Día si y día también vemos a gente ayudándose los unos a los otros en el gimnasio mientras entrenan pero, ¿esto es realmente necesario o beneficioso para nuestros entrenamientos?
Depende. Depende de varios factores como pueden ser por ejemplo, el objetivo de ese entrenamiento, las cargas que manejamos o como se ayuda.
Para ir directos al grano y ser claro, si vuestro objetivo no es entrenar fuerza y con cargas máximas, no tiene sentido tener a nadie ayudando. ¿Por qué no tiene sentido?
Pues porque el objetivo de una ayuda, es evitar un accidente, no hacer nuestro trabajo. Si trabajamos con cargas máximas es siempre recomendable tener una persona vigilando por si existe un fallo muscular y no levantamos el peso.
Con series más largas con un peso que controlamos más fácilmente es totalmente innecesaria esa ayuda exceptuando series donde se llegue al fallo muscular en contadas ocasiones ya que en el resto, deberías siempre ser capaz de realizar las repeticiones y dejar la carga con seguridad en su soporte. Si no es así, utilizas demasiado peso.
Por otro lado, encontramos la forma de ayudar o de recibir la ayuda. En muchas ocasiones se realiza mal, tanto en la forma de ayudar como en la fuerza con la que se ayuda.
Por ejemplo, cuando se ayuda a una persona en un press con mancuerna, se debería ayuda siempre sujetando por las muñecas y nunca por el codo o la propia mancuerna ya que, si falla no vamos a poder evitar que el peso le desestabilice y se produzca algún accidente o lesión.
En cuanto su muñeca ceda, por mucho que tengamos el codo asegurado ese peso caerá donde cuadre y más, teniendo en cuenta que si esta ayuda es necesaria es porque está trabajando con cargas máximas o sub-máximas.
En cuanto a la fuerza utilizada, casi siempre es exagerada. Se tiene que buscar que la persona a la que se le ayuda sufra y empuje con todo, no ver que va forzado y sacarle el 50% del peso de encima y pueda hacerse otras 4 o 5 repeticiones. Si solo puede terminar esa repetición, pues que la termine sufriendo y en la siguiente serie le baje peso.
"Yo nunca, pero nunca nunca, ayudo con más de dos dedos exceptuando esos casos en los que se ve que el peso vence y hay que sacárselo si o si de encima".
Esto se puede aplicar en sentido inverso. Si eres tu el que quiere recibir la ayuda, párate primero a pensar si realmente la necesitas. ¿Quieres realmente mejorar o quieres inflar tu ego?
Si es un peso que controlas habitualmente y por ejemplo ocurre que la barra te queda en el pecho... La ruedas, sales de ahí, colocas todo de nuevo y sigues.
Evalúa si es realmente un riesgo para ti o sabes que puedes salir de ahí sin peligro si fallas. Al final te darás cuenta de que el 90% de las veces que te ayudan, no lo necesitabas.