En nuestro día a día, las emociones están constantemente presentes. Aunque, por lo general, las personas no familiarizadas con la inteligencia emocional, no entienden por qué aparecen en ese momento preciso y, además, no saben qué hacer con ellas.
¿Has oído o pronunciado alguna vez estas frases?
Ya “me ha cabreado”. Ahora a esperar que se me pase. Ya me ha fastidiado el día. Grrr.
No sé qué me pasa, sólo quiero llorar y que me dejen en paz. No tengo ganas de nada.
Estoy poniendo a su alcance lo mejor para que salga adelante y nada, no lo aprovecha. No sé qué hacer. ¿Lo estaré haciendo mal? Yo soy la (profesional, madre, profesora, …..) y es mi responsabilidad que salga bien. Se me va la vida…
Mi trabajo pende de un hilo. En cualquier momento me quedo sin trabajo y …. ¡¿qué hago?! con mi edad ¿dónde voy a encontrar trabajo? No quiero depender de mi familia, no quiero terminar en la calle…. y no veo salida. No tengo fuerzas para comenzar de cero….. Me falta el aire….
Estas situaciones van acompañadas de síntomas que nos causan dolor o malestar:
tensión muscular
dolor de cabeza
dolor de estómago
irascibilidad
desgana
ganas de llorar
decaimiento
dolor de espalda
falta de aire
mareos
contracturas
sensibilidad a flor de piel, ….
La buena noticia es que entendiendo la función de las emociones podemos elaborar una respuesta a medida con lo que conseguiríamos resolver la situación, controlar nuestra respuesta y frenar el síntoma.
Te propongo un ejercicio ¿te apetece?
¿Con qué emociones relacionas las frases anteriores?
¿Qué síntomas de los nombrados asocias a cada emoción?
¿Qué otros síntomas añadirías?
Comparte