Lo primero para tener un buen día de piscina es protegernos del sol, incluso en los días nublados. Es imprescindible usar una crema solar en todo nuestro cuerpo, pero fundamentalmente en la cara, con el factor de protección lo más alto posible y que sea resistente al agua. Además, hay que combatir las radiaciones ultravioletas, utilizando sombreros y una ropa adecuada, para evitar quemaduras o incluso consecuencias mucho más graves en nuestra piel.
Todos recordamos con bastante pesadez nuestros días de piscina cuando nuestras madres nos obligaban a estar un par de horas sin meternos al agua después de comer, pero lo cierto es que en parte llevaban razón. Mientras se está produciendo la digestión, no se debe de realizar ningún tipo de ejercicio físico. Además, lo recomendable es entrar lo más lentamente posible en el agua para evitar los cambios bruscos en la temperatura de nuestro cuerpo y así no sufrir los denominados cortes de digestión.
Otros de los posibles percances son las picaduras de insectos. Lo principal es no rascarse la zona afectada y cubrirla con algún tipo de gasa o tela para evitar que se infecte. Si vas a estar en algún lugar con muchos insectos, es recomendable aplicarte previamente algún tipo de repelente.
No hay que olvidarse de los oídos. La otitis del bañista se trata de una dolencia muy similar a una otitis simple, pero es causada por los gérmenes que se pueden encontrar en el agua, que se introducen en el oído generando un proceso inflamatorio infeccioso. En facilisimo.com tenemos un reportaje con más información sobre este tema.
Para acabar, ten cuidado con posibles golpes o fracturas. Si vas a lanzarte a la piscina, hazlo siempre en la zona con una mayor profundidad. Y sobre todo, ten siempre una actitud responsable para pasar el mejor día posible.