Comunicamos con todo

Comunicamos con todo


Podemos certificar que hasta el mayor de los silencios es una ventana abierta a la comunicación interpersonal. (Dicen que hasta cuando no decimos algo estamos comunicando.) Y es totalmente cierto, ya sea respondiendo o dejando entrever un silencio, estamos dando a conocer aquella parte que nuestro mensaje lleva implícita.

Somos seres comunicadores por naturaleza. Nuestras expresiones faciales, posturas, miradas, forma de andar o vestimentas, son formas de comunicación que, sin emitir ni una sola palabra hablan muchísimo de nosotros y de nuestras ideas. Hay miradas que traspasan el alma, sonrisas que no nos dejan indiferentes y arrugas en la cara que ya nos avisan que algo no va bien.

El acto de comunicar no se limita exclusivamente al instante en el que decidimos escribir un correo, mandar un mensaje de WhatsApp o pretendemos entablar una conversación con alguien. Éste comienza mucho antes, con una vibración, una idea, una intuición.

No podemos negar que todos en alguna ocasión hemos tenido en nuestra mente una charla con otra persona antes de que ésta se hiciese realidad. Respuestas deseadas y otras no tanto, réplicas que quisimos dar y que nos conducirían a buen puerto.

De otro lado, pensamos y estudiamos detenidamente en cómo vamos a redactar ese correo, en qué emoticono o imagen añadir y es que, en efecto, éstos se han convertido en elementos inherentes para nuestra comunicación asincrónica y no presencial. El tipo de letra, el color, escribir en mayúsculas, todo habla de nuestra forma de ser, de nuestras emociones y estado de ánimo.

Volviendo a hacer una referencia sobre lo ya comentado al inicio del artículo, todo se inicia con una vibración y podemos estar seguros de que en algún momento y sin saber la razón has podido sentir que un “hola” o un “ok” no tenían el mismo significado que en otros momentos.

Somos seres muy emocionales y podemos comunicarnos a través de otros sentidos sin necesidad de mediar con palabras. Podemos sentir, en ciertas ocasiones, cuando nos centramos en el presente y acallamos el barullo de nuestra mente, cómo se encuentra una persona en concreto con la que tengas algún tipo de conexión.

Los colores que elegimos para vestirnos nunca son casualidad, aunque creas que hoy has cogido lo primero que has visto cuando has abierto el cajón o el armario. Por eso mismo, porque es lo primero que has visto y no la camiseta que estaba justo al lado. Pongamos algún ejemplo del color para ver si te sientes identificado:

El negro es un color sobrio, asociado con situaciones a las que otorgamos seriedad, formalidad cuando la realidad de ello es que solemos usarlo cuando no encontramos un rumbo cierto en nuestra vida, cuando nos cuesta decidir qué camino elegir o no sabemos cómo afrontar una situación.

Colores como el amarillo o el naranja lo asociamos a la vitalidad, a personas alegres. Nos apetece llevar estos colores cuando estamos en un periodo de reflexión o tenemos en nuestra mente mil ideas que no paran de dar vueltas. Y ya que estás como un ratón en una noria, por lo menos que los demás te vean con alegría, aunque por dentro tengas desatada la peor de las tempestades.

El blanco nos habla de paz, de pureza, de estar casi en una elevación divina, pero si te atrae y te apetece mucho ir de blanco, tarde o temprano tendrás que reconocer que existe algún temor dentro de ti o una gran tristeza sin resolver. Siendo así, cada color, tono o gama encierra en sí una emoción que nos conduce a una situación.
El acto de comunicar de forma correcta se aprende, hasta aquel más tímido posee la capacidad de transmitir de manera clara y correcta, si bien es cierto que ya muchos, desde sus primeros momentos en los que son capaces de transmitir, ya lo consiguen hacer de una forma increíble, pero hasta esas personas aprenden y mejoran.

El fin último de comunicar es transmitir o despertar una emoción en otro. Lo que no consigue despertarnos algún tipo de emoción, lo pasamos por alto y lo olvidamos muy fácilmente. Claro está, si tu intención es remover algo en otro, la vibración, la emoción tiene que partir de ti. No podemos pretender que una persona se sienta motivada si nuestras palabras, tonos, posturas o miradas muestran desgano o apatía.

Aprende a comunicar mejor con este truco

Si no sabes cómo comunicas o te apetece mejorar la manera de comunicar cuando estás frente a otros o delante de una cámara, te voy a dar un truco que hace tiempo añadí a mi repertorio personal y me hizo mejorar.

Grábate un vídeo, habla de lo que te apetezca o de lo primero que se te pase por la cabeza en ese momento; debe durar como mínimo dos minutos. Sólo es para ti ¡Recuérdalo!

Puede ser que lo primero que sientas es sea vergüenza, tendrás entonces que practicar un poco más hasta que empieces a sentirte algo más cómodo con la imagen que ves reflejada. No te estoy pidiendo que lo hagas de maravilla, sólo que sientas algo de aprecio por la imagen que ves en el vídeo.

Ten en cuenta tu ropa, si es necesario cámbiala, tu postura, si sonríes o tienes cara de circunstancia, qué haces con tus manos, si te mueves mucho o te quedas paralizado ante la idea de hablarte a ti mismo.

Una vez la grabación haya acabado, pasaremos al siguiente punto: Después de grabar el vídeo, vamos a hacer un ejercicio:

Cierra los ojos, respira profundo un par de veces e imagínate grabando otro vídeo, imagina con todo lujo de detalles, la ropa, el pelo, si estas de pie o sentado, si llevas algo en las manos, o tu estado de ánimo. Ahora siente cómo tus emociones van cambiando hacia la que tú quieras. Imagínate seguro, feliz, alegre, cómodo, si es necesario, tararea una canción que te guste o recuerda una situación en la que estés feliz. Visualiza la manera en la que miras a la cámara y trasmites esa felicidad, esa seguridad con tus palabras, siente como ahora sí que te gusta lo que se refleja en la pantalla.

Ahora cierra con fuerza el puño derecho durante unos 10 segundos, respira profundamente y ábrelo junto a tus ojos, teniendo la total seguridad de que cada vez que vayas a hablar con alguien, sea por el medio que sea y vuelvas a cerrar tu mano, toda esa seguridad llegará a ti de forma inmediata.
Nota: El artículo ha sido publicado originalmente en Saludterapia.

Fuente: este post proviene de Saludterapia, donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado:
¿Qué te ha parecido esta idea?
Esta información nunca debe sustituir a la opinión de un médico. Ante cualquier duda, consulta con profesionales.

Esta idea proviene de:

Y estas son sus últimas ideas publicadas:

Un fenómeno bastante común cuando hay síntomas distímicos o depresivos, es la sensación de estar cubierto muchas veces durante el día, por una "manta de plomo". Según las descripciones de mi ...

Etiquetas:

Recomendamos