El año 2016 la OMS estimó, que a nivel mundial más de 650 millones de personas adultas padecían obesidad. En la actualidad, diversos estudios han permitido establecer que este trastorno metabólico conlleva muchos riesgos asociados con la diabetes tipo 2 y diversas patologías cardíacas.
El tema de la obesidad ha sido tratado en varias oportunidades a solicitud de muchas personas. En esta ocasión, se hará nuevamente a solicitud de Rosalyn, una seguidora de Alabama. Ella decidió comunicarse conmigo, a los fines de que le asesorara con relación a los riesgos que conlleva la obesidad. Su interés se hizo evidente, debido a que ella deseaba ayudar a su padre.
Ella me comentaba, que él en muchos momentos se animaba a mantener un peso estable mediante una adecuada alimentación. Incluso, ya tenía una rutina diaria de caminatas junto a su madre que le permitía mantener un peso adecuado.
Aún así, solía ser poco firme en sus decisiones y su peso parecía moverse como una montaña rusa. Esto realmente fue lo que impulsó a Rosalyn a buscar mi apoyo.
Estilo de vida saludable, un aliado que se debe cuidar
La obesidad se ha convertido en un problema de salud pública a nivel mundial, pues es predictora de enfermedades crónicas como diabetes tipo2, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, entre otras.
Es muy importante que tu estilo de vida sea saludable, no solo la alimentación con los nutrientes que el organismo requiere, sino actividades físicas para que el cuerpo se mantenga en movimiento, conserve su elasticidad y su movilidad. Todo esto debe estar acompañado de pensamientos de optimismo. Es la mejor forma de combatir el sobrepeso y la obesidad.
Dada la prevalencia de la obesidad y sus repercusiones negativas a nivel mundial, decidí compartir esta información en mi página.
Algunos elementos acerca de la obesidad
Hasta ahora, son muchos los estudios realizados para llegar a comprender a ciencia cierta diversos aspectos acerca de la obesidad. Sin embargo, esta enfermedad enfrenta algunos inconvenientes para lograr verdaderos progresos en cuanto a su tratamiento clínico.
Uno de ellos, es que ha sido estigmatizada por muchos sectores de la sociedad, menospreciando a quien la padece. Otro de los inconvenientes detectados, es la prevalencia del efecto cosmético, por encima de los efectos contra la salud.
Cabe destacar, que pequeñas pérdidas de peso (entre el 5 y 10%) producen comprobados beneficios para la salud. Sin embargo, en muchas ocasiones no proporcionan el efecto estético que desea alcanzarse. Este desfase origina desajustes entre las expectativas de quien realiza el tratamiento para obesidad y lo que realmente se logra.
Ello incluye los tratamientos quirúrgicos donde se valora más la apariencia de la pérdida de peso que los beneficios obtenidos.
Los prejuicios, que consideran la obesidad más como un problema estético que de salud, afectan ciertos procedimientos. Por ello, en la historia de la farmacoterapia para la obesidad se han encontrado ciertos dilemas.
Ello incluye una serie de problemas relacionados con la seguridad, abuso, eficacia y generación de efectos adversos. Entre ellos, podemos destacar la hipertensión pulmonar y valvulopatía.
Un último elemento, aunque no menos importante, es la falta de reembolso por parte de las aseguradoras de salud. Esto ha generado el decrecimiento en las ventas de tratamientos farmacológicos para la obesidad y la disminución del desarrollo de nuevos medicamentos.
Riesgos asociados a la obesidad
Según los expertos, la epidemia global de obesidad se ha incrementado en la mayoría de los países desde la década de 1980. Ya para el año 2016 la OMS estimaba, que a nivel global existían más de 650 millones de adultos obesos.
La obesidad es calculada por los médicos mediante una medida especial, que se denomina índice de masa corporal (IMC). Por medio de este valor, se determina quien posee un peso por debajo de lo normal o quien está sano. Además de ello, señala quien se encuentra obeso o presenta sobrepeso.
De hecho, una persona obesa posee un peso muy por encima de lo que debería, considerando su altura. Así, si el IMC se encuentra entre 25 y 29,9 indica sobrepeso y si es igual o superior a 30 indica obesidad.
De acuerdo a los estudios, se ha establecido que la obesidad incrementa el riesgo de padecer diversos problemas de salud. Además de ello, impide un adecuado movimiento, dificulta la respiración y en muchas ocasiones conlleva una serie de problemas emocionales.
