la lista de síntomas oficiales de COVID-19. Son también, mencionados en las páginas oficiales de la OMS, en la descripción de la sintomatología del COVID-19.
Limitaciones en el uso de la termografía infrarroja
Hablar de temperatura corporal, es referirse a la temperatura interna del cuerpo humano. Por ello, tradicionalmente se han utilizado termómetros de contacto, de uso oral o rectal. Sin embargo, esta temperatura, es imposible medirla con cámaras térmicas. Sencillamente porque ellas, no alcanzan a realizar mediciones por debajo de la superficie de la piel. Por ello, solo se tiene una aproximación de la temperatura superficial, que por lo general es menor que la interna.
Cabe resaltar que, existen algunas limitaciones, vinculadas con la tecnología, de las cámaras termográficas y la radiación infrarroja. Por ello, solo se podrá detectar, una anomalía térmica en algunas personas, dentro de un grupo mayor. Ello permite realizar el contraste entre la temperatura promedio de un grupo amplio y ciertas personas en concreto. Esta metodología, se basa en la presunción, de que la mayoría de las personas están sanas. De esta forma, toda persona que presente una temperatura por ejemplo de 1ºC por encima, es sospechosa de tener fiebre. Así, asignando un valor de 36ºC, a una persona sana, cualquier otra con 37ºC o más, sería considerada un posible caso de fiebre. Cuando esto sucede, la persona, es valorada bajo protocolos del personal médico, en una segunda revisión empleando termómetro de oído.
Se ha determinado, que el nuevo coronavirus (el tercero entre los humanos), posee un elevado potencial de patogenicidad y transmisibilidad. Se ha determinado, que la mayoría de los pacientes infectados, son asintomáticos o con manifestaciones no reconocidas de la enfermedad. Métodos novedosos como el olfatorio, permitiría detectar esta peligrosa población.
Algunas investigaciones sugieren emplear métodos más confiables
Es oportuno aclarar, que existe una marcada variabilidad térmica entre las personas. Ello depende del sexo, la edad y el metabolismo. Por esta razón, la detección térmica no permitirá descubrir todas las personas que posean fiebre. En la actualidad, muchas empresas hacen uso del termómetro infrarrojo para la detección de la temperatura corporal. Sin embargo, la investigadora Sharon Begley, sugiere que debe implementarse el uso de las pruebas olfativas. De acuerdo a lo publicado en la revista STAT News, la medición de temperatura “bien podría sumarse a la larga lista de respuestas torpes a la pandemia”. De acuerdo a esta investigadora, el empleo de esta técnica, podría fallar en muchas ocasiones. Principalmente, en las personas asintomáticas, es decir las infectadas por el virus, pero que no llegan a presentar sintomatología. Existe mucha evidencia científica, que avala el hecho de que las personas asintomáticas, pueden ser propagadores importantes del virus.
De acuerdo a estudios publicados en abril, por Andrew Badley, líder de un laboratorio de virus en la Clínica Mayo, la anosmia se presenta mucho antes que la fiebre. Incluso, algunas personas, tal vez solo lleguen a manifestar anosmia (imposibilidad total de percibir olores) y nunca lleguen a presentar síntomas febriles.
Los expertos europeos tras la pista de la pérdida del olfato
Otro estudio, realizado por la Universidad de Anglia del Este y publicado a inicios de agosto de 2020, ofrece más evidencias de que el coronavirus afecta al sistema nervioso. Además de ello, se detectó que entre el 34 y el 98% de los pacientes hospitalizados con COVID-19, experimentan pérdida olfativa. Algunos pacientes, la experimentarán durante más de 30 días. Y existe la posibilidad, de que ciertas personas afectadas no se recuperen. Este estudio, que contó además con la presencia de expertos europeos en trastornos del olfato, logró comparar, a un grupo de pacientes sanos, con otros enfermos de COVID-19 y resfriado. Los resultados, fueron diferenciados por edad y sexo.
Se encontró que la pérdida del olfato era “mucho más profunda”, en pacientes de coronavirus que en pacientes con resfriado. Se observó adicionalmente, que el sentido del gusto, de los pacientes con COVID-19 también se redujo drásticamente. De hecho, no lograron identificar sabores dulces o amargos, mediante el empleo de “tiras gustativas”, capaces de reaccionar en varias áreas de la lengua.
Otras investigaciones apoyan la fiabilidad de pruebas olfatorias
Un interesante estudio, realizado por la otorrinolaringóloga Carol Yan de UC San Diego Health, tuvo un excelente hallazgo. Dicho estudio, fue publicado en abril de 2020 y se basó en los resultados de 1.480 pacientes. Y permitió visualizar, la presencia de anosmia en muchas personas infectadas. Se llegó a demostrar, que quienes experimentaban anosmia tenían, diez veces más probabilidades de estar infectados con el nuevo coronavirus, que de cualquier otro patógeno. Según esta investigadora, la anosmia podría considerarse como bastante específica del COVID-19.
Cabe destacar, que ella está consciente que los procesos proinflamatorios de unos 200 virus de resfriado, podrían ocasionarla. Sin embargo, ella asegura que, durante la época de verano, cuando ciertas infecciones virales son bastante improbables, lo que aumenta la probabilidad de que la anosmia sea provocada por el nuevo coronavirus. Ella sugiere, incluir las pruebas olfativas, además de las de temperatura. Ella percibe que: “La anosmia es bastante específica del Covid-19”.
