Durante un cambio nuestra mente tiene que habituarse a las novedades. Nos podemos sentir perdidos y con dudas, pudiendo sentir algo parecido a una “crisis existencial”.
En una relación de pareja estable pasa lo mismo. Los miembros de la pareja evolucionan y cambian, esto genera esas famosas crisis que tanto se repiten en las parejas estables. A continuación se explican tres de ellas.
La primera crisis: cuando se acaba la etapa de enamoramiento
Al inicio de la relación se empieza por conocer a la persona, se da lo mejor de uno mismo y se recibe lo mejor del otro. Pero el famoso enamoramiento no es algo que se elija y venga de la razón, ni siquiera del corazón.El enamoramiento en realidad es un proceso cerebral, en el cual se activan hasta 12 áreas de nuestro cerebro y se generan químicos como la dopamina, entre otros, creando una situación cerebral similar a cuando se toman drogas.
En resumen, en la etapa del enamoramiento nuestro cerebro sufre una montaña rusa química y, por lo tanto, emocional. Esto nos hace vivir las situaciones con más intensidad, estar más nerviosos, perder el apetito e incluso nublar la razón. Esta situación seria insostenible si se mantuviese largos periodos de tiempo, ya que no sería sano e incluso sería peligroso.
Es por eso que al cabo de un tiempo, aproximadamente un año, la montaña rusa se estabiliza. Somos capaces de ver con más razón y claridad a nuestra pareja. El nerviosismo se ha convertido en tranquilidad y vemos que la persona ideal también tiene defectos.
En este punto es cuando puede llegar la primera crisis, y por lo tanto se producen muchas rupturas.
Hay quien no acepta que las cosas hayan cambiado e incluso exige “estar como al principio”. Pero una vez pasado este tiempo con nuestra pareja, se debe comenzar una nueva etapa, en la que también hay muchos aspectos positivos. Ahora somos capaces de ver la realidad, de madurar en nuestra relación, ser un apoyo para nuestra pareja y recibir el apoyo, ser cómplices, amigos y compañeros de vida.
El enamoramiento intenso ahora debe convertirse en amor, complicidad y respeto por la otra persona. En el caso de que al pasar esta etapa de enamoramiento solo nos queden sensaciones negativas o sintamos que no estamos a gusto con nuestra pareja, la decisión de romper la relación es la opción más realista dado que la etapa de enamoramiento es siempre pasajera.
La segunda crisis común: la convivencia. Cuando la pareja lleva un tiempo y deciden dar el paso de vivir juntos.
Hay que tener en cuenta que cada persona venimos de un contexto. Nuestra familia de origen, en el cual nos han enseñado a convivir y a comportarnos en casa de una forma concreta, pero nunca hay que olvidar que esa forma concreta no es la única ni la correcta, es solo la nuestra.A nuestra pareja puede parecerle muy importante algo que a nosotros nunca nos lo ha parecido y esto lleva a discusiones en busca de quien tiene la razón.
Buscar la razón es un error, ya que en la mayoría de las ocasiones no se trata de razón absoluta sino de aprendizajes previos normalizados por ambas partes .
Es por esto que lo más útil para evitar entrar en una crisis al convivir, es pararse a escuchar con empatía lo que tu pareja tiene que decirte sobre el factor de la convivencia que os haga sentir incómodos para poder entender lo que quiere y posteriormente explicar tú lo que para ti es lo normal y así juntos buscar un término medio que os haga sentir a gusto, creando vuestros nuevos aprendizajes juntos sin necesidad de imponer unos u otros.
La tercera crisis común: los hijos.
En el periodo de embarazo se tiende a idealizar la paternidad y es más fácil que esa ilusión de una vida como familia con un hijo común haga que la pareja esté más unida.La crisis llega cuando el bebé ya ha nacido y toda la atención se centra en ser padres.
Es muy importante no olvidar que, además de padres, sois pareja. Debéis cuidar esta parte de vuestras vidas ya que la paternidad durará mucho tiempo y si se deja a la pareja de lado acabareis siendo dos desconocidos conviviendo.
Dedicarle tiempo semanal e incluso diario a la comunicación, a seguir compartiendo un vínculo independiente al que tenéis con vuestro hijo como padres.
Hacer cosas solo los dos donde podáis prestaron atención plena el uno al otro es una buena opción para mantener viva la relación y superar o evitar esta crisis.
Si tú y tu pareja pasáis por alguna crisis similar una buena opción es acudir a un profesional que os pueda guiar en cómo gestionarla y superarla de la manera más sana y útil posible.
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