Dentro de algunas comorbilidades crónicas, asociadas a la obesidad destaca la diabetes tipo 2 (DT2). De hecho, tal es la vinculación entre ellas, que algunos expertos han acuñado el término “diabesidad”. En efecto, según estimaciones de la Federación Internacional de Diabetes el 2019 existían mundialmente 463 millones de personas diabéticas.
De acuerdo a las proyecciones se estima, que para el 2045 habrán más de 700 millones de personas con DT2.
Según los expertos, el tratamiento de la “diabesidad” constituye un reto de grandes proporciones. Ello se debe, a que muchos fármacos empleados frecuentemente, como sulfonilureas, tiazolidinedionas e insulina ocasionan un incremento de peso. Lo que genera un círculo vicioso, que incrementa aún más los problemas de salud.
Se confirma la asociación de la obesidad con Diabetes tipo 2 y patologías cardiovasculares
Según una declaración científica reciente se estableció, que las personas obesas presentan un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas y diabetes. Este anuncio fue publicado en la revista Circulation en abril del 2021, impulsado por la Asociación Americana del Corazón (AHA).
Esta asociación observó, que las tendencias de la obesidad demuestran un alto impacto sobre las patologías cardiovasculares. Para ellos, la obesidad contribuye directamente a la presencia de ciertos factores de riesgo cardiovascular incidentes. Entre los que podemos mencionar la dislipidemia, DT2, trastornos del sueño e hipertensión.
Además de ello, la obesidad también propicia el desarrollo de enfermedades cardiovasculares (ECV), independientemente de otros factores de riesgo cardiovascular. Datos recientes establecen, que la obesidad abdominal, cuantificada por el perímetro de la cintura, es un marcador de riesgo de ECV, incluso de forma independiente al índice de masa corporal (IMC).
Cabe destacar, que actualmente se han logrado avances significativos en la caracterización de la adiposidad visceral empleando imágenes. De hecho, el exceso de grasa a nivel de los órganos es un indicador independiente de malos pronósticos cardiovasculares.
Esto ha permitido comprobar, que una modificación del estilo de vida posibilita la mejoría del síndrome metabólico. Lo que permite corregir la inflamación sistémica asociada, además de la disfunción endotelial.
Según los científicos responsables de esta declaración, la obesidad abdominal es sin dudas un marcador de riesgo de enfermedad cardiovascular. Por ello, se recomienda realizar la medición de la medida abdominal y el índice de masa corporal de forma frecuente.
Para los expertos, un perímetro de cintura elevado o una relación cintura-cadera baja, significarían un mayor riesgo de enfermedad cardíaca. Esta aseveración incluye a personas que poseen un peso saludable.
¿Cómo impacta la obesidad la función cardíaca?
Según los autores de esta trascendental declaración, el exceso de adiposidad genera modificaciones en la función cardíaca. Estos cambios, pueden ocurrir de forma directa sobre el músculo cardíaco y la vasculatura. Además de ello, también acontecen ciertos cambios realizados de forma indirecta por efecto de las patologías asociadas con la presencia de la obesidad.
La ciencia ha podido observar que, cuando se acumula un exceso de tejido adiposo, se incrementa el volumen sanguíneo y la cantidad de sangre bombeada, así como el aumento de la resistencia vascular.
Aparte de ello, un alto nivel de grasa influye en el incremento de la tensión arterial. Esto se debe a una alteración de la función renal y ciertos desequilibrios como la resistencia a la insulina. Básicamente esto es producido por una alteración hormonal, la activación del sistema nervioso simpático y alteraciones intrarrenales.
Se ha establecido, que dentro de los efectos de la acumulación de grasa en el corazón destaca la fibrosis. Esta condición puede conducir al desarrollo de la disfunción diastólica e insuficiencia cardíaca. Incluso, la DT2, apnea del sueño y el síndrome de hipoventilación, incrementan el riesgo de hipertensión pulmonar e insuficiencia ventricular.
A su vez, la obesidad abdominal también está relacionada con la acumulación de grasa alrededor del hígado. Este efecto, por lo general conduce al padecimiento de hígado graso no alcohólico. De hecho, cuando las personas obesas presentan bajos niveles de grasa visceral poseen menor riesgo de enfermedad cardiovascular. Esta condición se denomina obesidad metabólicamente sana.
De acuerdo a los expertos que realizaron esta importante declaración, la reducción de calorías favorece la pérdida de grasa abdominal. Asimismo, se observó que la actividad física que posee los mayores beneficios para disminuir la obesidad abdominal, es el ejercicio aeróbico.