En cambio, menciona que la fiebre, posee muchas causas. Esto hace que, cuando se realicen pruebas de temperatura, el número de personas potencialmente enfermas, será mayor, respecto a las de la prueba olfatoria. Así, el valor predictivo positivo de una prueba olfativa, indica que la anosmia, aumenta al crecer la prevalencia viral. Esto ha sido visto, en muchos lugares de los Estados Unidos, donde se ha incrementado el COVID-19. La investigadora afirmó: “Espero que se utilice como medida de detección del virus en todo el mundo”.
Un estudio reciente, impulsado por la Universidad de Pennsylvania, sugiere que cada vez hay más pruebas de la fiabilidad de la disfunción olfatoria. Así, el Consorcio Global para la Investigación Quimiosensorial, encontró que el COVID-19, está más fuertemente asociado con el gusto y el olfato que con la fiebre. Aquí se incluyeron 25.000 personas alrededor del mundo.
¿Cómo visualizan los investigadores que funcionarían las pruebas de olfato?
En caso de que las pruebas olfatorias, comiencen a realizarse de forma generalizada, se requerirán ciertas metodologías. Ello supone, la presentación de un abanico de opciones, con la presencia de diferentes aromas, lps cuales deberán ser identificados, antes de ingresar en un recinto o edificación.
Para la mayoría de los científicos, la prueba de identificación del olfato desarrollada por la Universidad de Pensilvania, es considerada el “estándar de oro”. Mediante este test se clasificó la disfunción olfativa, en anosmia, hiposmia leve, moderada y grave. Es la prueba más utilizada mundialmente, y consta de 40 aromas microencapsulados en una etiqueta montada sobre un papel. Para los científicos, esta prueba, puede servir de modelo. Siendo el objetivo, caracterizar si las personas logran sentir los olores o no. Se resta importancia, a la identificación de los aromas en sí. Así, las empresas o instituciones, podrían solicitarles a las personas, que huelan una tarjeta. La misma, emitiría una fragancia al ser frotada y las personas tendrían que elegir el olor correcto entre ciertas opciones.
Otra forma sería, indicar a las personas que huelan tres hisopos diferentes. Uno de ellos, contendría un aroma específico, otro un olor atenuado y un último hisopo sin ningún aroma. Esto permitiría detectar tanto la pérdida completa de olfato, como la disminución en su capacidad. Danielle Reed, genetista conductual en el Centro de Sentidos Químicos de Monell, visualiza diversas formas prácticas. Por medio de ellas, la gente puede comprobar el funcionamiento de su sentido del olfato, de una forma rutinaria, al ingresar en áreas públicas.
Concluyendo
Se ha podido establecer hasta la fecha, que algunas personas, aún sin tener fiebre, pueden contagiar el nuevo coronavirus. A nivel mundial, se han venido realizando una serie de estudios, que buscan que se logre la incorporación de una prueba olfativa, complementaria a la prueba de temperatura. Y esto ha sido percibido por muchas instancias.
Así, desde hace meses, se viene realizando, en bases militares estadounidenses, una prueba que consiste en olfatear un hisopo de algodón, empapado con vinagre de sidra de manzana. A su vez, algunos estudiantes de Penn State University, optaron por una experiencia en el campus este otoño. Dentro de las normativas además de las prácticas de distanciamiento social, se incluyó una iniciativa menos tradicional y más proactiva. Se trata, de la prueba olfativa. De esta forma, ante el primer síntoma de la pérdida del olfato, se recomendaría el aislamiento y diagnósticos exhaustivos para COVID-19.
Muchas investigaciones han logrado demostrar, que menos del 50% de las personas con fiebre dan positivos para COVID-19. Y cada día, se observan de forma más recurrente, ciertos síntomas, entre las personas infectadas con el nuevo coronavirus. Hallazgos, publicados en el Foro Internacional de Alergia y Rinología, fueron contundentes. Así, 59 de 60 pacientes presentaron: pérdida total (anosmia) (25%), pérdida grave (33%) y el resto se clasificó como moderado o leve.
Mi seguidora, la maestra de Texas, me agradeció enormemente el gesto por enviarle la información que ahora comparto en el post. De hecho, me comenta, que admira mucho la labor de la Universidad de Pennsylvania. Incluso pretende impulsar con otros maestros de su institución algunos juegos didácticos con diferentes fragancias para detectar tempranamente la presencia del nuevo coronavirus. Gestos como los de la maestra Mildred, me hacen sentir honrada, por la labor que amorosamente realizo.
“…Las pruebas olfativas y gustativas podrían utilizarse para discernir entre los pacientes de COVID-19 y las personas con resfriado común. Aunque estas pruebas no podrían sustituir a los instrumentos de diagnóstico formales, como los hisopos de garganta, podrían ser una alternativa cuando no se dispone de pruebas convencionales o cuando se necesita una detección rápida, en particular en el nivel de atención primaria, en los departamentos de emergencia o en los aeropuertos”
Carl Philpott
Profesor de la Facultad de Medicina de Norwich, Universidad de Anglia del Este
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Referencias:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7272810/
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https://www.advisory.com/daily-briefing/2020/07/08/covid-smell-test
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https://www.bmj.com/content/370/bmj.m2808http://www.uea.ac.uk/about/-/how-covid-19-smell-loss-differs-from-the-common-cold