Las vacaciones, para muchos suponen una oportunidad de salir de la rutina y hacer actividades diferentes que luego recordar durante el resto del año. Pero si hay un destino favorito por excelencia ese es la playa.
Sin embargo, este cambio de hábitat puede tener también sus efectos negativos. El agua del mar, la arena de la playa, el cloro de las piscinas, el sudor provocado por las altas temperaturas... Son muchos los factores a los que no estamos acostumbrados y frente a los que debemos prestar atención. En lo que se refiere a la salud de nuestros oídos hemos de tener en cuenta unos consejos muy básicos.
?Qué es la otitis del bañista?
Se trata de una modalidad muy similar a una otitis simple, sólo que viene condicionada por una exposición mayor al agua. Es decir, es una infección que afecta al conducto auditivo externo que viene ocasionada por gérmenes que se pueden encontrar en el agua, que se introducen en el oído generando un proceso inflamatorio infeccioso.
Según datos extraídos del Estudio Audimer sobre Hábitos de Higiene del Oído 2008, esta enfermedad se hace más patente en verano, “afectando a uno de cada 200 españoles”. Esto se debe, principalmente, a los baños en las piscinas cuya agua con productos químicos como el cloro puede ser perjudicial, y a las aguas marinas, ya que los residuos de ésta aceleran la formación de tapones de cera.
A esto, hay que sumarle también la característica principal del periodo estival: el calor, que hace mayor la posibilidad de formación de tapones, que junto a la humedad continua, favorecen las infecciones.
Cuida tus oídos
En verano, a los cuidados de la piel en las playas y piscinas, debemos añadir una mayor higiene personal, en este caso en los oídos, para evitar que puedan afectarnos este tipo de otitis. Igualmente, hay que tener en cuenta que hay personas cuyos oídos son mucho más vulnerables, especialmente los niños, los ancianos y aquellos que han sufrido esta dolencia anteriormente.
Los expertos recomiendan los difusores de agua marina para prevenir estos problemas, desechando siempre la opción de los desaconsejados bastoncillos, ya que éstos pueden agravar más el problema. Usados periódicamente, estos utensilios limpian el oído en profundidad, retirando cualquier exceso de polvo o arena y evitando la formación del cerumen.
Asimismo, para aquellas personas más vulnerables o con conductos auditivos estrechos, también se puede aconsejar la utilización de tapones de cera como medida de bloqueo al agua y los residuos. No obstante, su uso no se puede generalizar, puesto que esta labor ya la cumple normalmente el tímpano humano.