Actualmente, los niños presentan un riesgo de exposición a más de 80.000 contaminantes químicos sintéticos, muchos de ellos desarrollados desde la segunda guerra mundial. Están especialmente expuestos a los 2.863 compuestos químicos de alta producción que se fabrican en cantidades de 450 toneladas o más al año y que están ampliamente dispersos en el medio ambiente. Menos de la mitad de estos compuestos de alta producción se han analizado por sus peligros potenciales para la salud y menos del 10% se han evaluado por su toxicidad pediátrica o sobre el desarrollo. Cada vez son más conscientes del alcance de la exposición de los niños a los contaminantes químicos pero tenemos un conocimiento muy limitado del impacto de estas exposiciones sobre la salud
Los niños se muestran especialmente vulnerables a los contaminantes químicos por varias razones:
Los niños tienen una exposición a numerosos contaminantes ambientales proporcionalmente mayor que los adultos. Dado que beben más agua, ingieren más alimentos y respiran más aire por kilogramo de peso, están más intensamente expuestos a los contaminantes del agua, los alimentos y el aire. Las conductas mano-boca de los niños cuando juegan cerca del suelo aumentan aún más su exposición.
Las vías metabólicas de los niños, especialmente en los primeros meses de vida, se encuentran inmaduras. Aunque en algunos casos, están más capacitados que los adultos para hacer frente a los tóxicos medioambientales porque no pueden metabolizarlos a sus formas activas, los niños suelen tener más dificultades para la desintoxicación y eliminación de los contaminantes químicos.
Los lactantes y los niños están en período de crecimiento y desarrollo, unos procesos que pueden interrumpirse fácilmente por los contaminantes químicos. La discapacidad resultante de las exposiciones a productos químicos durante los períodos de vulnerabilidad temprana puede ser grave y para toda la vida
Dado que los niños tienen muchos años de vida por delante, tienen tiempo de contraer enfermedades crónicas de desarrollo en varias fases que pueden ser desencadenadas por exposiciones precoces.
Contaminantes peligrosos
1. Contaminates atmosféricos
Los contaminantes quimicos del aire libre más peligrosos son los oxidantes fotoquímicos (en especial, el ozono), los óxidos de nitrógeno (NOX), las partículas finas, los óxidos de azufre y el monóxido de carbono. Estos contaminantes proceden principalmente de la combustión de hidrocarburos. La fuente principal de contaminación atmosférica a escala mundial son las emisiones de los automóviles, seguida de las fuentes fijas como las centrales eléctricas.
Los niveles elevados de contaminantes atmosféricos, sobre todo de ozono y NOX, se asocian a problemas respiratorios en los niños, tales como disminución del flujo espiratorio pulmonar, sibilancias y reagudizaciones asmáticas. La contaminación atmosférica por partículas finas, incluso con niveles bajos, se relaciona con pequeños incrementos de la mortalidad cardiopulmonar y con un incremento de la mortalidad por el síndrome de muerte súbita del lactante
El aire interior de recintos cerrados también puede constituir una fuente importante de irritación respiratoria, ya que muchos niños pasan el 80-90% de su tiempo en sitios cerrados. La contaminación del aire interior se ha tornado especialmente importante desde la crisis de la energía de los años setenta, que llevó a la construcción de casas mejor aisladas y más eficientes desde el punto de vista energético.
Los alergenos del aire interior, procedentes de cucarachas, ácaros, mohos, gatos y perros, pueden contribuir a la aparición de problemas respiratorios. Algunos mohos del interior de las casas sintetizan toxinas químicas denominadas micotoxinas. El humo del tabaco es otro de los principales desencadenantes de las reagudizaciones del asma infantil.
Plomo
La exposición al plomo tiene lugar en todo el mundo. La exposición es especialmente frecuente en los países que todavía permiten la gasolina con plomo. La gasolina con plomo, los contaminantes industriales y las industrias rurales continúan siendo las mayores fuentes de contaminación de plomo en muchos países en desarrollo.
Mercurio
Los niños pueden estar expuestos tanto al mercurio orgánico como inorgánico. El mercurio inorgánico provoca dermatitis, gingivitis, estomatitis, temblor y acrodinia. El metilmercurio o mercurio orgánico es liposoluble, penetra fácilmente en el sistema nervioso central (SNC) y es neurotóxico.
La exposición al mercurio orgánico se debe principalmente al consumo de pescado que ha acumulado mercurio depositado en lagos y océanos procedente de la contaminación atmosférica por la combustión de carbón; el carbón normalmente contiene pequeñas cantidades de mercurio.
Incluso las exposiciones a dosis bajas de mercurio orgánico han demostrado ser peligrosas para el desarrollo del cerebro fetal y, por tanto, se debe advertir a las embarazadas que restrinjan el consumo de pescado que contiene mercurio, como el atún y el pez espada. Aunque no se han relacionado efectos neurológicos adversos con la exposición al conservante timerosal, éste se ha eliminado de las vacunas infantiles habituales y la vacuna Rh materna como medida de precaución.
