Cuando la tristeza, pesadumbre, miedo y abatimiento nos llega, nos sentimos como en el “lado oscuro” de la vida. Allá donde no queremos estar y no vemos hacia dónde ir. En esos momentos es como si no viésemos caminos que recorrer o no tenemos el empuje interior como para recorrerlos. En esos momentos solemos culpar de nuestro estado a los demás, a las circunstancias e inclusive a nosotros mismos
“Si tal situación no fuese tan…”
“Si cual persona no…”
“Si no hubiese hecho…”
“Si no fuese tan…”
“Si no sintiera…”
Nos quedamos atrapados en ese tipo de frases y entramos en un bucle de sufrimiento del que nos resulta difícil salir. Pero no es culpa de nadie ni de ti mismo, todos lo único que hacemos es vivir lo mejor que sabemos. Si pudiésemos o supiéramos vivir mejor, directamente lo haríamos. Tampoco es culpa de las circunstancias, pues éstas sólo tienen el color del cristal con las que las miramos. Caemos en esa sombra sin darnos cuenta, entramos ahí poco a poco y algunas veces de golpe, sin que seamos del todo conscientes de cómo hemos terminado ahí.
Pero esa sombra… ¿tiene realidad por si misma? ¿Existe realmente o somos nosotros quienes la creamos? Una sombra no existe por si misma. Ésta sólo puede aparecer cuando hay algo que obstaculiza la luz. Antes del obstáculo, la sombra no existía.
¿Y qué se opone a la luz? Nuestra resistencia a que ésta transite. Nuestra oposición a vivir aquello que previamente hemos etiquetado como negativo. Sentimientos, emociones, pensamientos, experiencias,… al resistimos lo estancamos y almacenamos en nuestro interior. Y al haberlo juzgado como negativo, nos empantanamos en esa negatividad. Es ahí cuando nos sentimos en el “lado oscuro” de la vida. Esa sombra sólo existe para nosotros porque es una creación nuestra. Antes de que la creáramos ¡¡no existía!!, por eso no tiene realidad por si misma.
Pero la buena noticia, es que si somos sus creadores, entonces tenemos el poder de disolverla. De permitir que la luz entre en esa zona de oscuridad. ¿Cómo? Observándola, dándonos cuenta de que es sólo una consecuencia, pero sobre todo DEJANDO DE OBSTACULIZAR LA VIDA. Permitiendo que todo siga su curso natural: pensamientos, sentimientos, experiencias,… todo llega y se va. Respetar ese tránsito es salirnos del conflicto que supone oponerse a lo que sentimos y ocurre. Sin obstáculo no hay sombra. Así que ve con la vida y habrá luz en tu caminar.