Una de las patologías más diagnosticadas entre la población actual es la intolerancia a la lactosa. Niños y adultos se ven afectados por esta anomalía que exige una revisión en la dieta convencional para no sufrir los trastornos que dicha intolerancia provoca. En el post de hoy, os traemos toda la información necesaria para entender en qué consiste esta afección y cómo afrontar los cambios que implica su diagnóstico. ¡Sigue leyendo!
1. Qué es la lactosa
Entender qué es la lactosa conlleva la presentación de la lactasa. La lactosa es un azúcar, la lactasa es la enzima del intestino delgado encargada de descomponer dicho azúcar para que nuestro organismo sea capaz de absorber correctamente sus componentes. La intolerancia se manifiesta cuando nuestro intestino no es capaz de digerir la lactosa por un mal funcionamiento o deficit de la enzima lactasa. No es un problema aislado ni específico de un grupo de personas, según el Dr. Hyman, el 75% de la población no es genéticamente capaz de digerir la lactosa.
2. Síntomas
La sintomatología puede presentarse en edad temprana, causada por herencia genética o, en la vida adulta, provocada por cambios físicos o fisiológicos. Debes ponerte en alerta si tras ingerir ciertos alimentos o tomar algunas bebidas sufres alguno de estos síntomas:
- Hinchazón
- Pesadez
- Dolor abdominal
- Defecación con dolor
- Estreñimiento
- Diarreas
- Gases
- Retortijones
3. Pruebas para el diagnóstico
Tras la aparición recurrente de alguno de estos síntomas, que puede derivar en cansancio o nerviosismo, el paciente acudirá al especialista que le confirmará a través, fundamentalmente, de dos pruebas que sufre esta anomalía. Antes de proceder a informarte en qué consisten esos exámenes, si tienes sospechas que indiquen que puedes padecer una intolerancia a la lactosa, realiza un seguimiento de lo que comes y apunta cómo te sentiste después. Es una manera sencilla de ir descartando y perfilando un diagnóstico que confirmará, siempre, un facultativo.
Los exámenes médicos que determinan si padeces intolerancia a la lactosa son:
- Análisis de sangre: mide los niveles de glucosa en sangre antes de ingerir una bebida con lactosa y después.
- Test de hidrógeno en el aliento: es el método preferido. Consiste en calcular los niveles de hidrógeno en el aliento tras la toma de un producto con lactosa. Si hay intolerancia, estos aumentan considerablemente.
4. Lácteos, ¿imprescindibles?
En este punto, vamos a distinguir a los pacientes que sufren una intolerancia a la lactosa de aquellos que tienen alergia a las proteínas de la leche. La diferencia entre ambos radica en la gravedad de las consecuencias que conlleva el consumo de leche, mucho más extremas en el caso de los alérgicos. Una persona con intolerancia a la lactosa puede consumir productos etiquetados como “deslactosados”, pero aquella que sufre de ambas cosas debe dejar de consumir productos lácteos de vaca por completo.
La intolerancia a la lactosa genera dudas entre aquellos pacientes recién diagnosticados que creen que el consumo de leche es la única forma de mantener unos huesos fuertes y evitar enfermedades como la osteoporosis. Frente a estas creencias populares, el calcio puede encontrarse en muchos y muy variados ingredientes como las semillas de sésamo y chía, las legumbres, los higos secos, las verduras de hojas verdes, los mejillones, la yema de huevo, algunos granos enteros o, por ejemplo, las sardinas.
5. Productos alternativos y recetas
Tenemos la teoría, pero ¿cómo va afectar esto a mi vida? ¿Qué productos debo apartar de mi dieta diaria? Cuando nos enfrentamos al diagnóstico, empezamos a hacer un listado con aquellos productos que contienen lactosa y nos vemos sorprendidos cuando alimento tras alimento, sobre todo los de consumo habitual, se suman a los 'prohibidos'. Productos como carnes procesadas, embutidos, salsas, pastas o panes, se añaden a yogures, leche entera, nata o queso. Una lista que parece no tener fin.
Los hábitos alimenticios deben cambiar y comienza la preocupación por todo lo que consumimos. Esto implica la revisión exhaustiva de la etiqueta de los productos que metemos en la cesta de la compra para descubrir si contienen lactosa. Algunos productos alternativos son: productos frescos (carne y pescado), batidos, leches vegetales (almendra, soja, arroz, avena, etc.), yogures de soja o quesos veganos.
Puedes realizar en casa, con productos naturales, tu propia leche de almendras, solo necesitas:
- 1 taza de almendras (remojadas desde la noche anterior)
- 1 litro de agua
- 1 pizca de sal
- 4 dátiles sin hueso
- 1 cucharadita de vainilla
- 1 pizca de canela
Licuar todos los ingredientes y colar. Se conserva un máximo de tres días en el frigorífico.
Hay muchas más recetas que irás descubriendo, sabores y productos que no habías probado. Lo más importante es saber cómo cuidar tu salud y, esperamos, con esta información, haberte ayudado.