Cuanto menos interés muestra, más me engancho. ¿Qué me pasa?

Se muestra distante, pasota o con vaivenes que no comprendes y tu interés hacia esa persona aumenta exponencialmente.

·      No le intereso. ¿Cómo logro que esté pendiente de mi?

Empieza preguntándote ¿Qué no debo hacer para evitar que se aleje aún más de mi?

Lo más sensato sería retirarte. Esa persona no está ofreciéndote aquello que deseas y empeñarte en que lo haga no hará más que privarte de dirigirte hacia quien sí puede dártelo. Y lo mejor, ¡sin ningún tipo de esfuerzo!

·      Pero si soy una persona adulta, ¿cómo me pueden enganchar estas cosas de niños de 15 años?

El subconsciente no tiene edad e irremediablemente, en ti habitan el adulto razonable que sabe lo que quiere y el niño caprichoso que sólo atiende a sus deseos y necesidades más primarias. Ser amado es una de ellas, así que no eres tan raro como crees.

·      ¿Qué me ocurre?

Aquí tienes algunas ideas:

1.    Le asusta la falta de amor hacia ti mismo

Más que una cara bonita, está más que demostrado que uno de los rasgos más atrayentes es la seguridad personal y el amor que nos profesamos a nosotros mismos.

Imagina el caso inverso, ¿qué pensarías de alguien que cuanto menos interés muestras, más insiste?

De todo excepto aprecio y respeto hacia sí mismo. Cada uno acepta el amor que cree merecer. Y la verdad, cenar con alguien que no tiene la ilusión de compartir la velada contigo es de lo más fustigante. Si su motor es el rechazo, empieza a dudar seriamente de esa persona. ¿O acaso tú querrías salir con alguien a quién le gusta que le ninguneen?

La magia del amor está en que sea recíproco.

2.    Te pierden las ganas imperiosas de encontrar a alguien

Puede que tengas tantas ganas de creer que ¡Esta vez sí! que haces todo tipo de concesiones: Quizás con el tiempo cambie…, Puede que cuando tenga menos trabajo…, A lo mejor es su forma de ser…, Quizás si tengo un poco de paciencia…, …

Las prisas no son buenas y te resulta más fácil creer que por fin, esta vez sí que has encontrado el amor, que aceptar que no es así. Te aseguro que perderás mucho más tiempo intentando que la realidad que tienes ante ti sea otra que cambiando de rumbo. Puede que debas cambiar el Qué mala suerte tengo… por ¡Qué mal elijo! o ¡Soy un cabezón!.

3.    Te preguntas constantemente si le interesas pero, ¿a ti te interesa?

Quizás ese flirteo te reconforta porque alimenta tu ego, te interese o no esa persona. Sería algo así como Si está por mí, es que lo valgo. Pero, ¿y si no? Parece que te preocupe más nutrir tu ego que esa persona.

El flirteo egocentrista nace de la necesidad de corroborar tu validez personal a través de la admiración de otros. Al privarte de ello, empiezas a dudar de ti mismo y de esa duda neurótica nace ese repentino interés por esa persona, ¡pero no es real!

Pregúntate que hubiera pasado si hubiera querido estar a tu lado, ¿estás seguro de que tu interés hubiera sido el mismo?

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