Influencia de los procesos inflamatorios y la obesidad
De acuerdo a lo estudiado, se puede mencionar que la inflamación es una secuencia ordenada de acontecimientos. Los mismos poseen la función de mantener el equilibrio de los diversos órganos y tejidos de nuestro organismo. Podría decirse, que la inflamación ofrece protección frente sobre los tejidos, al destruir los agentes dañinos.
Cuando se padece de obesidad, se incrementa el tamaño de los adipocitos, debido al cúmulo de ácidos grasos. Y cuando estas células ya no pueden crecer más, se forman nuevos adipocitos. Produciéndose una ganancia de peso, por efecto del crecimiento del tejido adiposo (TA).
Se ha logrado establecer desde hace décadas, que las células inmunes forman parte del TA. Sin embargo, fue solo hasta el principio de los 90 cuando se logró establecer la evidencia del papel de la inflamación en la obesidad.
De acuerdo a estudios más recientes, se ha descubierto que existen vínculos reguladores entre los sistemas metabólicos e inmunológicos. Dichos vínculos, se producen principalmente a nivel del tejido adiposo visceral (TAV)
Se sabe, que el incremento progresivo de los adipocitos y la obesidad, hace que el suministro de sangre a los mismos se reduzca, produciendo procesos inflamatorios. Ello desencadena la perdida de la sensibilidad a la insulina.
Los cambios estructurales producidos en TAV originan la liberación por parte de los adipocitos, de ciertas citocinas denominadas adipocitocinas. Estas moléculas se desplazan mediante la sangre, produciendo daños a nivel del hígado y sistema musculoesquelético.
Ello, afecta negativamente el metabolismo de los macronutrientes, incidiendo así, en el desarrollo de enfermedades metabólicas. Entre ellas destaca el síndrome metabólico, que con el tiempo produce una serie de enfermedades crónico-degenerativas. A saber, DT2, enfermedades cardiovasculares y diversos tipos de cáncer.
Concluyendo
Según los expertos, a nivel mundial se calculan unos 3.000 millones de personas que poseen sobrepeso o padecen obesidad. Para los especialistas, la obesidad es considerada una enfermedad compleja correlacionada con diversos factores. Dentro de ellos podemos mencionar los ambientales, sociales, biológicos y psicológicos.
Ellos en su conjunto, contribuyen al riesgo que poseen las personas de padecer obesidad. Diversos estudios han determinado, que la obesidad se asocia a un mayor riesgo de síndrome metabólico.
Ello contribuye a la presencia de diversos factores de riesgo cardiovascular, además de otras condiciones de salud. Entre ellas, dislipidemia (colesterol alto), trastornos del sueño, diabetes de tipo 2, e hipertensión arterial.
A inicios de este año, se realizó una declaración científica por parte de Asociación Americana del Corazón (AHA). En ella se estableció, que las personas obesas presentan un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas y diabetes. Esto fue publicado en la revista Circulation, en abril del 2021.
Según estos expertos, la reducción de calorías puede reducir la grasa abdominal. De hecho, destacan 150 minutos semanales de actividad física, coadyuvaría en la reducción de la grasa abdominal, sin afectar la masa muscular.
Rosalyn, consideró la información recibida muy apropiada, esta es la misma que comparto en el post. Ella me comentaba, que algunas ideas le inspiraron y le entregaron ciertos elementos importantes acerca de la obesidad. Incluso, le llamó la atención de que se aprecien más los efectos estéticos que los cambios a nivel metabólico.
Ello la hizo reflexionar, pues considera que había sido muy exigente con la figura de su padre. Y de esto no quedaron dudas, pues los chequeos mencionaban que su metabolismo estaba funcionando adecuadamente. De hecho, no tenía grasa a nivel de sus órganos. Esto alegró a Rosalyn, pues indica que su padre presentó bajo riesgo de padecer enfermedades metabólicas.
“El exceso de macronutrientes en los tejidos adiposos los estimula a liberar mediadores inflamatorios () y reduce la producción de adiponectina, predisponiendo a un estado proinflamatorio y al estrés oxidativo () lo que conduce al desarrollo de la diabetes de tipo 2, anomalías metabólicas, calcificación de las arterias coronarias y accidentes cerebrovasculares. Por ello, el control de la obesidad puede ayudar a reducir los riesgos de enfermedades cardiovasculares y los malos resultados mediante la inhibición de los mecanismos inflamatorios”
Dr. Mohammed S. Ellulu
Universidad Putra Malaysia (UPM), Serdang, Malasia
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Referencias:
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https://www.ahajournals.org/doi/10.1161/CIR.0000000000000973