2. Humo de tabaco ambiental
Fumar durante el embarazo supone un riesgo para el feto. Los hijos lactantes de mujeres fumadoras son, en promedio, un 10% más pequeños que los de madres no fumadoras.
Los hijos de padres fumadores tienen un riesgo más elevado de síndrome de muerte súbita del lactante. La nicotina del tabaco parece ser una neurotoxina durante el desarrollo Los niños expuestos al humo del tabaco ambiental experimentan más enfermedades de vías respiratorias bajas, derrames en el oído medio y enfermedades respiratorias víricas que los no expuestos.
Pesticidas
Los pesticidas son un grupo diverso de contaminantes químicos utilizadas para controlar los insectos, las malas hierbas, los hongos y los roedores. La alimentación es la principal vía de exposición de los niños; debido a que están expuestos a residuos de múltiples pesticidas existentes en las frutas y hortalizas. Los niños también pueden estar expuestos en los hogares y las escuelas, el césped y los jardines.
La exposición puede producirse por el desplazamiento de estas sustancias desde las zonas de cultivo donde se esparcieron. Los niños que trabajan en la agricultura o que viven en campamentos de trabajadores temporales del campo están expuestos a numerosos pesticidas.
Los síntomas incluyen miosis (aunque no en todos los casos), salivación excesiva, retortijones abdominales, vómitos, diarrea y fasciculaciones musculares. En los casos graves, el niño puede sufrir pérdida de conocimiento, arritmias cardíacas y muerte por parada respiratoria.
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Carcinógenos ambientales
Los niños pueden estar expuestos en el útero o después del nacimiento a contaminantes cancerígenos. Además, parecen más sensibles que los adultos a determinados carcinógenos químicos y también a la radiación. La posible carcinogenia en el útero fue reconocida por primera vez con el descubrimiento de que el adenocarcinoma de células claras puede desarrollarse en mujeres tras la exposición intrauterina.
Hay varios ejemplos de carcinogenia asociada a exposiciones en el hogar y la comunidad. Los hijos de trabajadores del amianto y los niños que han crecido en comunidades próximas a plantas de producción de amianto tienen una incidencia más elevada de mesotelioma que las poblaciones no expuestas.
Los niños que viven y crecen en granjas presentan tasas altas de leucemias; los pesticidas podrían desempeñar una función etiológica. La exposición intrauterina al tricloroetileno por beber agua contaminada se ha asociado a un aumento de la incidencia de leucemia en las niñas que viven cerca de instalaciones industriales y vertederos de basura
3. Vías de exposición
Transplacentaria: atraviesan fácilmente la placenta y pueden producir efectos tóxicos graves e irreversibles en los órganos nerviosos, endocrinos y genitales en desarrollo, incluso en concentraciones muy bajas.
Agua: En los suministros de agua se han encontrado alrededor de 200 contaminates químicos en diversas cantidades. El plomo es especialmente frecuente. En algunos barrios antiguos, el plomo procede de las tuberías fabricadas con este metal. Lo más habitual es que el agua blanda ácida lo lixivie de las soldaduras. Las concentraciones son más altas en el agua que ha permanecido en las tuberías durante la noche; por tanto, se recomienda dejar correr el agua durante 2-3 minutos por la mañana antes de preparar el biberón.
Aire: Las emisiones de los vehículos a motor son las fuentes más importantes de contaminación del aire de las ciudades. El gas procedente del escape de los motores diesel es un carcinógeno para el ser humano. En las zonas rurales, el humo de la madera puede contribuir a la contaminación atmosférica. Los niños que viven en los alrededores de fundiciones y fábricas de productos químicos pueden estar expuestos a emisiones industriales de tóxicos tales como plomo, benceno.
Alimentos: Muchos productos químicos se añaden de forma intencionada a los alimentos para mejorar su aspecto, sabor, textura o conservación. Muchos de ellos han sido poco estudiados en cuanto a su posible toxicidad. En los alimentos tanto crudos como procesados se encuentran residuos de numerosos pesticidas. Los niveles de pesticidas son mucho menores en los productos orgánicos que en las frutas y vegetales que crecen de manera tradicional.
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Ropa de trabajo: En algunas ocasiones, las enfermedades de los niños pueden deberse al polvo contaminado que hay en las ropas de trabajo de los padres y así se han descrito casos de toxicidad por plomo, berilio, dioxina, pesticidas organofosforados y amianto. Esta exposición (llamada «contaminación del nido») puede prevenirse proporcionando instalaciones para cambiarse y ducharse en el lugar de trabajo.
Escuelas: En las escuelas, jardines de infancia y guarderías, los niños pueden estar expuestos a pinturas con plomo, mohos, amianto, humo del tabaco, pesticidas y materiales peligrosos utilizados en las manualidades. En el ambiente escolar hay oportunidades importantes para la prevención y a menudo se solicita consejo a los pediatras sobre estos aspectos de los contaminantes químicos.
Los cambios de los patrones de exposición o la aparición de nuevas exposiciones pueden ser especialmente importantes. El diagnóstico exacto de una causa medioambiental de enfermedad por contaminantes químicos que puede conllevar una mejor asistencia del niño afectado y la prevención de la enfermedad en otros niños.
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